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La lucha sin fin por la libertad del cannabis

Entrevista a Jaime Prats

Entrevista Jaime Prats

"Ahora tendré mas tiempo para ocuparme de mi huerto."

Jaime Prats (Barcelona, 1958) vive en el campo retirado del mundanal ruido, pero conectado como activista antiprohibicionista. Miembro del comité editorial de Cáñamo hasta hace unos meses que se jubiló, continúa luchando por la causa y compartiendo su visión sobre el cannabis, una planta a la que califica de mágica y a la que ha dedicado más de media vida.

En diciembre cumplirá 66 y hace unos meses que se ha jubilado, después de 27 años trabajando en esta revista. Miembro de su comité editorial, Jaime Prats ha sido el hombre encargado del activismo en Cáñamo. Estudió Biología en la universidad de Barcelona, y como “botánico” de la ARSEC, fue responsable de iniciar el primer cultivo colectivo de marihuana, una aventura que en 1993 cosechó un gran impacto mediático, aunque la Guardia Civil arrasara el cultivo antes de la floración. 

A Jaime Prats le corresponde el honor de haber sido el primero en hablar de cannabis en el Congreso de los Diputados, allá por el 2001, y ha sido en los últimos años el encargado de escribir los editoriales de esta revista. Barcelonés de nacimiento, vive en medio del campo cerca de Vic, y, aunque se haya jubilado y ahora tenga más tiempo para dedicarle a su huerta y a su caballo, sigue activo como militante antiprohibicionista. Testigo privilegiado del movimiento por la legalización del cannabis dentro y fuera de nuestras fronteras, en esta entrevista repasamos su trayectoria y su visión del mundo cannábico. ¡La lucha continúa!

Fuiste el “botánico” de la ARSEC, el encargado de llevar a cabo en Tarragona un cultivo colectivo para generar un debate social. El cultivo de 200 plantitas de marihuana fue arrasado antes de que florecieran por la Guardia Civil y tú y otros tantos fuisteis encausados y finalmente juzgados en la Audiencia Nacional. La aventura ya la has contado (véase “El primer cultivo colectivo”, Cáñamo 223, julio de 2016) mi pregunta ahora es ¿qué os decía la Policía cuando os interrogaba?

Fui citado a declarar ante la Policía autonómica y contesté a todas sus preguntas haciendo una defensa del derecho al libre desarrollo de la personalidad y una defensa del autocultivo, el “yo me lo guiso, yo me lo como”. Los policías que me tomaron la declaración lo entendieron perfectamente y no tomaron ninguna medida cautelar.

¿Cómo fue el juicio?

Fue bien. Seguros de nosotros mismos, al acabar el juicio, me acerqué al fiscal para decirle que no éramos delincuentes. Él me contesto que ya había quedado claro en el juicio. De hecho, la Audiencia de Tarragona también consideró que no habíamos cometido ningún delito.

No fue tu primer encuentro con las autoridades. En 1991 te detuvieron por tenencia, y eso fue unos meses antes de la Ley Corcuera, que fue la primera que estableció multas por posesión.

Fue antes de los Juegos Olímpicos, cuando había una orden de sacar fuera de la calle a maleantes, excusa que la Policía, en aquella época estatal, utilizaba para increpar a todo joven que circulaba por Barcelona. Me encontraron un poco de marihuana y me llevaron a comisaria para hacerme un registro en profundidad. Al acabar me enviaron para casa. Antes pregunté si me podían devolver la hierba. Se lo tomaron muy mal, cambiaron de opinión y me encerraron en el calabozo. Me soltaron tras declarar en presencia de un abogado. En la declaración me preguntaron dónde la conseguí y, tras decirle que la plantaba, el policía se llevó las manos a la cabeza y me aconsejó que dijera que se la había comprado a un negro en la Plaza Real para, a continuación, seguir preguntándome cómo era el aspecto del camello. Entonces no multaban, y me fui a casa preguntándome por lo incongruente de la situación.

Poco después, con la Ley Corcuera, empezaron con las multas. Desde entonces, las multas han seguido, incluso se han incrementado con la Ley Mordaza. ¿A qué crees que se debe este empecinamiento de las autoridades? Es un poco contradictorio, ahora que han regulado en muchos países, incluido Alemania, y que el consumo está más normalizado que nunca.

Fue la presión que ejerció la JIFE [la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo encargado de monitorear la fiscalización de drogas y vigilar la aplicación de los tratados] lo que obligó a declarar toda posesión de estupefacientes como tenencia ilícita, lo que facilitó los registros que de otra manera serían ilegales, y que han proliferado la mayoría de las veces con actitud recaudatoria. Se ha de tener voluntad política para cambiar la Ley de Seguridad Ciudadana y el PSOE solo lo pide cuando está en la oposición. La moral católica está fuertemente arraigada en este país.

