Entre todas las opciones disponibles, ¿por qué escoges ser policía?
Hay mucha gente en la policía que siempre quiso ser policía, ya sabes, aquellos que ya durante la infancia se disfrazaban de poli. No fue mi caso en absoluto. La razón es porque fui a la universidad por error. No sé por qué diablos pensé que me gustaría estudiar empresariales. ¿Negocios? ¡Qué aburrido! Enseguida abandoné la universidad y me di cuenta de que tenía que hacer algo que fuera diferente todos los días. Tenía dos opciones. Lo primero que pensé fue viajar por Europa, tratando de conseguir trabajo recogiendo fruta mientras viajaba. Es lo que hicieron un par de amigos y parecía emocionante. Pero también apareció la opción de ser policía, algo que podría ser diferente cada día. Así que me presenté. Para nada era mi ambición, fue literalmente una locura.
Pronto te inicias con las drogas y destacas como agente encubierto. ¿Cuáles son las señales de alerta que te indican que el sistema falla?
Antes debo decir que trabajé durante catorce años de policía encubierto y que las personas que trabajamos en esta área somos unos motivados y nos creemos nuestro trabajo. Por eso, aunque tuve momentos en los que comencé a dudar, era como si no permitiera que esas dudas fluyeran del todo, eran dudas inaceptables. Pero ese sentimiento fue creciendo y poco a poco llegué a la conclusión de que el sistema no funcionaba, aunque me resistí mucho tiempo. Una de las primeras señales fue un día que iba a encontrarme con un traficante de heroína y estaba caminando en el Barrio Rojo, un área de trabajo sexual en la calle en Nottingham. Era domingo por la tarde y escuché una voz: “¿Sexo?”. No vi a nadie y seguí caminando. Pero volví a oír: “¿Sexo?”. Ese día vestía muy sucio, debía parecer un vagabundo de aspecto rudo. Finalmente pude ver a la mujer, que me miró de arriba abajo y dijo: “¿Sexo barato?’. Caminé, ignorándola, para encontrarme con el traficante, le compré heroína y obtuve las evidencias para la investigación. Siempre que explico esta anécdota, la mayoría de la audiencia, da igual si son policías o no, se ríe al decir “barato” por mi aspecto descuidado. Pero para mí, cuando recuerdo aquel día, no tengo ni idea de cómo era el dealer, era solo uno más de la interminable lista. Y, sin embargo, si cierro los ojos puedo ver y recordar a la perfección a esa mujer. Tendría unos veintiún años y temblaba. Estaba tratando desesperadamente de lidiar con el síndrome de abstinencia y es lo que le llevaba a ofrecerme sexo barato en la calle. En aquel momento no saqué conclusiones, pero me sentí muy incómodo porque era obvio que necesitaba ayuda y yo era un agente del Estado que no hice nada porque mi deber era ir tras otro traficante. Esa fue una de las primeras veces que realmente comencé a cuestionarme qué estaba haciendo. Si se trataba de ayudar a las personas, ¿por qué los recursos se dirigen hacia esta dirección y no hacia otra? Este proceso tuvo un gran impacto psicológico porque luché con estos pensamientos durante mucho tiempo. Pero conforme fui conociendo a más y más personas usuarias de heroína me di cuenta de que la mayoría están sufriendo y que arrastran una historia traumática. ¡No tenía ni idea de esto cuando empecé! Pero conocer a estas personas, pasar tiempo con ellas y vivir la realidad de su situación fue lo que me hizo cambiar de opinión. Aunque insisto que me tomó mucho tiempo enfrentarme a lo que estaba viendo, lo que sentía y lo que observaba. Quizá uno de los momentos cruciales fue una operación masiva para desmantelar a un grupo criminal muy violento, que traficaba con drogas pero también responsable de múltiples asesinatos y violaciones en grupo. Una investigación de siete meses para atrapar a los seis jefes, pero también todas sus conexiones. Participaron cinco fuerzas policiales diferentes y detuvimos a noventa y seis personas. Pensé que esta operación iba a tener un gran impacto en el mercado. Mi sorpresa fue cuando el de Inteligencia me respondió: “Sí, logramos interrumpir el suministro de heroína y crac en Northampton durante dos horas”. ¡Siete meses de trabajo y casi me matan dos veces para interrumpir el mercado solo por dos horas! Es la evidencia de lo rápido que se adaptan los mercados y que no solo estamos causando daño al manipular a las personas vulnerables, sino que además creamos oportunidades para que otras personas se enriquezcan. Las bandas rivales están contentas con esta maravillosa oportunidad que les brindamos.
