Revisar la biografía de Jaime Carrión (Madrid, 1966) muestra la evolución del sector cannábico de este país y de parte del extranjero. Fundador y administrador de los bancos de semilla Resin Seeds y CBD Crew, entre otras empresas, también estuvo detrás del primer grow shop que abrió sus puertas en Barcelona y del primer club de cannabis que obtuvo licencia municipal. Sus semillas ricas en CBD han recorrido mundo, desde Uruguay a California. En estos momentos se encuentra en Tailandia, desde donde responde a nuestras preguntas mientras celebra la primera cosecha cannábica del cultivo con fines medicinales que dirige allí con licencia del gobierno.
¿Cómo fue tu primer porro?
Me acuerdo perfectamente. Fue alrededor de los dieciséis años con amigos del colegio: un porro de hachís marroquí que nos mantuvo riéndonos durante al menos dos horas. Una experiencia nada traumática, muy agradable y divertida. Era un hachís dulce, muy aromático y con un efecto balanceado. Por aquel entonces, el hachís era lo único disponible que se podía encontrar para fumar en España. La calidad era insuperable, nada que ver con lo que se encuentra actualmente. Es una pena cómo se ha llegado a degradar el hachís con el paso de los años por los sucesivos cruces de las variedades autóctonas marroquíes con otras llegadas de Pakistán y Europa.
¿Recuerdas tu primer porro de marihuana?
Mi primer porro verdadero de flores de marihuana fue en Ámsterdam, en concreto en el coffee shop Dutch Flowers, que no sé si seguirá en funcionamiento. En aquellos años, alrededor de 1982, solo existían en los coffee shops, además de distintos tipos de hash, variedades landraces, y acababa de aparecer en el mercado la Skunk y la posteriormente mítica Northern Lights. Recuerdo perfectamente esa explosión de sabor y aroma, junto con el efecto narcótico característico de las índicas. Era una época en Holanda en la que se valoraba la calidad de los cogollos, perfectamente cultivados, secados y curados, nada que ver con la actualidad, donde priman el comercio y la venta a los turistas de unas flores que difícilmente superan los estándares de calidad en la mayoría de los casos.
¿Cuándo te dio por plantar?
Fue en mi segundo viaje a Ámsterdam, unos meses después de aquella inolvidable experiencia de fumar esos maravillosos cogollos, cuando decidí que, si quería fumar lo mismo en España, no había otra manera que empezar a cultivarlo por mí mismo. Así que regresé para Madrid con una lámpara de 600 W HPS y un par de paquetes de semillas de Northern Lights y Skunk#1 de Sensi Seeds, pensando que ya lo tenía todo hecho, que sería coser y cantar, y que en unos meses estaría degustando esas mismas flores en España. Nada más lejos de la realidad. En esa época ni había grows, ni por supuesto internet, si acaso un par de libros que descubrí posteriormente donde cultivaban en interior con fluorescentes. Me costó casi un año de frustraciones y penurias hasta que conseguí producir las primeras flores fumables. Sufrí todos los problemas y plagas que te puedas imaginar, sin saber las causas o motivos por los que ocurrían, aprendiendo a base de errores y cosechas perdidas. Soy bastante cabezota y necesitaba saber por qué ocurrían los problemas: empecé a estudiar biología y algo de química, y a leer los únicos libros de cultivo que había disponibles, como el de Ed Rosenthal o el de Jorge Cervantes, que, casualidades de la vida, muchos años después se convirtió en muy buen amigo. Sin darme cuenta me metí de lleno en un mundo del que nunca más volvería a salir, y del que he acabado comprobando que cuanto más conozco, menos sé. También es cierto que toda esa mala experiencia inicial con el cultivo me sirvió años después para abrir el primer grow shop de Barcelona y estar con confianza detrás del mostrador, aconsejando y respondiendo las dudas de aquellos primeros cultivadores.
"Sentía que igual había encontrado sentido a mi vida dando a conocer el CBD. Tenía medicina real en mis manos y sentía la necesidad de esparcirla, de que llegara a manos de investigadores y doctores para que fueran ellos quienes pudieran demostrar, de manera científica, que realmente el cannabis es una planta medicinal"
Fumas, plantas y de pronto decides, en 1997, en torno a House Plant (Madrid), el primer grow shop que abrió sus puertas en España, ganarte la vida en un sector que apenas comenzaba.
