La obra pictórica de Helena Toraño (Oviedo, 1984) refleja un profundo lirismo, del que también hace gala en su faceta musical dentro del grupo Los Bonsáis, en el que canta, compone y toca la guitarra junto con Nel González. Toraño tiene una actitud positiva ante la vida que vierte en su trabajo de manera magistral. Sus paisajes de ensueño son los grandes protagonistas de su obra, y el hecho de que viva en Asturias es clave para su paleta de color, donde las verdes praderas crean las atmósferas perfectas para las escenas que representa.
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, ha sido galardonada en numerosas ocasiones, como con el Premio Asturias Joven en 2014, el segundo premio del XIV Certamen Nacional de Pintura Casimiro Baragaña (Pola de Siero, 2018) y, recientemente, en 2024, dentro de la Feria Marte (Castellón), el premio adquisición UBE Corporation Europe. La prestigiosa Galería Llamazares de Gijón la representa desde 2016. Ha expuesto individual y colectivamente en gran parte del territorio nacional e internacional participando en ferias como JustMad7, Art Marbella, Estampa o CONTEXT Art Miami.
Hablamos con ella para la revista Cáñamo sobre su trabajo y diversas cuestiones en torno al arte y la vida.
El paisaje asturiano es protagonista de muchas de tus obras, ¿qué emociones crees que aporta a tus cuadros?
La presencia del paisaje asturiano en mi trabajo es mucho más evidente en estos últimos años, en los que me he propuesto representar la naturaleza en todo su esplendor. Lo que busco es transmitir esa visión romántica del paisaje, ese sentirte insignificante frente a lo inmenso a la vez que te sientes parte. Por eso, cada vez más, la figura humana ocupa un espacio mucho menor en mis cuadros dejando que el entorno se convierta en el protagonista. Quiero transmitir esa sensación de disfrute y fascinación a la vez que incertidumbre y melancolía.

Un claro luminoso (100 x 130 cm, 2023).

El espejo (81 x 60 cm, 2023).
Recientemente has estado en la residencia artística Nautilus en Lanzarote, ¿cómo has vivido el contraste entre el paisaje volcánico y el asturiano al que estás acostumbrada?, ¿cómo ha afectado a tu paleta de color?
Ha sido una experiencia muy inspiradora. Precisamente, después de pasarme los últimos años profundizando en la paleta de verdes me apetecía dar un giro radical. Me lo pasé pipa con los rojos, ocres, tierras e incluso negro, un color que no utilizo nunca. Me encantó encontrarme con un espacio donde la naturaleza tiene una presencia tan abrumadora como aquí, pero a la vez es completamente diferente. Incluso más que el paisaje, me sorprendió la cantidad de luz, ese cielo siempre límpido que te permite apreciar todo con claridad.
¿Qué importancia tiene la figura de la mujer en tu obra?
En un principio sí que era algo más natural: cada vez que pensaba en una composición para un cuadro me venía la imagen de una mujer. También, desde pequeña, me han interesado más las historias creadas por mujeres o donde estas tenían un papel importante así que mi aprendizaje y mis referencias están ahí, es inevitable. Pero ahora ya, siendo más consciente de lo que hago y de lo que quiero hacer es por una razón más meditada. Históricamente han sido los hombres los que se han encargado de mostrar la imagen de la mujer desde su perspectiva y creo que es interesante mostrar también nuestro punto de vista. Cuando las mujeres nos representamos a nosotras mismas, hablamos de otros temas, enfatizamos otros aspectos, contamos otras historias. Me parece imprescindible crear desde nuestros pies, ampliar el modo en que vemos el mundo desde nuestra concepción que, en muy pocas ocasiones, tiene algo que ver con cómo nos han representado los hombres a lo largo de la historia.

Medio dormidas (35 x 50 cm, 2021).

El caballo escondido (41 x 33 cm, 2024) y Enfrascada (81 x 65 cm, 2022).
En tus pinturas siempre aparecen figuras descansando, paseando, leyendo, lo que viene siendo disfrutar de la vida, ¿cuál es tu interés en mostrar este tipo de escenas?
“¿Dónde ha quedado la introspección, la reflexión, la contemplación? Nada me parece más reconfortante y saludable que mirar a las musarañas y eso es precisamente lo que reivindico con muchas de mis figuras. ¡Más dolce far niente y menos prisas, por favor!”
Lo que busco es escapar del tedio diario. No soporto el ritmo frenético impuesto que, a mí por lo menos, me impide pensar con claridad. Esa sensación de que por muy productivo que seas y por mucho que madrugues siempre llegas con la lengua fuera a todas partes; la inmediatez… ¡me pone de los nervios! ¿Dónde ha quedado la introspección, la reflexión, la contemplación? Nada me parece más reconfortante y saludable que mirar a las musarañas y eso es precisamente lo que reivindico con muchas de mis figuras. ¡Más dolce far niente y menos prisas, por favor!
Y hablando de disfrute, en muchas de tus pinturas también aparecen animales, casi siempre gatos, ¿por qué esa preferencia por los felinos?
Tú más que nadie deberías saber que cuando la pasión felina te toca, no puedes escapar. Durante mi adolescencia convivimos con unos cuantos gatos en casa de mis padres y desde entonces descubrí lo divertidísimos y enigmáticos que son. Lo que más me gusta es que siempre tienes que estar alerta, nunca puedes dar nada por hecho con ellos. Si te esperas un ronroneo te puede caer un zarpazo sin piedad y viceversa, y eso, lo inesperado, lo misterioso, me seduce totalmente. Luego, evidentemente, está lo formal, lo estético, y es que, junto con los zorros o los petirrojos, me parecen los animales más bonitos y más apetecibles de pintar.