Aunque el cambio es un proceso, ¿hay un momento claro de inflexión en el que dices “Basta, no puedo seguir con esto”?
Sí, la última operación en Brighton con grupos del crimen organizado que utilizaban a personas sin hogar como intermediarios y donde se ejercía con brutalidad su control. Fue una imagen clara del futuro: hagamos lo que hagamos, sea cual sea nuestra dirección, las cosas siempre irán a peor. Se da una escalada en el uso de la violencia, cada vez más extrema y despiadada, en respuesta a las tácticas policiales. Fue ahí donde definitivamente me di cuenta de que la criminalización del consumo de drogas causa daños y abandoné.
¿Encontraste apoyo y a otras personas que sentían esta contradicción?
"Las leyes sobre drogas son el principal mecanismo que se utiliza para oprimir a la población afroamericana en Estados Unidos y en todo el mundo. ¡Para eso fueron diseñadas! Necesitamos recordar a la gente que hablar sobre Black Live Matters es hablar sobre políticas de drogas"
Intenté cambiar las cosas dentro de la policía e influir en el pensamiento policial, pero era frustrante. Cada vez sentía más como si estuviera en un lugar hostil y que estaba trabajando para el enemigo, para personas que no tenían los mismos puntos de vista filosóficos y éticos que tenía yo. Me sentía solo porque muy pocos estaban de acuerdo conmigo y aunque algunos sí empatizaban, no era suficiente como para hacer algo al respecto. Había cierta apatía del tipo “tienes razón, sabemos que no ganaremos esta guerra contra las drogas, pero no nos pagan para pensar en ello”. En aquel momento, la reforma de la política de drogas no era un tema de discusión en Reino Unido. Afortunadamente, esto ha cambiado de forma drástica y es, en parte, gracias a LEAP. De hecho, hay un creciente movimiento tangible dentro de la policía, no solo en el Reino Unido sino en todo el mundo, favorable a la reforma. Estamos influyendo en el pensamiento policial; por ejemplo, ahora hay una mayor conciencia de que causamos daños y que los consumos problemáticos a menudo están relacionados con vidas muy difíciles y experiencias traumáticas.
Háblanos de LEAP
LEAP son las siglas de Law Enforcement Action Partnership y nace el 2002 en Estados Unidos como una iniciativa de cinco policías que tuvieron experiencias similares a las mías, llegaron a las mismas conclusiones y decidieron pasar a la acción. La idea original se basó en Veterans Against the War, una organización de finales de los setenta donde eran los propios militares veteranos quienes pedían el fin del conflicto. Lograron que sectores conservadores de la sociedad americana se sumaran a la protesta y ya no solo fueran activistas de izquierda que protestaban. Sin duda, tuvo un rol destacado para lograr el fin de Vietnam. Los fundadores de LEAP pensaron que podrían hacer lo mismo con la guerra contra las drogas. De hecho, al inicio, las siglas hacían referencia a la Law Enforcement Against Prohibition, pero cambiamos el nombre porque estratégicamente cuando hablas con políticos, estar en contra de algo no resulta una forma útil de situarse en esa área gris donde encontrar puntos en común y acuerdos para avanzar. Así que Action Partnership es más apropiado para alcanzar nuestros objetivos.
¿Cómo conociste LEAP y qué supuso para ti?