Llevaba ya algún tiempo cultivando para mí y mis amigos cuando abrió House Plant, el primer grow shop en Madrid. Recuerdo también ser el primer cliente en testar los primeros sistemas hidropónicos que llegaban a la tienda, que ni ellos sabían siquiera cómo funcionaban. Entablé una buena amistad con Kike, su dueño, y al cabo de unos meses me ofreció la posibilidad de abrir otro House Plant en Barcelona, que sería también el primer grow shop de la Ciudad Condal y el segundo de España. Yo venía de terminar la carrera de Derecho en Madrid y de haber vivido un par de años en Londres. Estaba cultivando y vendiendo en Madrid cuando surgió la posibilidad de abrir el grow en Barcelona y pasar por fin del lado oscuro al legal, y dejar atrás todos los miedos para convertir lo que había empezado como un hobby, el autocultivo de cannabis, en un verdadero trabajo legal en el que me podía ganar la vida haciendo lo que más me gustaba. Dicho y hecho, puedo considerarme una persona afortunada porque trabajo en lo que me gusta y, además, me gano bien la vida con ello.
¿Cómo fueron esos años?, ¿cómo recuerdas el comienzo de la revolución cannábica en España?
Recuerdo esos años con mucha alegría y añoranza. Eran tiempos en que aparecieron multitud de pequeños cultivadores dedicados al autoconsumo, con el único objetivo de producir las flores de mejor calidad para su consumo y disfrute. No existía mentalidad comercial ni había tampoco grandes cultivos para abastecer de cogollos a los consumidores, por lo que si querías fumar cannabis de calidad no había otra que cultivártelo por ti mismo. Eran cultivos pequeños de una o dos lámparas, suficientes para abastecer el consumo del cultivador, en los que se primaba ante todo la calidad de las flores cosechadas. Recuerdo a todos los cultivadores regresando contentos al grow con sus primeras flores para catarlas todos juntos en la trastienda, piques entre ellos por ver quién traía las mejores flores, qué variedades colocaban más o eran más productivas. Los españoles estaban empezando a descubrir que, además del hachís, existía la marihuana, que además de tener sabores más intensos, era mucho más potente. A partir de aquí, empezaron a salir como setas los grow shops en toda España, hasta el momento actual, en el que el panorama ha cambiado mucho con la aparición de los clubes sociales de cannabis, donde es fácil conseguir cogollos de calidad sin tener que cultivarlos por ti mismo, con todo lo que eso conlleva en cuanto a espacio, gasto y seguridad, lo que ha hecho prácticamente desaparecer a los pequeños cultivadores iniciales.
Hasta donde sé, las primeras semillas feminizadas las traía la gente de Holanda, luego Cáñamo, con la excusa jurídica de vender semillas para colección, publicaron un álbum y, a la manera de los cromos, la gente se hacía con unas pocas variedades llamando por teléfono y recibiendo sus pedidos por correo; supongo que poco después los primeros grow shop empezaron a vender semillas bajo cuerda, hasta que lo fueron haciendo abiertamente. ¿Cómo recuerdas tú la venta de las primeras semillas en España?
Dutch Passion fue el primero de los bancos de semillas holandeses en ofrecer semillas feminizadas a los cultivadores de todo el mundo. En aquellos años, la técnica de reversión utilizada para producir polen femenino no era la misma que se utiliza actualmente, y recuerdo bastantes problemas de hermafroditismo y mutaciones genéticas en alguna de sus variedades, concretamente en la Blueberry. Y creo recordar que, efectivamente, un poco antes de empezar a vender las semillas en los grows, ya estaban Cáñamo y ARSEC en Barcelona haciéndolo. Nosotros en el grow vendíamos materiales de cultivo, pero con las semillas no teníamos la certeza de que fuera legal, por lo que al principio las teníamos escondidas y decidíamos sobre la marcha si aceptábamos vendérselas al cliente después de hacerle un primer escáner visual y un interrogatorio posterior para determinar si realmente era cultivador o un secreta con malas intenciones. Imagino que tuvimos buen olfato, porque no llegamos a tener ninguna denuncia. Las semillas entraban a España desde Holanda por diferentes medios, todos encubiertos, y no había obviamente la extensa oferta que actualmente tienen los cultivadores. Estaban inicialmente Sensi Seeds y Green House, a los que se fueron sumando Dutch Passion, Sagarmatha, Soma, TH Seeds… Tengo que decir que aquellas semillas de cannabis pioneras, siendo regulares, no tenían nada que envidiar a muchas “variedades” actuales que no son más que diferentes genotipos de una misma genética, con el nombre cambiado. Personalmente creo que solo se puede considerar a una variedad de cannabis como tal si está disponible en forma de semillas, y no a una planta en concreto que solo es un genotipo diferente de una variedad preexistente con el nombre cambiado.
