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Ocho pasos para una cata en condiciones

La cata de una muestra de cannabis sirve para evaluar su aroma, sabor y psicoactividad, y también permite deducir una buena cantidad de información sobre cómo ha sido cultivado, cosechado o conservado el material. En ocho sencillos pasos te ofrecemos una guía para que aprendas a catar y a disfrutar con conocimiento del cannabis que llegue a tus manos.

Ocho pasos para una cata 01
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Ocho pasos para una cata 08

 

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Apariencia, sabor, olor, facilidad para quemar, grado de secado, color, psicoactividad… El catador debe tener en cuenta muchos factores a la hora de juzgar una muestra de cannabis.

La apariencia de la hierba nos da la primera impresión. Mirando solo el color del cogollo podemos saber si la marihuana está o no curada, si se ha abusado de los fertilizantes o si ha sufrido un ataque de hongos.

 La marihuana debería tener una gran cantidad de tricomas o glándulas de resina repartidas por toda la superficie de las flores y en las hojas más pequeñas del cogollo. Las hojas más grandes no suelen tener glándulas de resina, por eso se cortan tras la cosecha. Las hojas de tamaño medio pueden o no tener resina visible, depende fundamentalmente de la variedad: las genéticas índicas suelen tener más resina en las hojas, aunque las sativas se caracterizan por tener glándulas de mayor tamaño. Los tricomas de color transparente suelen indicar que la planta se ha recogido pronto para potenciar su psicoactividad cerebral y estimulante, mientras que la resina de color ámbar corresponde a una planta recogida después para que el efecto sea más sedante. Mirando el estado y color de los estigmas, esos pelitos blancos o rosados que salen de las flores, podemos saber si la planta se cosechó temprana o tardíamente. La abundancia de estigmas blancos indica una recogida temprana: si la mayoría ya se han marchitado y son de color marrón o naranja, la cosecha se hizo en el momento óptimo, y si muchas flores han perdido los estigmas, la cosecha fue demasiado tarde y las plantas ya habían entrado en fase de senescencia, por lo que se habrá perdido parte de potencia y psicoactividad.

Cubierta de resina
La cubierta de resina se incrementa sobre todo en las últimas semanas.

En un cogollo seco, los tricomas se desprenden con mucha facilidad, por lo que resulta imprescindible tratar los cogollos con delicadeza para perder la mínima cantidad de resina posible. Si los cogollos han recibido golpes se habrán caído muchas glándulas de resina y se verán muchos pedúnculos sin resina. Los tricomas son bastante pequeños y se ven mucho mejor con la ayuda de una lupa o pequeño microscopio de campo, de al menos ocho aumentos.

Los mejores cogollos suelen ser compactos y pesados, con una alta ratio de flores/hojas, es decir, tienen muchas flores y pocas hojas, aunque esta ratio también depende de la variedad. En general, las sativas tienen menos hojas y las índicas más. Las flores deben ser grandes, con un cáliz hinchado y muchas glándulas de resina recubriéndolo.

La mejor marihuana es la sinsemilla, que se obtiene eliminando todas las plantas macho para evitar que polinicen las flores femeninas. Las flores sin polinizar producen mucha resina, pero no hacen semillas, por lo que el cogollo resulta más potente y, además, mucho más fácil de consumir, puesto que no hay que sacar las semillas antes. Hoy en día, casi todos los cultivadores siembran semillas feminizadas, por lo que ya no suele haber plantas macho en los jardines y, en consecuencia, hay muy pocas polinizaciones drásticas accidentales.

Los cogollos recogidos muy temprano se reconocen por el olor vegetal poco aromático y la presencia abundante de estigmas blancos

La buena marihuana quema sin apagarse y deja una ceniza homogénea de color gris claro o casi blanca. Una hierba que chisporrotea esta fuertemente sobreabonada y seguramente el humo será muy irritante y el aroma metálico y poco agradable. Si la ceniza tiene partes negras, se puede sospechar un exceso de fertilizantes que no se limpió bien. Para evitar esto lo único que hay que hacer es regar sin fertilizantes, solo con agua, durante los quince últimos días antes de cosechar.

El mundo cannábico ofrece hoy en día una enorme oferta de genéticas diferentes de todo el mundo: índicas, sativas, feminizadas, autoflorecientes, variedades tradicionales, híbridos de última generación, etc. La gama de olores, sabores y tipos de efecto psicoactivo es muy amplia, y hay una variedad adecuada para cada cultivador y para cada momento del día o necesidad terapéutica. Un buen catador sabe distinguir las distintas propiedades y escoger la variedad a consumir de acuerdo con lo que quiere.

¿Tolerable o intolerable?

En los últimos meses he visto algunas muestras de cannabis francamente malas: inmaduras, sobreabonadas, cargadas de plagas o, casi peor, de insecticidas. Los tres errores o imprudencias más comunes que cometen los cultivadores que solo buscan el beneficio inmediato y carecen de escrúpulos o de conocimientos suelen ser los siguientes:

 

1. Cosechar las plantas cuando aún no han acabado de madurar. Los cogollos están más o menos formados desde varias semanas antes del momento óptimo de cosecha, pero la mayor producción de resina y cannabinoides no sucede hasta el último momento. Las dos o tres últimas semanas antes de cortar son las más importantes para que se alcance el máximo nivel de THC. Los cogollos recogidos muy temprano tienen poca potencia psicoactiva y se reconocen por el olor vegetal poco aromático, una mayoría de flores poco hinchadas y resinadas y la presencia abundante de estigmas blancos.

2. Abonarlas hasta el último día impidiendo que los tejidos eliminen las reservas de nutrientes. El exceso de nutrientes acumulados en los tejidos no aumenta la producción del cultivo ni mejora la cosecha; lo que sucede es que cuando se fuma el cannabis estos minerales se convierten en sustancias irritantes que hacen toser, empeoran claramente el sabor del cogollo y posiblemente sean perjudiciales para el organismo. Al contrario de lo que algunos consumidores inexpertos opinan, la hierba más potente no es la que destroza la garganta sino la que contiene una mayor cantidad de THC y permite que el usuario lo ingiera sin incomodidad.

3. Fumigarlas con insecticidas y otros pesticidas tóxicos. Seguramente es el peor de los tres errores y el que puede llegar a tener mayores consecuencias sobre la salud de quien consume esos cogollos. La mayoría de los pesticidas pueden resultar tóxicos si no se respetan las indicaciones de la etiqueta en cuanto a dosificación y plazos de seguridad. Algunos de los insecticidas utilizados por cultivadores sin escrúpulos ni siquiera están pensados para plantas comestibles y si los aplicaran sobre cualquier otro cultivo agrícola destinado al consumo humano podrían tener graves problemas con la ley, pero, como el gobierno considera el cannabis como un cultivo ilegal y no hay ninguna normativa que regule los pesticidas que se pueden emplear, los consumidores corren un riesgo claro derivado de la prohibición.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #263

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