LEAP se estableció en Reino Unido en 2009, aunque yo los descubrí en el 2014. Estaba en contacto con organizaciones como Transform Drug Policy Foundation o Release Drugs, y sentía que formaba parte de un gran movimiento. Pero descubrir que había otros policías y de hecho, muchos, fue muy impactante. Ya no me sentía tan solo y además encontré a muchas personas de las que podía aprender. Soy un friki por naturaleza, si estoy interesado en un tema, tengo que saberlo todo al respecto, tengo que seguir indagando más y más. Por eso en seguida destaqué como experto en drogas dentro de la policía, necesitaba saberlo todo. Pero el mundo de las políticas de drogas es algo nuevo que implica conocer temas complejos de salud pública o modelos de regulación, y tanto en LEAP como en la comunidad activista encontré personas de las que aprender. Así que probablemente me convertí en uno de los miembros más activos del Reino Unido y escribí mi primer libro para intentar ser más útil para LEAP y la comunidad activista en general. Si me dijeras en el 2010 que escribiría un libro y sería un personaje público, me habría reído de ti. Nunca me gustó ser el centro de atención, y la idea de ser una figura pública me perturba (todavía hoy). ¡Es terrible! En cualquier caso, me invitaron a formar parte de la junta directiva de LEAP en Estados Unidos y así me he convertido también en uno de los miembros más activos en términos de desarrollo internacional de la organización.
En cualquier caso, tengo la impresión de que está formado por muchos expolicías y pocos en activo.
“La mayor parte de la policía sabe muy poco sobre drogas y, lamentablemente, creen todo lo que se dice en los medios de comunicación”
Depende. En Estados Unidos hay muchos policías, jueces y fiscales en activo y, de hecho, la mayor parte del reclutamiento procede de este sector. Es muy alentador, porque en el Reino Unido todavía no estamos en ese nivel. Aquí tenemos muchos ex: expolicías encubiertos, exjefes, exinspectores, exmilitares... Aunque también es cierto que aquí tenemos muchos “miembros silenciosos”, policías en activo que no se muestran públicamente como LEAP pero que aportan su granito de arena como pueden. Por ejemplo, ayudan a crear políticas policiales como los esquemas alternativos para la posesión de drogas, que priorizan la atención psicosocial antes que el arresto. Es decir, en lugar de arrestar a la persona por posesión, se le facilita la opción de visitar un consejero de drogas e, independientemente de si asiste o no, no queda ningún registro de arresto. Es un sistema incluso mejor que el modelo portugués, porque no queda ningún registro oficial del incidente. Es, de facto, una despenalización por la puerta trasera y es muy revolucionario, porque va en contra de la política del gobierno.
¿Tu trabajo policial te ha dejado alguna secuela?
Sufro de estrés postraumático (TEPT) no solo por las veces que estuve a punto de morir, sino también por la culpabilidad moral de haber causado daños a muchas personas especialmente vulnerables.
Supongo que conoces los estudios sobre MDMA y TEPT. ¿Sientes curiosidad?
Absolutamente. Somos muchas las personas de la policía que sufrimos este trastorno como resultado de luchar en esta guerra. En estos momentos, estamos colaborando con Drug Science para ser sujetos experimentales y ayudar así a abogar por nuevos tratamientos en temas de salud mental. Dar a conocer los beneficios terapéuticos de sustancias, a menudo ilícitas, es muy útil para crear otra narrativa de sustancias que han sido demonizadas. Es lo que ha ocurrido con el cannabis. Lo más irónico de todo esto es que sufrimos las consecuencias de luchar en la guerra contra las drogas y la solución potencialmente está en drogas contra las que luchamos.
Has publicado dos libros junto a J.S. Rafaeli sobre el fracaso de la guerra contra las drogas. Sin embargo, ¿no crees que la guerra contra las drogas ha significado también un éxito teniendo en cuenta que una de las razones para iniciarla y mantenerla ha sido atraer fondos a la policía?
Sí, la financiación es un temazo, aunque sin duda es más destacado en Estados Unidos. El sistema de financiación de la DEA es absurdo y muy retorcido. Tener una agencia gubernamental con tanto poder en la política de drogas es un desastre. Es peligroso porque son capaces de manipular sus propias actividades para lograr más fondos, y así es como se han convertido en esta enorme bestia. Este es un problema que existe en otros países, pero no al mismo nivel que en Estados Unidos. En Reino Unido tenemos la particularidad de que la policía puede decidir cuáles son las prioridades y dónde gastar el presupuesto. Y uno de los progresos a destacar es que cada vez se invierte menos en la persecución de drogas porque se reconoce que no reduce el crimen. El ejemplo más destacado fue en Durham, con un jefe de policía que ahora es miembro de LEAP UK. Básicamente, declaró públicamente ante los periodistas que su ciudad estaba despenalizando por completo la posesión de drogas e incluso dijo literalmente que “no enviaremos a nadie a los tribunales por posesión de drogas en el condado de Durham”. Y lo justificó diciendo que era mejor invertir en otras áreas que aportaran algún beneficio social.