Esparciendo la semilla
A través de tu historia personal casi se puede contar la revolución que ha vivido este sector, porque tu siguiente paso, ya en el 2008, fue montar el banco de semillas Resin Seeds.
Mi vida personal ha ido evolucionando en la misma medida que el sector iba expandiéndose. Empecé como autocultivador para pasar a regentar un grow shop primero (House Plant BCN), abrir junto con mi buen amigo Javi el segundo grow shop, The Plant, probar en la distribución abriendo junto con Elmar y BTT la distribuidora Cultiva, pasar a fundar después, junto con mi amigo, socio y compañero de viaje Juanma, el banco de semillas Resin Seeds, al que siguió CBD Crew y la fundación del segundo club social de cannabis de Barcelona, Resin Club, el primero con licencia del ayuntamiento para esa determinada actividad, después de la Maca y con permiso por supuesto de ARSEC, para acabar actualmente haciendo trabajos de asesoramiento, mejora genética y mastergrower para diferentes empresas con licencias para cultivo de cannabis medicinal que se establecen amparadas en la legalización que van paulatinamente aprobando muchos estados, lo que además me permite viajar por todo el mundo… En fin, un sueño hecho realidad.
Al montar un banco de semillas no fuiste un pionero, pero sí supiste diferenciarte apostando por semillas ricas en CBD y de ratio 1:1, entonces una novedad que era vista incluso con cierto desprecio por los consumidores de toda la vida. ¿Qué te llevó a montar el banco y especializarte en semillas medicinales?
Resin Seeds fue fundado a principios del 2008, y en noviembre de ese mismo año su variedad Cannatonic conseguía el tercer premio en la categoría de sativas de la Cannabis Cup en Ámsterdam, convirtiéndose en la primera genética made in Spain en conseguirlo. En ese momento no teníamos conocimiento de la alta concentración de CBD, y no fue hasta unos meses después que lo descubrimos al testarla mediante cromatógrafo de gases en el estand de Canna en la Spannabis. Creo que fue en ese momento, al ver que había obtenido unos valores de 7,5 CBD - 7,5 THC (ratio 1:1), cuando se originó lo que hoy se conoce como CBD Movement, junto, claro está, con Jimmy, de Reggae Seeds, que fue quien hizo antes el primer cruce de semillas regulares utilizando como uno de los parentales la NYCD de Soma, que es de donde pienso que procede el CBD. Apostar por el CBD se debió también a una cuestión personal, estaba involucrado en demasiados proyectos a la vez y fumar mucho THC no me estaba sentando bien. Al fumar unas flores con ratio 1:1 y comprobar los efectos, todo cambió: cuerpo relajado y mente lúcida, me ayudaba a centrarme en la tarea sin tener el high en la cabeza de una variedad alta en THC, ya sea índica o sativa. Por otro lado, sentía que igual había encontrado sentido a mi vida dando a conocer el CBD, que podía ayudar a mucha gente por sus efectos beneficiosos. Tenía medicina real en mis manos y sentía la necesidad de esparcirla, de que llegara a manos de investigadores y doctores para que fueran ellos quienes pudieran demostrar, de manera científica, que realmente el cannabis es una planta medicinal que entre todos debemos sacar de la perversa reclusión a la que ha sido sometida durante años. Después de producir la versión feminizada, empecé a enviar semillas gratuitamente a doctores que sabían de los beneficios del CBD para determinadas enfermedades, pero que no disponían de la genética adecuada para producirlo y testarlo en sus pacientes. Fue así como llegaron al doctor Courtney en California semillas feminizadas de Cannatonic, de las que él seleccionó, después de cultivarlas y testarlas, varios genotipos, llamando AC/DC a uno de ellos. También llegó a Israel; de ella surgió la variedad Avidekel. Cannatonic, con sus diferentes genotipos y sus posteriores desarrollos y cruces, se ha convertido en la variedad medicinal con alto contenido en CBD más premiada, reconocida y cultivada en el mundo, y es de origen español.
Si te soy sincero, yo, como usuario recreativo, no acabo de encontrarle la gracia al CBD y, en cambio, en los últimos años aprecio las virtudes de las variedades de ratio 1:1, que me recuerdan a mis primeros porros, cuando el hachís que llegaba de Marruecos estaba más equilibrado y no te noqueaba.