República cannábica catalana

Entrevista a Jaime Prats

Jaime con su perro Kiu entre cactus de San Pedro.

Mañana es la Diada, el día nacional de Cataluña. Si no recuerdo mal, en su momento te posicionaste a favor de una república independiente catalana. ¿Crees que, de ser independiente, en Cataluña estaría regulada la marihuana? Viendo cómo está actuando el actual ayuntamiento de Barcelona persiguiendo a los clubs y la moral católica de la que hacen gala muchos de los dirigentes catalanes no estoy tan seguro de que fuera así.

Gracias a la recogida de firmas se llevó a cabo la iniciativa legislativa popular (ILP) conocida como La Rosa Verda. El objetivo de la propuesta era establecer el modelo de actividad de las asociaciones y las normas generales para que pudieran constituirse, estableciendo unas normas de cultivo, un registro de control y distribución y medidas de control higiénico y sanitario. La intención era regular las mas de 400 asociaciones de consumidores de cannabis que había en Cataluña. Y se consiguió: Cataluña aprobó en 2017, con el voto favorable de todos los partidos políticos exceptuando al PP, la ley 13/2017 que regulaba las asociaciones de consumidores de cannabis. Una ley en la cual pudimos colaborar en su desarrollo con las diferentes formaciones políticas quedando bastante satisfechos del resultado final. Era una ley de aire social, junto a las leyes de Vivienda y Cambio Climático, que fueron recurridas en el Tribunal Constitucional por un Gobierno del PP, por invadir competencias. En una Cataluña republicana independiente estas leyes estarían en vigor (el PP es minoría en Cataluña). Y le gustaran o no al Ayuntamiento de Barcelona, mientras estas asociaciones cumplieran la ley, tendrían que ser aceptadas.

Al terminar en 1980 la carrera de Biología quisiste continuar los estudios para investigar la subcultura de la marihuana en Cataluña, pero no te dieron la beca. ¿Qué pensabas hacer? ¿Había tema de estudio respecto a la planta más allá del consumo de hachís importado de Marruecos?

Quería conocer la calidad de la marihuana que se consumía en Cataluña. En aquella época la hierba estaba básicamente ente la población jipi que vivía en el campo y poseía huertos y que, aparte de tomates, también plantaba la marihuana que consumía. No había excedente para la venta, se regalaba o se intercambiaba. Quería demostrar que no era tan mala para la salud pública y que la gente que la consumía no tenía problemas por el hecho de hacerlo, más allá del humo que se ingería. ¡Quería desdemonializarla! Hice un cuestionario acompañado de un trabajo de campo. Pude hacer una recolección de diferentes hierbas que se consumían y las analicé. El laboratorio de Bioquímica me dejó el cromatógrafo de gases para poder hacerlo. Ahí me di cuenta de que la hierba que más me gustaba no era precisamente la que más THC tenía.

Antes de que saliera la revista Cáñamo, un año antes, en 1996, salió el especial Marihuana de la revista Ajoblanco en cuya elaboración participaste. ¿Qué recuerdas de aquella aventura?

“El cannabis es una planta mágica. A mí me ayudó a conocerme más y ver que un mismo hecho puedes interpretarlo desde diferentes puntos de vista. Cuando lo uso me centro en el presente, ya no tengo ansiedad por el pasado ni el futuro”

Ajoblanco encargó a la ARSEC que hiciera un monográfico sobre la marihuana. Recuerdo que me encargaron que escribiera un artículo sobre el cultivo. En aquellos días estábamos editando un manual sobre ello. Siempre he sido un defensor del autocultivo. Todos pueden plantar y ser así autónomos en su consumo. El monográfico tuvo mucho éxito y se hicieron varias ediciones. Contó con una publicidad gratuita, ya que al regalar una semilla de cáñamo industrial junto a la revista se armó una buena, ¡la Policía secuestró la edición creyendo que se regalaba droga! Hicieron un ridículo espantoso. Por fortuna las cosas volvieron a su lugar, pero ahí nos dimos cuenta de que una revista dedicada a nuestra planta amiga era factible.

En estos 27 años han cambiado mucho las cosas respecto al cannabis. Por un lado, la normalización, pero por otro los aspectos que antes formaban parte de una cultura fraternal, gratuita y compartida, han cambiado al convertirse en un negocio. ¿Podría haber sido de otra manera?

Empezamos compartiendo nuestras cosechas entre los cultivadores. No nos faltaba nunca, porque cuando a uno se le acababa siempre había alguien con mejor cosecha que la compartía, eso sí, tenías que limpiártela tú. La hierba entonces no tenía precio. En los 90 la mayoría de los usuarios consumían hachís. No costó mucho convencer que teníamos que revindicar el uso de la planta ya que nos haría ser autónomos en nuestro uso, no depender del mercado negro del hachís. Cuando se normaliza y llega a la sociedad en general la cosa cambia. Hay quien le gusta utilizarlo, pero está negado para la agricultura, o no tiene espacio para su cultivo, por lo que surge una demanda, y la gente no quiere ramas con hojas. Se crea un mercado y eso lleva a tener que cobrar el trabajo que se realiza. El negocio está cuando se exige mucho por la mano de obra con la excusa de ser ilegal su mercado.

