Ingredientes para cuatro personas
Elaboración
No existen muchos alimentos que puedan presumir de tener una historia que se remonta 2.000 años atrás, pero, cada vez que comamos queso feta, estaremos degustando un producto que fue muy común en la época de Homero o Alejandro Magno. Nacido entre los pastores nómadas, la mitología dice que el cíclope Polifemo, hijo de Poseidón y la ninfa Toosa, fue su primer fabricante. Él transportaba la leche que había ordeñado de sus ovejas, utilizando estómagos de animales como bolsas. Días más tarde, la leche había cuajado, convirtiéndose en una masa sólida y sabrosa. Este queso cuajado se empezó a llamar feta a partir del siglo xvii, por el hábito de cortarlo en trozos, ya que en griego feta significa ‘trozo’.
Hoy en día es el mayor exponente gastronómico del país heleno, ocupando aproximadamente un diez por ciento de sus exportaciones de alimentos, lo que muestra su excepcional prestigio internacional. El motivo de esta reputación se debe en gran parte a la mezcla entre su peculiar y característico sabor ácido y su textura cremosa. Estas singularidades solo son posibles si las robustas ovejas y cabras de las que procede la leche con la que se produce pastan en los particulares y escarpados campos griegos. Esta abrupta orografía sumada a su gran biodiversidad de más de seis mil variedades de plantas, de las cuales el quince por ciento son endémicas, ofrecen la materia prima ideal para un producto tan especial. Si a esto le sumamos su peculiar método de producción y maduración en salmuera, podremos comprender la obtención de un queso de un sabor, textura y aroma únicos e inigualables.

Para preparar esta original receta, lo primero que tendremos que hacer es el AOVE cannábico de Hippo High, que es lo que más tarda. Por tanto, comenzaremos llenando un bote hermético pequeño con cogollos o restos de manicura, dependiendo de la potencia que queramos. A continuación, vertemos el AOVE en el bote hasta que toda la hierba esté cubierta por completo. Lo tapamos y dejamos macerar en un lugar seco y alejado de la luz entre 30 y 45 días, moviendo el recipiente ligeramente una vez por semana como mínimo. Pasado este tiempo, filtramos el contenido con un colador de tela y ya estará listo para ser consumido y transportarte a la mismísima isla de Ítaca.
La elaboración de esta ensalada es de nivel parvulitos. Lo único que deberemos hacer es cortar los ingredientes de la forma adecuada y ponerlos en una ensaladera o plato. Primero pelamos y cortamos la sandía en cubos de 1 cm de grosor y la cebolla en juliana (tiras finas). Colocamos la sandía en el recipiente elegido y encima la cebolla. Lo siguiente será la estrella del plato, es decir, el queso feta; también lo cortaremos en dados, pero de la mitad del tamaño de los de la sandía, que colocaremos esparcidos por arriba. Ahora le toca a la hierba buena: la picamos un poco y la repartimos sobre el queso feta. Y para culminar, pondremos primero las aceitunas negras cortadas en trocitos pequeños y los cacahuetes fritos o tostados un poco picados después.
Por último y no menos importante, tendríamos que añadir el aliño mágico, que nos va a dar el punto diferencial. En esta ocasión podemos hacerlo directamente, es decir, ponemos un poco de sal y regamos con el zumo de limón y el maravilloso AOVE cannábico. También podemos elaborar la limoneta (‘vinagreta de limón’), antes y después echársela por encima, pero en este caso no es necesario. El último consejo importante es que se sirva bien fría y que se tenga mucho cuidado con la dosis. No hay que olvidar rodearse de gente querida. ¡Hasta la próxima!