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Las semillas solo necesitan agua, calor y oxígeno para germinar. Las semillas contienen un embrión en estado de hibernación y unas reservas nutritivas en forma de cotiledones que sirven para alimentarlo hasta que brota las primeras hojas y puede empezar a producir su propia comida por medio de la fotosíntesis. Las semillas solo germinan dentro de un rango determinado de temperaturas, que en el caso del cannabis es de entre 15 y 30 ºC. Por eso, si en el exterior las temperaturas no se mantienen dentro de ese rango tanto de día como de noche, conviene realizar la germinación en interior. ¡Atención!: las plantas no necesitan iluminación hasta que asoman de la tierra. Si se germinan en interior no hay que ponerles lámparas de cultivo siempre que se saquen al sol en cuanto las plántulas salgan a la superficie.
Al germinar, la semilla pasa por tres fases o estadios:
1. Se hidrata absorbiendo agua, lo que provoca que se hinche y se empiecen a poner en marcha una larga serie de procesos metabólicos como la respiración.
2. La germinación propiamente dicha, en que el embrión empieza a sintetizar proteínas para poder crecer.
3. La fase de crecimiento, en que aparece la primera raíz, llamada radícula, que se ancla en el terreno y aumenta la absorción de agua. Los nutrientes de los cotiledones se empiezan a utilizar para el crecimiento del tallo hasta que la plántula llega a la superficie, abre sus primeras hojas y comienza a realizar la fotosíntesis.
Tradicionalmente, las semillas o cañamones se plantaban directamente en el sustrato, a poca profundidad, y se dejaban brotar naturalmente. A causa de la ilegalización de la marihuana y lo difícil que era conseguir semillas hace años o los altos precios por unidad que hay ahora, muchos cultivadores se han acostumbrado a germinar las semillas entre servilletas de papel húmedas para poder asegurarse de que se abren y, por tanto, están en buen estado antes de sembrarlas.
En general, cuanto más frescas son las semillas más rápidamente germinan. Si sembramos en primavera cañamones cosechados el otoño anterior, lo más probable es que asomen de la tierra en apenas cuatro o cinco días. Pero si las semillas tienen varios años, este plazo puede doblarse o triplicarse.
Especialmente cuando se usan semillas un poco antiguas, es buena idea asegurarse de que se hidratan bien ,dejándolas sumergidas en agua durante veinticuatro horas antes de sacarlas y ponerlas entre servilletas de papel húmedas o sembrarlas directamente en el sustrato. Se recomienda echar un chorro de agua oxigenada en el agua donde se hidraten para eliminar cualquier bacteria o esporas de hongos que pueda haber.
En el sustrato hay que enterrarlas a medio centímetro de profundidad y cubrirlas con la tierra húmeda, pero sin aplastar para no apretar el terreno, lo que dificultaría la salida de la plántula. Se pueden germinar en servilletas o en macetas, pero no se recomienda sembrarlas directamente en el suelo, ya que son tan débiles en los primeros días de vida que mueren fácilmente devoradas por conejos, caracoles, babosas y otros herbívoros grandes o pequeños. Da mejor resultado germinarlas en macetas pequeñas y trasplantarlas al suelo cuando tienen unos veinte centímetros de altura y varios pares de hojas.
¿Cuánto duran las semillas?
Si se guardan correctamente, es decir, en un sitio freso, seco y alejado de la luz, las semillas de cannabis mantienen su alta facilidad de germinación durante tres o cuatro años. Lo mejor es guardarlas en botes cerrados, dentro de la nevera. La gran mayoría de las semillas (entre el ochenta y el cien por cien) germinarán sin problemas y en pocos días. Las semillas más viejas no se estropean todas de golpe, sino que van perdiendo viabilidad poco a poco; cada año que pasa germinará un menor porcentaje, pero deben pasar muchos años para que ninguna germine.
El poco conocido periodo de latencia es el tiempo que debe pasar desde la maduración de las semillas hasta que alcanzan su máxima capacidad de germinación. Justo tras la cosecha y aunque parecen completamente maduros, los cañamones aún necesitan un tiempo para acabar de formarse. En la naturaleza, este tiempo lo pasan en el suelo, adonde cayeron cuando las plantas maduraron y donde permanecen hasta que las lluvias y los primeros calores primaverales hacen que germinen. Si las semillas se ponen a germinar antes de que trascurran tres meses desde su cosecha, observaremos que germina un porcentaje menor, aunque las que germinan crecen y se desarrollan perfectamente y sin ningún problema.
Retrato de un buen cañamón
Si quieres acertar a la primera y que todas las semillas germinen, rechaza las que tengan tonos claros o verdosas y escoge las oscuras y brillantes. Deben ser duras y resistir una cierta presión de los dedos sin chafarse. Por lo general, si se rompen fácilmente es que no maduraron bien. Al ponerlas en agua, las mejores se hunden rápidamente, mientras que las que flotan suelen estar muertas o ser más débiles.
Las semillas producen sus propias hormonas de enraizamiento, por lo que no es necesario añadírselas como se hace con los esquejes. Lo que sí es recomendable es potenciar los microorganismos del suelo añadiendo directamente al sustrato un producto rico en especies como las micorrizas o las bacterias beneficiosas, que ayudan a las plantas a tener raíces fuertes y sanas.
El desarrollo del sistema de raíces es la actividad más importante que deben realizar las plantas en sus primeras semanas de vida, ya que de ello depende todo lo demás. Se deben ir cambiando las macetas por otras mayores cada vez que se queden pequeñas y antes de que el crecimiento de las raíces se detenga por falta de espacio. Cuando veamos asomar raíces por los agujeros de drenaje de la maceta, esperaremos una semana o dos como mucho para que se forme un bloque de sustrato y raíces que no se desmorone, y trasplantaremos a una maceta mayor.