Es curioso lo que comentas acerca del hachís de Marruecos, porque después de haberlo estado fumando durante tantos años sin saberlo, resulta que ya en el 2009 testé en laboratorio muestras y todas llevaban un contenido medio-alto de CBD. El CBD ha estado siempre presente en la planta de cannabis; sin embargo, cuando hace unos pocos años pudimos testar el contenido de cannabinoides, nos dimos cuenta de que prácticamente había desaparecido del 99% de las muestras analizadas. Y ello gracias en parte a breeders como yo, que hacíamos nuestros cruces buscando la planta más potente, más cristalizada y más alta en THC, desechando por tanto los genotipos que no subían, sin darnos cuenta, porque no podíamos testar, que estos eran ricos en CBD y tenían también su valor.
Y las variedades ricas en CBD, ¿tienen para ti alguna virtud recreativa?
Creo que ese no es el efecto buscado al consumir estas variedades, a no ser que tengas alguna dolencia para la que el CBD esté indicado y al sentir alivio puedas hacer una vida más normal. Las diferentes variedades de cannabis con CBD alto y THC bajo tienen distintos efectos en función de los terpenos que cada una de ellas contiene. Como en todas las variedades de cannabis, la relación de los terpenos con los cannabinoides determina el efecto final, el llamado entourage effect. También ocurre así en las de ratio 1:1 THC-CBD, que personalmente considero idóneas para tratar un mayor rango de dolencias y que, por lo general, tienen efectos más equilibrados.
Uruguay, California, Tailandia…
¿Cómo acaban tus semillas germinando en Uruguay y abasteciendo al sistema público de dispensación de cannabis uruguayo?
A partir del descubrimiento en el 2009 del CBD en Cannatonic y en otros genotipos (Dieseltonic, Remedy), empezamos a trabajar en cruces para poder ofrecer al cultivador semillas feminizadas estables en las que estuviera presente el CBD sin necesidad de testar las flores en laboratorio. Así surge CBD Crew, el primer banco de semillas en el mundo que fue capaz de fijar el estándar de semillas CBD rich (más de un 4% de CBD). Alrededor de dos años después, el Gobierno de Uruguay aprueba su programa de cultivo de cannabis para dispensación pública en la red estatal de farmacias a usuarios registrados, y sacan a concurso la licitación para proveer las genéticas que cultivarán las dos únicas empresas licenciadas para producir cada una de ellas dos toneladas al año. Se presentan multitud de bancos de semillas de todo el mundo, y los elegidos como ganadores resultan ser CBD Crew y Positronics Seeds con su propuesta conjunta. Y empieza la vorágine de viajes, firma de contrato con el IRCCA de Uruguay, desarrollo de genéticas, asesoramiento de cultivo a las dos empresas licenciadas… hasta que, finalmente, y solo después de superar innumerables problemas, tanto de gestión como políticos, llegan las dos primeras genéticas de cannabis desarrolladas por empresas españolas para ser dispensadas en las farmacias de Uruguay, bajo los nombres de Alfa y Beta, ambas de ratio 1:1 CBD-THC pero una más índica y la otra más sativa. La acogida entre los usuarios fue tan buena, que seis años después se siguen cultivando y estando disponibles en las farmacias. Actualmente estamos desarrollando para el IRCCA genéticas de alto contenido en CBD y por debajo del 1% de THC.
Creo que estuviste un tiempo probando suerte en California, ¿qué hacías allí?
Sigo allí, aunque con bastantes problemas actualmente. A raíz del envío de semillas de Cannatonic a varios médicos en California empecé a viajar allí para conocer el destino que se estaba dando a las plantas y los tratamientos y usos medicinales que estaban llevando a cabo los médicos. Fue allí donde descubrí que el aceite de CBD es la mejor medicina para determinados tipos de enfermedades epilépticas, y pude así ayudar posteriormente en España a muchas familias proveyéndolas de ese aceite, que en ese momento era imposible de encontrar en España y que era lo único que conseguía reducir casi a cero los ataques epilépticos en los niños. Por otro lado, California fue el primer estado en regular el cannabis medicinal y ofrecerlo en los llamados dispensarios, de tal manera que podías conseguir un certificado médico (previo pago de trescientos dólares en mi caso por ser extranjero) que daba derecho a poder entrar y adquirir cannabis en el dispensario, aparte además de poder cultivar en aquel entonces noventa y nueve plantas maduras y portar contigo una cantidad significativa de cannabis procesado. En uno de los viajes desde Humboldt hasta San Francisco, el día anterior de volverme para España, con el coche lleno a rebosar de hierba, hachís y plantas con semillas a las que les faltaban dos semanas para cosechar y a las que pensaba acabarlas en casa de un amigo, tengo la mala suerte de que me para la policía por exceso de velocidad. Después de su sorpresa inicial al ver lo que había en el coche y comprobar que mi certificado médico era válido, pronunciaron las palabras mágicas que no se me olvidaran en la vida: “You are safe, you can go”, y salí de allí mirándoles por el retrovisor sin todavía digerir que aquello era real. Si me hubiera pasado lo mismo en España, habría tenido que estar al menos una noche en los calabozos.