No acabo de entenderlo bien. Si ambas policías, la de Reino Unido y la DEA, tienen el poder de controlar sus presupuestos, la diferencia radica en cómo invierten y no en la capacidad de control y decisión de presupuestos.
La DEA es una organización que se dedica exclusivamente a drogas y no tienen otra función. Se autogestionan los presupuestos y deciden las prioridades, pero dentro de ese campo estrecho. Siempre buscan justificar y aumentar el presupuesto, y esto es muy peligroso. A diferencia del Reino Unido, no tienen opciones de salud pública y ni siquiera la opción para gastar en la prevención del crimen comunitario o de la violencia doméstica en lugar de hacerlo en las drogas, porque solo se dedican a drogas. De este modo gozan de un poder extraordinario e inusual.
En cualquier caso, la distribución de los presupuestos en drogas en cualquier país es bastante similar. Alrededor del setenta y cinco por ciento se destina al control de la oferta y el veinticinco por ciento, a la demanda, mayoritariamente a tratamiento, y el resto a la prevención y la reducción de daños.
Sí, ese suele ser el panorama general y es desolador, porque la evidencia muestra claramente que es mucho más efectivo invertir en salud que en la criminalización. El tema de los fondos es delicado de abordar. No se trata de decir que hay que eliminar los fondos de la policía porque les genera rechazo ver sus presupuestos amenazados, se trata de hablar sobre cómo gastar el dinero público de una forma más rentable, eficaz y con mayor beneficio social. Sabemos que gastar en salud es mucho más efectivo. El coste de una persona en prisión en el Reino Unido ronda las cuarenta y cinco mil libras anuales, mientras que proporcionar acceso a un programa de dispensación de heroína, incluso en el régimen más estricto, costará doce mil libras anuales. Mucho menos si hablamos de programas de dispensación menos clínicos y menos estrictos. Ahora, si miramos las estadísticas de delitos, hay una gran parte que son cometidos por personas usuarias de heroína. Por lo que si utilizamos un enfoque de salud y les facilitamos heroína en vez de tratarlos como delincuentes, se reduce la delincuencia de una forma espectacular. En Suiza, con la puesta en marcha de los programas de heroína, redujeron los robos en un cincuenta por ciento. ¡Un cincuenta por ciento! Nunca ha existido una estrategia de reducción de la delincuencia con tanto impacto. Y si la evidencia es tan abrumadora, ¿por qué ningún gobierno sigue los pasos de Suiza?
Una de las situaciones que más me divirtió en Good Cop, Bad War fue la escena en la rave. Quizá porque he sido usuaria de estos espacios y lo he visto desde mi perspectiva… Cuéntanos cómo fue la situación.
Eran los años noventa y la escena rave en el Reino Unido era fantástica. Mi trabajo habitual estaba enfocado en el tráfico de heroína, pero aquel día nos enviaron, a una compañera y a mí, a una free party porque probablemente iban a estar presentes algunos capos de Nottingham negociando. Así que allá fuimos y, tan solo al llegar, nos dimos de cuenta que allí no había gánsteres ni delincuentes. Al rato, una chica nos ofreció pastillas gratis. ¡Eran hippies! Solo querían compartir amor. Mi compañera enseguida reaccionó y no quiso tomar pruebas porque suponía ponerla en un problema legal. Más tarde preguntamos por speed y un tipo nos dijo que tenía, pero que al rato venía un amigo con algo mejor, si no nos importaba esperar. ¿Qué clase de dealer era ese? Mi compañera dijo: “A la mierda, no pienso seguir con esto. Disfrutemos de la fiesta”. ¿En serio? Y así fue, fumamos maría y pasamos la noche bailando una música increíble. Al salir de la fiesta, tanto yo como mi compañera pensamos que ese era el fin de nuestra carrera, pero en aquel momento no nos importaba. Fuimos a desayunar frente a la brigada antidrogas y no dijimos una palabra. Mi carrera continuó nueve años más.
¿Quizá la resistencia por parte de la policía a regular las drogas es el miedo a quedarse sin trabajo o a quedarse sin el trabajo más fácil?