Y qué me dices del tema medicinal. Yo cuando empecé a consumir me hubiera costado trabajo pensar en el cannabis como una medicina. ¿Cuándo supiste que el cannabis tenía propiedades terapéuticas? 

La bibliografía que se había recopilado en ARSEC daba pruebas de ello. 

Además, ya en los años 90 el grupo Agatha (asociación de mujeres con cáncer de mama) había comprobado las bondades del cannabis como antiemético.

Una piedra de hachís en el Congreso

Entrevista Jaime Prats

Una juventud entre plantas.

Fuiste el primer activista en hablar en el Congreso de los Diputados a favor de la legalización del cannabis. Cuéntame cómo fue aquello, ¿qué le dijiste a sus señorías?

Tuve que convencer a la por aquel entonces diputada de CIU Zoila Riera para que nos invitara a revindicar nuestros derechos ante la Comisión Mixta del Parlamento. Yo fui en calidad de consumidor. Entonces, sería el año 2001 o 2002, estábamos con la Coordinadora por la Normalización del Cannabis y les propuse que se invitara también como ponentes a Martín Barriuso y al doctor en Farmacología Joan-Ramon Laporte, los tres pudimos hablar. Yo recuerdo que les hice un alegato del derecho al libre desarrollo de la personalidad, y les hablé de las bondades del autocultivo. Hice reír a sus señorías cuando les dije que nos gustaría que la Policía pudiera proteger nuestros cultivos cuando nos fuéramos de vacaciones. Presentes entre el público estaban la gente de la ARSEC, de Cáñamo y los de la AMEC. También se enseñó a los diputados y senadores presentes lo que era una piedra de hachís, y se quemó allí delante de todos para poder enseñarles el humo que desprendía producto de las adulteraciones. Lo que más me extraño fue el poco conocimiento sobre las sustancias que tenían los miembros de la Comisión Mixta encargada de la problemática de las drogas, en teoría tenían que ser expertos en ello, ¿no?

Tú has sido durante todos estos años el encargado del activismo en la revista, ¿qué ha pasado en España con el activismo?

Cáñamo nació también con la idea de ser el altavoz del antiprohibicionismo cannábico. A mí me tocó ser el enlace. El activismo nace en el seno de las asociaciones cannábicas, y mayoritariamente sigue estando. Intervine en la creación de la federación de asociaciones (FAC) en el 2002, que supuso un impulso para la creación de un interlocutor consensuado que pudiera llevar ante los políticos nuestras reivindicaciones. Como en todos los movimientos, la lucha de egos supuso y supone un freno. Nunca se consiguió una financiación adecuada para lleva a cabo un potente grupo de presión y actuar como un verdadero lobby.

¿Por qué, pese a ser más de tres millones de usuarios de cannabis, no hemos sido capaces de reunir en las calles nunca más de veinte mil personas? 

Hacen falta más salidas del armario y mucho trabajo para quitar la mala prensa que tiene su uso. Por otra parte, creo que mucha gente ya se cree que es legal y que no hace falta salir a la calle para reivindicar su legalización.

CSC, lo pequeño es hermoso

"Creo que si se quiere acabar con el narcotráfico ha de estar regulada la venta comercial. Todo es cuestión de dar licencias para pequeños cultivadores en vez de a grandes farmacéuticas o a empresas especulativas"

Cuando empezaste a militar en el antiprohibicionismo, ¿cómo imaginabas entonces la regulación del cannabis?

Básicamente como lo veo ahora. Lo esencial es el reconocimiento de una tenencia lícita y una regulación para conseguir una producción que permita que el propio consumo sea posible. Una regulación que englobaría a los clubs cannábicos ya que ellos producen bajo la demanda de sus socios. No habría producción para abastecer un mercado indiscriminado.

Hay muchos modelos de regulación, desde el más estatal de Uruguay a los más neoliberales de algunos estados de EE UU, ¿cuál sería para ti el modelo ideal?

Estamos en una sociedad capitalista donde la iniciativa privada tiene cabida. Creo que si se quiere acabar con el narcotráfico ha de estar regulada la venta comercial. Todo es cuestión de dar licencias para pequeños cultivadores en vez de a grandes farmacéuticas o a empresas especulativas.

Has sido también un defensor de los Clubs Sociales de Cannabis (CSC), incluso alentaste la creación y mantienes una asociación modesta en tu pueblo. Ahora que las autoridades, especialmente en Barcelona, han declarado la guerra a los CSC, ¿qué dirías en su defensa?