¿Cómo es la revolución cannábica vista desde allá?
California es el epicentro más dinámico de Estados Unidos en cuanto al negocio de cannabis, y para mí está en el top mundial en cuanto a calidad y variedad de cogollos en los dispensarios y también respecto al cultivo en general, tanto en exterior como en invernadero e interior. Viajaba allí cada año para aprender y comprobar in situ la evolución (más bien revolución) acontecida en todos los sectores asociados al mundo del cannabis, hasta que entre varios amigos decidimos comprar una propiedad y empezar a cultivar allí con licencia del Estado. Tener la posibilidad de contrastar conocimientos y competir con los mejores ha sido todo un reto y una experiencia apasionante. Dicho esto, hay que explicar también que el país es un caos en cuanto a legislación y seguridad jurídica. Están en vigor leyes federales, estatales y municipales que son contradictorias entre sí. Ya no es solo que dentro de uno de los estados donde es legal cultivar puede ocurrir que en algunos de los condados en los que se divide no lo sea, sino que dentro del propio condado puede ser legal en algunas poblaciones y en otras no, mientras que en algunas poblaciones exigen un mínimo de acres para poder cultivar, en otras no existen limitaciones, una misma población que aprueba el cultivo y emita licencias puede denegarlas posteriormente cuando se renueva el consejo después de elecciones... En fin, como destino turístico cannábico es la Meca, pero trabajar allí es complicado y, en el terreno legal, está todavía a mucha distancia de otros países como Canadá, Uruguay o la misma Tailandia.
Eres director de cultivo en Tailandia para un programa de cannabis medicinal estatal.
Sí, llevo ya cinco meses aquí desde que se inició el proyecto y hace dos semanas que cortamos la primera cosecha… Nos contactó Golden Triangle Group, que trabaja en colaboración con cuatro hospitales locales, con la Universidad Rajabhat de Chiang Rai y tiene las instalaciones dentro del mismo campus, para dirigir todo el área de cultivo, desde provisión de distintas variedades de cannabis en forma de semillas, asesoramiento técnico, programa de mejora genética adaptada a la climatología local, hasta producción de semillas bajas en THC para ser cultivadas como si fuera cáñamo por agricultores locales para posteriormente procesar las flores en extractos para uso medicinal. Me pareció un proyecto global muy interesante, además de un reto personal y profesional en un país exótico. Surgió en el momento idóneo, justo cuando la penosa pandemia empezaba a hacer estragos en España. La regulación que se va a aprobar en un mes permite cultivar flores y hacer extractos de variedades por debajo del 1% de THC tanto para uso local (excepto flores) como para exportación. En cuanto al THC, también han dado licencias para cultivar flores destinadas a investigación y para exportar siempre que el cultivo tenga la certificación GMP y vaya destinado a una empresa con licencia de uso medicinal para importarlo.
¿Crees que en algún momento darán el salto a regular el cannabis recreativo?
El uso recreativo, el consumo y el cultivo siguen siendo ilegales, y creo que será así al menos hasta que pase algún tiempo y se acepte y se asiente el uso medicinal. La percepción general en cuanto al cannabis está cambiando a mejor en el país, y en nuestro caso incluso hemos recibido la visita en nuestras instalaciones de políticos y mandos policiales para interesarse y conocer más sobre el asunto.
También estás con un proyecto de cannabis medicinal en Aruba, una isla del Caribe holandés. ¿Cómo es el proceso para desarrollar un proyecto de cannabis medicinal?