"La corrupción, además de ser endémica, la crea y retroalimenta la propia acción policial. Con cada banda desarticulada, se crea un hueco en el mercado. ¿Quién tiene capacidad para cubrir esa brecha? Otro grupo criminal ya establecido, de modo que amplía su control del mercado gracias a la acción policial. Con nuestra acción, se estimulan el monopolio y la acumulación de poder. A mayor riqueza, mayor capacidad de invertir en corrupción"
Sí, es cierto, parar a jóvenes y vaciarles los bolsillos es el trabajo más fácil. Pero también hay otro elemento, y es que la policía no ve ninguna diferencia entre los delitos relacionados con las drogas y cualquier otro tipo de delito. Ven las leyes de drogas como una herramienta para atrapar a delincuentes. Claro que resulta más fácil perseguir a alguien con drogas que otros delitos, pero lo ven como atrapar a cualquier otro delincuente. Es una creencia que resulta muy peligrosa, porque si te perciben como criminal, en vez de tener una comprensión más amplia de lo que te ha llevado a esa situación, es fácil caer en prejuicios. Estos juicios de valor tan extendidos es lo que conduce al prejuicio racial en la policía. Sabemos, además, que nuestra política de drogas se basa por completo en el racismo, que se origina principalmente de Estados Unidos y que fue exportada al resto del mundo. Un vestigio de la guerra civil americana del cual el resto de los países nos resentimos. Así que el racismo está en el ADN de la policía y se pondrá de manifiesto en cada decisión policial: no importa si estás en España, en el Reino Unido o en Sudáfrica, el racismo está presente.
Hablando de fondos y de racismo, con el caso de George Floyd en Estados Unidos ha surgido un nuevo lema: “Defund the police”. ¿Qué opinas?
Me parece un lema terrible y desafortunado. Un regalo para la oposición. Escuchar a activistas utilizar este hashtag no me parece oportuno, incluso a pesar de estar de acuerdo con redistribuir los fondos de la policía para invertir en otras áreas. Es un lema que gusta a las personas ya convencidas, pero que no persuade a los sectores conservadores a los que queremos convencer, más bien al contrario, genera hostilidad hacia la reforma. Un mejor eslogan sería “Defund the drug war”. Porque, al fin y al cabo, el movimiento Black Live Matters es un movimiento de política de drogas, a pesar de que muchas personas que forman parte de él no se dan cuenta de ello. Las leyes sobre drogas son el principal mecanismo que se utiliza para oprimir a la población afroamericana en Estados Unidos y en todo el mundo. ¡Para eso fueron diseñadas! Necesitamos recordar a la gente que hablar sobre Black Live Matters es hablar sobre políticas de drogas.
Siguiendo con el racismo, según tu experiencia, ¿es racista la policía en el Reino Unido?
No necesariamente en mi experiencia: la evidencia es abrumadora. De hecho, algunas de las estadísticas del Reino Unido son incluso peores que las de Estados Unidos. Si eres una persona de color, tienes nueve veces más probabilidades de que te registren por drogas y te detengan que a una blanca. ¡Nueve veces! Y todo el sistema es racista, por lo que si la policía para a alguien en la calle, es más probable que una persona de color sea detenida. Si hay acusación, es más probable que las personas de color acaben en prisión y, si van a prisión, suelen ser condenas más largas que las que reciben personas blancas. Es brutal. ¿Cómo llamas a eso? ¿Accidente múltiple? Nadie puede negar que hay prejuicios y racismo.
En diciembre, la policía de Cambridge lanzó en sus redes un poema grotesco y estigmatizador sobre los camellos. Cuéntanos, ¿cuál ha sido la reacción de LEAP y qué respuesta ha dado la policía de Cambridge?
Fue terrible y muy decepcionante. Era un poema que mostraba una falta de consideración y de empatía considerable. Desde LEAP alentamos a la gente a quejarse en sus redes pero también dimos cobertura mediática a este despropósito en The Independent, una de las publicaciones en línea más importantes en el Reino Unido. Ante la presión, el condado de Cambridge respondió pidiendo disculpas si había ofendido a alguien. Pero fue una disculpa a medias, así que tuvimos una pequeña victoria, pero parcial. El asunto sigue abierto.
¿De qué manera el narcotráfico corrompe nuestras instituciones?
