La oferta de variedades de semillas de cannabis ha crecido tanto en los últimos años que elegir se ha convertido en una tarea complicada. No es solo un problema de los cientos de variedades a la venta, sino de decidir entre los distintos tipos de semillas y sus características. Hagamos un repaso a las ocho características principales que definen los grandes grupos de variedades.
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Los ocho tipos de semillas que acabamos de explicar se combinan entre sí y dan lugar a dieciséis categorías diferentes. Dentro de las variedades regulares hay plantas sativas, índicas, híbridas y con y sin CBD. Lo mismo sucede con las semillas feminizadas y con las autoflorecientes. Es decir, podemos sembrar una índica feminizada autofloreciente, una sativa regular de floración fotodeterminada o un híbrido autofloreciente y alto en CBD.
Según el sexo de las plantas que salen, las semillas pueden ser regulares o feminizadas. Salvo que seas un criador que necesita machos para hacer nuevos cruces, no tiene demasiado interés cultivar regulares, pues los machos ocupan espacio que podría dedicarse a otras hembras. Con las semillas feminizadas cada semilla da, con seguridad, una hembra. Desde hace años los cultivadores que no buscan hacer nuevos cruces ni producir semillas optan siempre por feminizadas. La popularización de este tipo de semillas ha sido tan general, que hay muchos bancos de semillas que han dejado de producir variedades regulares y ya solo tienen feminizadas.
Según si florecen en función del fotoperiodo o independientemente de él, hay variedades fotodependientes o autoflorecientes. Las fotodependientes suelen ser más grandes, más productivas, con aromas y sabores más sutiles. Pero también necesitan más tiempo y solo se pueden cosechar cuando toca, por lo general, en octubre. Las automáticas, por su parte, aunque se quedan más pequeñas y producen menos, lo hacen en solo dos o tres meses desde la germinación y en cualquier mes y momento del año. Esto permite realizar dos o tres cosechas rápidas a lo largo del año en lugar de una sola. La producción por planta es menor, pero el riesgo y el tiempo dedicado a su cultivo también son más cortos.
La separación tradicional entre variedades sativas e índicas se ha ido diluyendo a lo largo del tiempo por varios motivos. En primer lugar, casi nadie cultiva sativas puras por lo lentas y grandes que son. Esto ha llevado a los bancos de semillas a intentar acortar su tiempo de floración y la altura que alcanzan cruzándolas con mayor o menor porcentaje de genética índica. El resultado ha sido muy bueno, y hoy en día, hay muchos híbridos con un gran porcentaje de sativa y un efecto bastante estimulante, aunque no tanto como las sativas puras de la vieja escuela. Es francamente difícil encontrar sativas de colocón clásico, pero es que tampoco son demasiado apreciadas actualmente por la mayoría de los consumidores, que se han acostumbrado a un tipo de efecto más físico y relajante y, a menudo, no les gusta el punto casi anfetamínico de las viejas sativas. Las índicas, en cambio, sí son muy valoradas entre los consumidores, que disfrutan del efecto narcótico y relajante por las noches, después del trabajo y antes de ir a dormir. Muchas de las variedades más apreciadas de los últimos años pertenecen a la gran familia de las kush y las afganas, índicas puras o casi puras de colores oscuros, muchas hojas y enormes cantidades de resina recubriéndolo todo.
Las automáticas, aunque se quedan más pequeñas y producen menos, lo hacen en solo dos o tres meses desde la germinación
La gran mayoría de las variedades comerciales actuales son híbridos entre genéticas índicas y sativas, con mayor o menor porcentaje de unas u otras, pero casi siempre mezcladas, ya que el cruce de ambas familias genera plantas con características intermedias muy adecuadas para el cultivo interior y exterior por su menor altura, floración más rápida y alta productividad.
Las variedades con CBD han ganado gran popularidad desde hace cuatro o cinco años entre los usuarios medicinales y entre los consumidores recreativos habituales que buscan una variedad de efecto suave para consumir durante el día mientras desarrollan sus actividades normales. Entre las variedades que contienen CBD se pueden encontrar distintos tipos en función de la concentración de este cannabinoide y la proporción que guarde con el contenido en THC.
Las variedades que tienen más THC que CBD son fundamentalmente psicoactivas, aunque algo menos que las que no tienen nada de CBD. Las variedades con una ratio THC:CBD de 1:1, es decir, la misma cantidad de THC que de CBD, también tienen algo de efecto psicoactivo pero mucho más suave. Las variedades con mucho CBD y poco o nada de THC son las que producen un efecto más suave, generalmente se experimenta como relajación corporal, tranquilidad y bienestar pero sin efecto mental ni sensación de aturdimiento o falta de agudeza. Suelen ser totalmente compatibles con la vida diaria, y por eso son muy apreciadas por los pacientes que necesitan cannabis como medicina y que no quieren o no les gusta sentirse colocados.