Ana Galvañ nació en Murcia en 1975 y su estilo inconfundible se halla en equilibrio perfecto entre experimentación y perfeccionismo, como bien demuestra su último cómic, Pulse Enter para continuar. En su trazo de línea clara y sus características tramas se dan cita las Bellas Artes, estudios que cursó en Valencia, la influencia compositiva y conceptual de haber trabajado años en el terreno de la publicidad, la ilustración más vanguardista y la frescura de los cómics alternativos de las últimas décadas.
Rotunda e independiente, con espacio tanto para las grandes marcas como para los fanzines, su trayectoria es a estas alturas larga y rica. Ana Galvañ lo mismo atiende encargos para Perrier, Mahou, Google o Vodafone, que para magazines culturales, que gestiona su propia plataforma de apoyo al cómic fanzinero y joven, Tik Tok, que imparte cursos de narrativa, ilustración o diseño de personajes. Coordina antologías y exposiciones, ejerce el comisariado y no se le escapa un detalle de lo que se cuece a ningún nivel, suponiendo ella misma uno de los más importantes ejes de cohesión del panorama del cómic y la ilustración en nuestro país.
No en vano su propia obra se ha visto publicada por editoriales internacionales de la talla de Fantagraphics, Nobrow, Autsáider, Fosfatina o Apa-Apa. Esta última, encargada de lanzar el brillante trabajo que hoy nos ocupa, Pulse Enter para continuar, ha cobrado gran relevancia en la elaboración del mismo. Ana nos explica el significativo papel que ha jugado: “El trato no era sólo te publicamos un libro, sino hagamos algo juntos. Por eso este libro tiene, por un lado, la marca de Apa-Apa y, por otro, lo siento muy mío. La motivación por parte de Toni Mascaró –director de la editorial– ha sido clave, siempre ha estado ahí animando y apoyándome en los momentos de dudas. En cuanto al diseño, ha sido un trabajo conjunto también con Sergi Puyol, el maquetador de la editorial. Sin embargo la impresión la he dejado en sus manos, porque ellos son los expertos y lo hacen todo muy fino”.
Y es verdad que han creado un objeto fino. Por dentro y por fuera, gusta tenerlo en las manos, colocarlo a la luz para ver sus brillos metalizados, darle vueltas y vueltas para apreciar todos los matices de la minuciosa edición.
Una ciencia ficción sensible y llena de contraluces
Los violetas y magentas que han solido acompañar su imaginario se ven en esta obra más acompañados que nunca en una explosión de color hipnótica y precisa capaz de establecerse en un punto exquisito entre el esoterismo y el orden geométrico. Como buena humanista, Ana Galvañ encuentra en la ciencia ficción un escenario perfecto para desarrollar el costumbrismo más desasosegante. Este género siempre ha supuesto una gran influencia para la artista. Desde el impacto causado en la infancia por dibujos animados como Robotech, Ulises 31 o Dragon Ball pasando por la literatura de Isaac Asimov, Artur C. Clarke o Stanislaw Lem, devorada durante la adolescencia, hasta la imaginación personal y desbordante de Michael Deforge, dibujante de cómics de vanguardia y uno de los diseñadores más relevantes dentro de la genial serie Hora de aventuras.
En las cinco historias finísimamente labradas que componen Pulse Enter para continuar no falta un matiz de sensibilidad. Existencialismo, humor, fantasía, drama, misterio, romance y un erotismo oscuro y perturbador conviven en un tomo imprescindible envueltos en un halo de melancolía de un corte filosófico nada pretencioso. El estudiado uso del color aporta tanto juego, llegando a interactuar en varios momentos clave con el lector, que es capaz de equilibrar el conjunto hacia sensaciones más luminosas. Todo forma parte de la personal perspectiva vital de la autora: “Lo del existencialismo es cierto, y la tristeza también está ahí… No es que quiera expresarlos directamente, pero tienen que ver con mi forma de ver el mundo, así que siempre se trasluce algo de eso. El humor es lo que me mantiene a flote, además de usarlo como recurso para eliminar todo rastro de solemnidad o cualquier atisbo de lectura intelectual de las historias. La búsqueda de cierta belleza en el color, el dibujo y la composición, aunque a veces ambigua, también forma parte de una idea editorial, para que no resultara tan árido el conjunto”.
Experimentación filosófica sin pedantería
“El humor es lo que me mantiene a flote, además de usarlo como recurso para eliminar todo rastro de solemnidad o cualquier atisbo de lectura intelectual de las historias”
En Pulse Enter para continuar encontramos riesgos de altos vuelos en todos los sentidos, desde la estética preciosista, a veces de aspecto tan sencillo como intrincado, hasta las licencias narrativas o el uso rompedor de las tipografías. La experimentación en estos ámbitos siempre ha caracterizado a la artista, pero en esta ocasión innova como nunca antes y el resultado brilla con luz propia. El cómic es fascinante y divertido pero también muy inquietante y misterioso, requiere una atención pausada y la relectura es obligada. Es el fruto de una elaboración larga y minuciosa pero también de toda una carrera dedicada a la innovación: “Es algo que he hecho desde el principio. Siempre he concebido la creación de historias como algo donde quien lee también debe ser activo, que se construye a partir de una serie de pistas que voy dejando y que depende de la interpretación subjetiva y personal de cada una. Hay un esfuerzo por mi parte en construir y deconstruir de determinada forma, pero no me cuesta mucho porque es algo que me divierte”. Cuando el esfuerzo en arriesgar supone un fin en sí mismo, cuando se tiene en cuenta la subjetividad de cada lectura, el resultado es naturalmente ganador.
Uno de los anzuelos más sabrosos de la obra se agita en la historia final, donde se da una pista importante: las palabras shinda kodomo se repiten varias veces y parecen tener un peso esencial en la narración no sólo de este capítulo sino de la obra entera, puesto que enlaza con imágenes que se van sucediendo de manera críptica a lo largo de las páginas. La autora incita sutilmente a investigar sobre ello y, buscando en internet, se averigua que pertenecen a un proverbio japonés. Sin desvelar el enigma, hablamos con Ana de este aporte exótico y delicado: “Es curioso, porque me parecía muy evidente que la gente googlearía shinda kodomo al no entender las palabras, pero no está sucediendo. Esto me hace pensar que no es tan importante desvelar esta pista de la historia para comprenderla, simplemente añade algo más. El enlace guía hacia ese proverbio oriental porque habla de un hecho que en nuestra cultura es un tabú tremendo, pero en otras es más aceptado o tiene un sentido más poético. El proverbio también habla del candor y la inocencia de lo que podría haber sido y no fue. Me parecía bonito.”
Todo apunta a que, por muy alto que haya llegado ya, su carrera tiene muchas explosiones que ofrecer y, quién sabe si aún puede aguardar un giro psicodélico. Preguntada sobre el uso de marihuana a la hora de abordar el proceso creativo, Ana responde que aún no lo ha probado, pero que las puertas están abiertas: “Estoy pensando en usarla para futuros proyectos de cómic. Tengo un par de guiones entre manos a los quizás les pueda añadir algunas ideas locas y escenarios aún más lisérgicos. Ya os contaré”. Esperaremos esas novedades con la mente ensimismada en tigres cuánticos y puertas cósmicas de cristal líquido, frotándonos las manitas.