Nicole, aventuras de una semilla por el mundo
Las dos veces que Gato pasó un año entre rejas son fundamentales para esta historia. En la primera de aquel año 2000 concibió a su hija Nicole, cuyo nacimiento coincidió con su liberación: “Mi hija la hice en la cárcel y salí justo el día de su nacimiento”. Y el año que Gato pasó a la sombra en el 2007 también tiene una rocambolesca historia detrás, pues fue ahí donde logró, ¡y de qué manera!, asegurar la supervivencia de Nicole, la semilla.
Esta variedad de índica, según me cuenta su autor, fue el resultado de un experimento que consistió en plantar 127 variedades de catorce bancos distintos y estudiar y documentar con un fotógrafo el comportamiento de las plantas en un mismo invernadero y con la misma dieta durante un año en Colombia. “Al final hice una Cannabis Cup con cuarenta amigos fumados: dos días de fiesta con masajistas, putas, jugos, comida… Una locura”. “Las cuatro variedades más resinosas y mejor calificadas las crucé después en México, dos y dos, y las dos resultantes las crucé entre ellas. Las semillas que conseguí de esa criba las empezamos a cultivar en el desierto de Durango durante el 2004. Allí se hizo muy fuerte y sacamos un hachís que triunfó, ganando copas en Uruguay, Brasil, Argentina, Holanda y España. Ya tenía fijada la genética de la semilla Nicole”
"Los esquejes los plantamos en una finca que había sido de Pablo Escobar y estaba requisada por la Dirección Nacional de Estupefacientes"
Sin embargo, la aventura de esta resinosa variedad estuvo a punto de acabar antes de tiempo: “Después de tres años en los que se respetaron los pactos de no agresión entre los grupos, la violencia en México se disparó y en el 2007 tuve que volverme a Colombia otra vez. Ahí fue que me echaron mano y me cayó un año en la cárcel de Envigado. Y gracias a dios que estuve preso, porque si no me habría vuelto a México, y quizás hoy estaría muerto”. El caso es que estando en prisión Gato necesitó “estallar” de nuevo las últimas semillas que le quedaban de aquel esforzado experimento: “Le dije al director que no se las quería entregar a mis cultivadores ahí fuera porque podrían perderlas. Que quería germinarlas yo mismo y que cuando las plantitas estuvieran un poquito fuertes las sacaba […] En aquella cárcel había un trato fraternal. Yo les hablé al director y al guardián de mi misión y todos congeniaron. Logré hacerme con una celda y con una oficinita. Eso me dio cierto control: entraba comida de la calle, mi hija y mi novia se podían quedar de viernes a lunes durmiendo en mi cuarto, tenía mi perrito… Y me dejaron que montara un sistema de lámparas fluorescentes debajo de mi cama, un indoor improvisado. Cuando crecieron las plantas y no cabían ahí, las llevamos a la casa del guardián y allí improvisé un cuartito. Yo salía de la cárcel una vez a la semana con un permiso médico falso e iba a la casa del guardián, donde montamos un cuarto de madres. Enseñé a cultivar al guardián, a su mujer y a su hijo, y cuando pudimos sacar esquejes los llevamos para plantar a una finca que había sido de Pablo Escobar y estaba requisada por la Dirección Nacional de Estupefacientes. La familia del guardián eran los jardineros de la finca decomisada, y así fue que pudimos montar un invernadero adentro, de contrabando. Todo eso le goleamos al gobierno. Y cuando me soltaron ya tenía una cosecha de Nicole metida en tarros”.
Luego Gato se vino para Europa y José, uno de sus “grandes hermanitos”, se trajo los esquejes en un avión comercial. En fin, esta es la apasionante historia de la Nicole, que tiene su último capítulo en la semilla que se regala este mes en Cáñamo, la Nicole Kush, un cruce con la variedad Kosher Kush fruto de la colaboración de Marimberos con DNA Genetics. La aventura continúa ahora en los cultivos de los lectores españoles. “España entera será marimbera”, me dice Gato sonriendo.
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