Hilo musical (100 x 81 cm, 2020).
¿Cómo vives tu día a día como artista?
Me despierto a las siete, desayuno y me pongo a pintar. He adecuado una habitación en mi casa como estudio así que no tengo excusas para llegar tarde. Normalmente pinto unas cinco horas por la mañana y, por las tardes, que ya estoy algo más espesa, le dedico dos o tres. Después dedico un rato a un trabajo más de ordenador: contestar emails, hacer bocetos, editar fotos… Mientras pinto necesito escuchar algo, no puedo estar en silencio: por las mañanas suelo escuchar la radio o algún podcast, bueno, alguno no, Deforme Semanal. Y de tarde prefiero escuchar música: Astrud Gilberto, Nico, Françoise Hardy, Melody’s echo Chambers, Fazerdaze… Y si necesito trabajar enérgicamente me pongo a La Casa Azul, Aiko el grupo, Mujeres. Desde el año pasado doy clases de pintura un par de días por semana en una tienda de mi barrio, me viene muy bien ese contacto con la gente, porque si no, sería capaz de pasarme semanas encerrada trabajando. Tampoco me queda tiempo para hacer mucho más que trabajar. Me encanta cocinar, salir a dar un paseo, leer o quedar para tomar unas cañas. Mi vida gira en torno a la pintura 24/7 porque, aunque hay una hora determinada en la que digo “se acabó por hoy” y suelto los pinceles, la cabeza nunca descansa. Siempre estoy pensando en lo siguiente y con la sensación de búsqueda constante. Es un poco agotador pero muy satisfactorio a la vez.

Retrato de Helena Toraño. Foto: Nel González.

El enigma (73 x 60 cm, 2023) y La carta (73 x 60 cm, 2019).
¿Cuáles dirías que son tus mayores referentes tanto dentro de la Historia del Arte como entre tus coetáneos?
Algunos son referentes en cuanto a lo formal y lo temático y de otros me fascinan tanto sus biografías como su trabajo: David Hockney, Félix Vallotton, Henri Rousseau, Foujita, Leonora Carrington, Laura Knight, Alice Neel, Georgia O’Keeffe, Alex Katz, Botticelli, Marie Laurencin, Suzanne Valadon, Mattisse, Maurice Dennis, Isabel Villar… En cuanto a coetáneos disfruto mucho del trabajo de mi amigo Juan de la Rica y admiro el de Breza Cecchini, Chechu Álava, Federico Granell, Juan Fernández, Hugo Alonso, Alberto Ámez, Estefanía Martín Saenz, Agus Díaz Vázquez, Imon Boy…
Sabemos que no eres consumidora, pero, ¿qué opinión te merece el prohibicionismo que se cierne sobre las drogas en una sociedad donde está clarísimo que se consumen?
No soy ninguna experta en este tema, pero sí que me parece bien la postura de determinados países que han decidido legalizar ciertas sustancias después de haber escuchado a la sociedad. Además, el desarrollo de la farmacología y por lo tanto de la medicina no se entendería sin drogas. Creo que hay ciertas líneas legales que el tiempo terminará poniendo en su sitio.

Foto del mural realizado el pasado noviembre en Campo de Caso (Asturias).
El noviembre pasado has realizado un mural en Campo de Caso, ¿cómo has vivido esta experiencia?
Pasar de pintar lienzos con pinceles finos a que te den permiso para pintar una pared de 23 metros, con rodillos y brochas, es totalmente liberador. Al principio da bastante respeto, es todo un reto, porque tampoco tengo mucha experiencia y el síndrome de la impostora siempre está al acecho. Pero precisamente por esto, cuando todo sale a pedir de boca, me sorprendo a mí misma y me gusta mucho esa sensación. Me siento muy cómoda en ese formato grande.
¿Estás preparada para este 2025?
Estos últimos meses que he estado trabajando en varios proyectos (publicidad, mural, colaboración con una revista…) he tenido poco tiempo para pintar lienzos así que mi plan es encerrarme en mi estudio a finalizar unos cuantos que ya tengo planteados. Si algo he aprendido durante estos años es a dejarme llevar, ya no me agobia no tener nada cerrado a la vista porque en seguida me surgen dos o tres propuestas interesantes que me hacen ponerme las pilas. Así que aquí estoy, en guardia, para lo que surja mientras pinto sin descanso.

Si un día te vas (35 x 50 cm, 2024).

Sobremesa (50 x 40, 2018).