De origen francoargentino, el inconfundible Mr. Kern ha desplegado su estilo a lo largo de paredes, cacas de perro callejeras y galerías de arte de todo el mundo, pasando por un buen montón de páginas de cómic elaboradas con minucioso virtuosismo.

En su brocha tienen encuentro influencias de Diego Velázquez y Miguel Brieva, y el resultado es un ejercicio majestuoso de libertad. Estamos hablando de un personaje tan singular como necesario para digerir la extrañeza de nuestro tiempo con una sonrisa amarga pero sonrisa pese a todo, capaz de entregarnos en el mismo menú una crítica ácida seguida de un postre suculento. Mr. Kern se nutre del cómic underground de los ochenta y sus herederos actuales, del surrealismo, el misterio, la magia y el humor más gamberro. En su obra se mezclan referencias y técnicas clásicas con otras propias del mundo del grafiti, siempre desde un punto de vista ácido y distorsionado, mezcla homogénea de culturas y diferentes entornos urbanos.

El caso Alain Lluch fue publicado en Francia por Les Requins Marteaux en el 2016, y está a punto de aterrizar en nuestro país de la mano que mejor le casa, la de Autsaider Cómics. Mucha atención porque promete contenido extra: Mr. Kern está rotulando personalmente la edición en castellano y traerá ocho páginas inéditas con aventura, colorido y cameos de celebridades, que mejor si no se enteran de que las han retratado ahí. El cómic vendrá en formato A4 para que luzcan esas viñetas preciosistas y nos metamos de lleno en este drama delirante –guion gestado junto a Antoine Pinson– con la historia de Alain Lluch, empleado de marketing de una empresa de comida para mascotas que elabora el pienso a base de los peores desechos orgánicos. La porquería que ponen en la comida crea mutaciones antropomórficas en los animales, provocando un gran revuelo social y que la esposa del propio Alain Lluch acabe engañándole con el perro. De tan descabellada y excesiva, la historia acaba aterrizando una vez más en el humor, nuestro último aliado.

Hemos hablado con este genial artista tan amigo de la fantasía sobre los rumores que circulan sobre él, sobre el momento de transición que vive el grafiti o los entresijos de su proceso creativo. La leyenda de la crianza entre lobos queda desmentida. La de mousse de paté technicolor –técnica patentada con la que realiza todos sus cuadros–, no.

Es sabido que te criaste con lobos, cuéntanos algunos entresijos de tu biografía reciente, de la elaboración del cómic, de las páginas extra que estás preparando para la edición con Autsaider, ¿has aplicado tu técnica de mousse de paté technicolor para componer El caso Alain Lluch o has creado alguna otra receta para la ocasión?

[Se ríe.] El concepto de los lobos es una sandez que inventé para una biografía anterior. ¡Fui criado por padres extraordinarios con mucho arte! Los dos pintan y dibujan muy bien, les mando un gran abrazo. La elaboración del cómic El caso Alain Lluch ha sido una verdadera lucha, ya que he intentado pintar cada viñeta como un cuadro, usando una cantidad ínfima de mousse de paté en la mezcla. La edición española contendrá las noventa páginas del cómic pintado en paté technicolor, a las que se añadirán ocho páginas inéditas.

¿Alguna vez te consideraste un toyaco (juguete fácil de influenciar, pringao en la cultura urbana)? ¿En qué momento sentiste que habías pasado a representar por ti mismo con orgullo?

Sí, por supuesto, ¡siempre me he considerado un toyaco! Hasta el día de hoy me considero un gran toyaco; se puede decir que uno siempre es el toyaco de otro.

En alguna ocasión has dicho que la pintura de estudio sirve para financiar la de la calle, ¿significa eso que prefieres la actividad clandestina del grafiti, que te lo pasas mejor?

La época actual ya no permite pintar paredes ilegales en las grandes ciudades europeas, en lugares céntricos, tomándose uno su tiempito como solía hacer en los años noventa y dos mil. Los murales grandes se tienen que negociar con ayuntamientos o propietarios privados, modificando necesariamente las temáticas y la estética de las creaciones, que ya se convierten en street art. Por otra parte, muchos artistas se sienten cada vez más molestos con el olor nauseabundo del espray y con la recuperación ilimitada que ha hecho el mercado de la cultura grafiti. En relación con todo esto, estoy contentísimo de constatar que los artistas de calle, los grafiteros, vuelven al uso de las técnicas de brochas tradicionales con pintura al látex y acrílicos. ¡Son cada vez más numerosos! Tenemos, por ejemplo, el trabajo suntuoso de artistas como Rafael Márquez Celdrán, Axel Void, Sebas Velasc y Mohamed L’Ghacham, con quienes tuve el placer de colaborar en una exposición colectiva este verano en la galería Artsübli.

¿Qué artistas te inspiran más allá del mundo del grafiti y la pintura? ¿Quiénes son tus referentes dentro del cómic o el rap?

Me inspiran grandes autores como Alejandro Jodorowsky y Carlos Castaneda. Soy un fan incondicional de los cómics de Richard Corben y Simon Bisley, tanto como de Miguel Brieva y Paco Alcázar. Me flipan los increíbles remixes del difunto DJ Screw, pero también puedo soltar una lagrimita escuchándome un tango de Carlos Gardel.

A raíz de tu intervención sobre cacas de perro con espráis, ¿crees que si lo pintamos de colorines el mundo se convierte en un lugar menos repugnante?

¡Ojalá!

¿Cómo ha afectado el consumo de drogas en tu proceso creativo?

Mi proceso creativo ha mejorado considerablemente desde que he dejado de tomar alcohol. La marihuana, sin embargo, ayuda un tantito a conseguir un poco de flow en el momento de dibujar o de imaginar historias.

¿Recuerdas algún momento trascendental, decisivo para tu carrera, propiciado por las drogas?

Aquella vez que me afeité las cejas después de haber ingerido setas.

¿Se te ocurre un plan mejor que ir a casa de los colegas y fumar unos canutos?

¡Pues no! ¡Un saludo especial para mis compis de Barcelona, Eox y Scum!