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Once consejos para el crecimiento

Al tiempo que transcurre entre la germinación de las plantas de cannabis y el momento en que empiezan a florecer se le llama fase vegetativa o de crecimiento. Para una variedad no autofloreciente, el periodo mínimo de crecimiento para que la planta pueda desarrollarse adecuadamente es de tres o cuatro semanas.

Once consejos para el crecimiento
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Plantas en fase vegetativa en una terraza.
Plantas en fase vegetativa en una terraza.

El periodo de crecimiento de las plantas no solo sirve para que se hagan más altas. Durante estas semanas o meses, el cannabis desarrolla un sistema de raíces que le permitirá absorber grandes cantidades de agua y nutrientes, una estructura de ramas donde colocar los cogollos durante la floración, un gran número de hojas que se utilizarán para producir energía por medio de la fotosíntesis y, además, almacena nutrientes en los tejidos que sirven como reserva de alimento que emplear durante la floración, cuando las necesidades son máximas. Es muy importante que el cultivador preste atención durante esta fase, pues del desarrollo en crecimiento depende el éxito final del cultivo.

"En exterior, las semillas se pueden germinar en cualquier momento entre marzo y junio, por lo que la fase vegetativa puede durar entre uno y seis meses, ya que la floración no comienza hasta julio o agosto, según las variedades. La fecha de germinación depende del tamaño final que deseemos que alcancen las plantas. La siembra temprana, en marzo o abril, solo es recomendable cuando vayamos a trasplantar al suelo, el espacio sea amplio y la altura final pueda llegar a los dos o tres metros o superar esa altura. En macetas, en espacios pequeños o si no queremos que las plantas sean muy altas, es mejor germinar en mayo o junio.

"Añade enzimas al agua de riego para que ayuden a descomponer las raíces muertas, así como a aprovechar mejor los nutrientes"

Quien escoja variedades autoflorecientes también hará bien en esperar al menos hasta mayo para germinar las plantas si quiere lograr grandes cosechas. Estas variedades producen más cuando crecen bajo un fotoperiodo de días largos. Sembradas en mayo, crecerán y florecerán en los días más largos del año. En cambio, si se siembran demasiado pronto, cuando los días son muy cortos, su producción será menor.

Los cultivadores que disponen de espacio abundante y no quieren gastar mucho dinero en semillas pueden recurrir a una técnica para multiplicar el número de plantas fácilmente. La idea es sembrar las semillas en abril o principios de mayo y, cuando las plantas tienen suficiente tamaño (entre cuatro y seis semanas después de la germinación), cortar varios esquejes a cada una, enraizarlos y plantarlos. De este modo, de cada planta se obtienen varias. Por ejemplo, simplemente enraizando las puntas de los tallos principales que se cortan en la poda de formación se habrá duplicado el número de plantas sin ningún gasto. Las nuevas plantas no se harán tan grandes como las primeras, pues tendrán menos tiempo para crecer antes de que empiece la floración.

No es bueno germinar las semillas directamente en macetas muy grandes. Con tanta tierra tardan mucho tiempo en secarse después de cada riego y el crecimiento es mejor cuando la tierra pasa por ciclos húmedos y secos con frecuencia. Resulta más recomendable empezar con macetas pequeñas y trasplantarlas a otras mayores conforme vayan creciendo y ocupando toda la tierra con raíces. La tierra que se añada a la nueva maceta debe ser igual que la que había, para que las raíces no noten cambios.

El humus de lombriz es uno de los mejores fertilizantes orgánicos para la marihuana, ya que, aparte de nitrógeno, fósforo y potasio, aporta una amplia gama de microelementos que aunque son necesarios en cantidades muy pequeñas resultan imprescindibles para un correcto desarrollo del cannabis. Aunque se añada al agua de riego un fertilizante con microelementos, no está de más añadir al menos un diez por ciento de humus a la mezcla de tierra. El humus mejora la estructura del sustrato y ayuda a regular la alimentación de las plantas, almacenando nutrientes y liberándolos poco a poco. Por su riqueza en microorganismos, mejora la vida del suelo y su biodiversidad.

"Es mucho más fácil prevenir la aparición de plagas que erradicarlas una vez se han instalado"

Conviene alternar riegos con abono y riegos de agua sola para que las sales minerales no se acumulen en exceso. También es importante esperar hasta que la tierra esté moderadamente seca antes de volver a regar. Es mucho más frecuente ver plantas ahogadas por exceso de riego que secas por falta de agua. Y el exceso de agua ahoga las raíces, les impide respirar y facilita la aparición de enfermedades en ellas. Cuando las plantas son grandes, este peligro no es tan grande porque consumen mucha más agua y la época es más calurosa, pero en primavera y en plántulas pequeñas es probablemente el mayor riesgo que hay. Durante los meses de mayo, junio y julio, la irradiación solar es máxima. Si las plantas se cuidan y alimentan bien, pueden llegar a crecer varios centímetros al día.

Casi todos los fabricantes de fertilizantes para cannabis disponen de algún producto con enzimas. Añade enzimas al agua de riego para que ayuden a descomponer las raíces muertas, así como a aprovechar mejor los nutrientes, reducir la salinidad del sustrato y estimular los procesos biológicos de las plantas, entre ellos la función inmunitaria de defensa contra plagas.

Uno de los principales peligros durante el cultivo es que aparezca alguna plaga que dañe las plantas e impida su normal desarrollo. Es mucho más fácil prevenir la aparición de plagas que erradicarlas una vez se han instalado, sobre todo cuando el cultivador intenta evitar usar plaguicidas tóxicos y solo emplea insecticidas ecológicos que no son tan efectivos ni persistentes pero presentan menos riesgos para la salud del consumidor. Es esencial fumigar las plantas periódicamente, cada una o dos semanas, para eliminar los bichos en cuanto aparecen y sin darles tiempo a reproducirse. Además, conviene quitar las hojas secas o caídas, no colocar las plantas demasiado juntas entre sí para que los bichos no salten de una a otra, e ir alternando insecticidas para evitar que las plagas se hagan resistentes.

El aceite de nim, el jabón potásico y el extracto de piretrinas son insecticidas ecológicos de amplio espectro que repelen y eliminan un gran número de plagas. El aceite de canela funciona especialmente bien contra las arañas rojas y otros bichos chupadores, y el BT (Bacillus thuringiensis) es un insecticida biológico superefectivo contra las orugas devoradoras de cogollos, siempre que se emplee cada dos semanas y desde que las plantas son pequeñas. Cuando las orugas consumen hojas sobre las que se ha pulverizado BT, pierden el apetito casi inmediatamente y mueren en pocos días.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #268

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