Mientras no se regule, las leyes son las que son y se han de hacer las cosas de una manera determinada para estar dentro de la legalidad vigente, al menos dentro de esa alegalidad. No se puede dar a los jueces ninguna posibilidad para que puedan interpretar que hay delito contra la salud pública, como es el abastecer un mercado indeterminado. Y no todos los CSC cumplen esos requisitos, que son mantener un circuito cerrado, que sean grupos de conocidos, un cultivo bajo demanda sin excedentes, con asambleas generales donde el socio puede dar su opinión…

Tú nunca fuiste partidario de los grandes clubs, ¿por qué?

No, no fui partidario, ni lo seré hasta que no haya una regulación, ya que se corre el riesgo de que se pongan a todos los CSC en el mismo saco. Estuve en muchas reuniones con los clubs “grandes”, pero fue imposible llegar a un acuerdo. Estos defendían que en un estado democrático no se podía impedir la entrada de una persona que pedía hacerse socia, fuera turista o no; el problema estaba en que se hacía publicidad, no se incorporaba a un socio de la mano de otro. Había una enorme preocupación de que las autoridades nos tratasen a todos los CSC de la misma forma. De hecho, es lo que esta pasando en Barcelona ahora, que quieren cerrar todos los clubs porque no se quiere que la ciudad se convierta en una nueva Ámsterdam, por el efecto de llamada a los turistas usuarios de cannabis. Y, claro, no quieren distinguir que haya clubs que no suponen ningún problema de seguridad ciudadana ni para la salud pública, es más, los hay que están en contacto con la Subdirección General de Drogodependencias de la Generalitat para implementar mecanismos para la reducción de daños y riesgos. Normalmente, en los clubs grandes ha habido una fuerte inversión del grupo directivo, lo que supone querer recuperar lo invertido, con beneficios, claro. ¿Sin ánimo de lucro? Nosotros con nuestro club empezamos en casa de un colega y, tras veinte años y gracias a las cuotas de los socios, hoy disponemos de un modesto local. De hecho, este club fue el primero en estar reconocido porque sus integrantes son usuarios catadores, dejamos atrás el estudio del cannabis, ahora lo catamos. Nuestros estatutos reconocen el local social como lugar para realizar la cata de marihuana, también tenemos registrada la finalidad de cultivar para la demanda exclusiva de los socios. Tuvimos intervención por parte de la Policía Nacional. El juez que instruía no vio ningún delito y sobreseyó el caso.

Si se hiciera una regulación integral del cannabis, con cañamerías donde se pudiera fácilmente acceder al cannabis, ¿qué lugar tendrían los CSC? ¿Serían los bares del cannabis?

Los CSC siempre serán un lugar de encuentro entre amigos. Los que compran y se van preferirán las cañamerías.

Si la RAE quisiera incluir cañamería en el diccionario, ¿cuál sería su significado más preciso?

Lugar de dispensación de marihuana y sus derivados.

Aspirar a ser uno mismo

Entrevista Jaime Prats

En el campo, Jaime cuida de su huerto y de su caballo McN (Makena).

Como usuario de cannabis, ¿cómo ha evolucionado tu relación con la sustancia? ¿Fumas lo mismo ahora que antes? ¿Qué variedades prefieres?

Empecé fumándola mezclada con tabaco. Cuando me apetecía fumar hacía la mezcla, ya que dejó de gustarme consumir el tabaco solo. Con el tiempo dejé de fumar tabaco. Al consumir hierba sola fumas menos por no tener la ansiedad que te provoca la falta de nicotina. Sigo utilizado el cannabis, pero ahora va a épocas, puedo estar sin problemas días sin consumirlo, con la edad he reducido la “dosis”. Mis preferidas son las sativas cultivadas en el exterior. Cultivo sin aditivos.

Por aquello de no hacer apología, a menudo hablamos más de la reducción de daños y riesgos que de la expansión de los placeres asociados a las drogas. Sin miedo a que te tachen de apologeta, ¿qué ha sido y qué es para ti el cannabis?

Es una planta mágica. A mí me ayudó a conocerme más y ver que un mismo hecho puedes interpretarlo desde diferentes puntos de vista. Cuando lo uso me centro en el presente, ya no tengo ansiedad por el pasado ni el futuro.

Ya sé que como editorialista de Cáñamo llevas años diciéndole a los políticos lo que hay que hacer con el cannabis. ¿Qué mensaje final les darías?

Que somos personas que conscientemente y con conocimiento de los riesgos optamos por el uso de cannabis. Es un derecho acceder con libertad al desarrollo de la propia personalidad. En una sociedad democrática se tienen que tener en cuenta los derechos de todos los que libremente y sin molestar a nadie aspiran a ser ellos mismos.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #322

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