Me alegra esta pregunta porque es otro de los temas sobre los que la policía no es honesta. Por un lado, la corrupción es endémica. Está en todas partes, en todos los niveles, local, nacional e internacionalmente, a nivel gubernamental y en cualquier parte del mundo. La mayoría no nos preocupamos porque estamos en democracias estables y vemos la corrupción como algo ajeno y lejano, que ocurre en países inestables y que no nos afecta. Y tenemos la idea de que quizá hay algunos casos de corrupción, pero son casos aislados. Aunque no es nada excepcional. Un ejemplo claro: cuando dirigía una operación, el equipo que coordinaba tenía prohibido hacerme preguntas sobre mi nombre real, ni de dónde era ni cualquier dato que pudiera identificarme. Era una medida de anticorrupción precisamente para protegerme de la corrupción que era previsible que apareciera porque estaba investigando drogas. Esta medida es en sí misma la prueba de que el problema es endémico, de lo contrario no la necesitaríamos. Y, a pesar de todo, ocurría. En una investigación en Nottingham, trataba de infiltrarme en el cártel de Bestwood y resulta que fue el cártel el que se infiltró en mi equipo. Era un tipo que llevaba siete años trabajando como policía. Pero lo destacable y alucinante de este caso fue que el tipo llevaba trabajando para la mafia desde el inicio. Es decir, que la mafia le pagó para unirse al cuerpo y cobraba dos mil libras al mes además de su salario de policía, más bonificaciones por buena información. En aquel momento hablé con superiores, que me dijeron: “Claro que sabemos que esto sucede, con tanto dinero involucrado, ¿cómo puede no suceder?”. Por otro lado, la corrupción, además de ser endémica, la crea y retroalimenta la propia acción policial. La sociedad debe entender que con cada banda desarticulada, se crea un hueco en el mercado. ¿Quién tiene capacidad para cubrir esa brecha? Otro grupo criminal ya establecido, de modo que amplían su control del mercado gracias a la acción policial. Con nuestra acción, se estimulan el monopolio y la acumulación de poder. A mayor riqueza, mayor capacidad de invertir en corrupción. Es un pez que se muerde la cola. Y es la razón por la que solían haber veinte cárteles en México y ahora solo hay tres pero son intocables e increíblemente poderosos. Y este círculo de corrupción seguirá creciendo mientras tengamos un régimen de prohibición.
Es posible que algún policía acabe leyendo esta entrevista. ¿Qué le dirías?
Si alguna persona de la policía lee esta entrevista, le diría que fuera honesta consigo misma. La evidencia de lo que digo está en nuestros propios sistemas de inteligencia policial y pueden verlo con sus propios ojos. Por muy exitosos que seamos en nuestro trabajo, nunca logramos nuestros objetivos de interrumpir el mercado y de reducir la violencia, más bien al contrario. Es una realidad indiscutible que cualquier policía en cualquier parte del mundo puede percibir. Así que les diría que no están solos y que se unan a LEAP. Y si no están de acuerdo, les invito a debatir conmigo.
¿Crees que la policía tiene conocimientos sobre drogas?
No, la mayor parte de la policía sabe muy poco sobre drogas y, lamentablemente, creen todo lo que se dice en los medios de comunicación. Todo lo que podemos hacer es intentar educar a la gente.
Recomiéndanos un libro importante para ti.
After the War on Drugs: Blueprint for Regulation (‘Después de la guerra contra las drogas: una propuesta para su regulación’), de Transform Drug Policy Foundation.
Y por último, ¿cuáles son tus planes de futuro inmediato?
Pues todo está muy en el aire. Si dan luz verde para grabar una serie basada en el libro Good Cop, Bad War en la BBC, estaré muy ocupado con esto. También tengo previstas conferencias importantes, en Brasil y Sudáfrica, entre otras, pero dependerá de la pandemia. Y el proyecto más ambicioso, desarrollar LEAP Europa, que será la plataforma para coordinar el crecimiento de la organización en los diferentes países. Actualmente ya tenemos miembros en Alemania, Escandinavia, Francia, Bélgica, Polonia y algún miembro también en España. Esperemos que más países se sumen y que LEAP se convierta en una pieza clave para el debate y la reforma sobre las políticas de drogas.