En Resin tenemos varios proyectos futuros que están en diferentes etapas. En el de Aruba estamos a la espera de la concesión de la licencia para la empresa que nos ha contratado, pero también hay otro proyecto cercano en Portugal, donde la empresa ya tiene licencia y está en proceso para empezar a construir; otro en Ecuador en estado embrionario, otro en Sudáfrica previsto para mediados del año que viene… Para desarrollar un proyecto de cannabis medicinal es necesario aportar una solución integral, incluyendo todos los aspectos del proceso desde que seleccionas las genéticas, haces el esquema para la posterior construcción de las instalaciones adecuadas, germinas las semillas, hasta que cosechas y secas las flores, por lo que es necesario contar con un buen equipo de trabajo, con gente profesional en cada una de las materias en las que se subdivide el proyecto. Los concursos públicos que hacen los gobiernos abiertos a todo el mundo suelen ser para seleccionar el banco de semillas que proporcionará las genéticas a cultivar, como en el caso de Uruguay. En el resto de los casos, esos concursos públicos suelen estar abiertos principalmente a empresas nacionales o con participación internacional. Son estas empresas, que quieren invertir en el sector del cannabis medicinal pero que carecen del conocimiento imprescindible para llevar a cabo su proyecto, las que contratan nuestros servicios para incluir en sus solicitudes de licencia. Es por esto que incluimos un listado de las genéticas apropiadas para cultivar en el país en cuestión, hacemos un estudio climático de la zona destinada al cultivo, salinidad del agua, análisis de sustrato en el caso de exterior, diseño del área de cultivo para interior o diferentes tipos de invernaderos, sustratos, sistemas de cultivo, de secado, de extracción, y por supuesto, asesoramiento y dirección técnica de todo el cultivo desde el principio hasta la cosecha de las primeras flores.
¿Cómo se dirige un cultivo en un país extraño? ¿Montas equipos con gente autóctona, cuentas con un personal de fieles que va contigo…?
La verdad es que dirigir un cultivo en un país extraño y con un equipo autóctono a mi cargo prácticamente sin experiencia ha supuesto todo un reto; por las diferencias culturales, la barrera del idioma, por trabajar con distintos materiales de cultivo y sustrato, por un agua de composición química distinta y por tener que conjugar los objetivos de producción y cosecha de la empresa con la enseñanza de las personas a mi cargo. No hay mejor manera de aprender que cometiendo errores y superándolos. Como podéis suponer, es completamente imposible llevar por mí mismo un cultivo de interior de cien lámparas con cientos de plantas provenientes de semillas de cuatro genéticas diferentes, en diferentes estadios y con necesidades de riego y fertilización también distintas, además de una sala de madres que por sí misma es la que más trabajo conlleva, por lo que he tenido que dejar que fuesen ellos los encargados de regar en determinadas salas y que comprobasen por sí mismos lo que ocurre en las plantas cuando riegas en exceso o en defecto, cuando la lámpara de led está demasiado alta o demasiado baja, cuando añades mucho o demasiado poco fertilizante al agua de riego y superas el límite de EC recomendado (sales disueltas) en el agua de riego… Para saber dónde está el límite hay que sobrepasarlo, y han aprendido viendo por sí mismos lo que normalmente no muestran los cultivadores en sus fotos en redes sociales: hojas decaídas, amarillentas, con manchas o bordes quemados, deficiencias de todo tipo, plantas estiradas con mucha distancia internodal, otras que se quedan estancadas y no crecen. En fin, después de los problemas iniciales y tras casi seis meses, hemos tenido una primera cosecha excelente tanto en cantidad como en calidad, por lo que puedo decir que el reto ha sido superado.
Y España...
¿Y qué pasa en España? Si no he entendido mal, presentaste en el 2018 una solicitud a la AEMPS para poder cultivar en Alicante un invernadero de cinco mil metros cuadrados cuya producción serviría para un ensayo clínico para tratar con aceite de CBD a cuarenta niños enfermos de epilepsia.
Todo empezó cuando se pusieron en contacto conmigo, a través del club, varios padres de niños con epilepsia que estaban interesados en probar el aceite de CBD en sus hijos. Yo ya sabía que funcionaba muy bien por mis estancias en California, y como contaba con la genética necesaria para hacerlo, empecé a producirlo artesanalmente en Barcelona para proveer a estas personas, contraviniendo los consejos de mi abogado, que me advertía de los riesgos legales de suministrar un aceite con alto contenido en CBD, pero que también sobrepasaba el límite legal en cuanto a THC. El cambio en el comportamiento de los niños fue notable desde que empezaron a tomar las primeras gotas, reduciéndose considerablemente el número de crisis. Pronto se empezó a correr la voz y llegó un momento en que no podíamos suministrar el aceite necesario porque no teníamos la producción suficiente, y fue entonces cuando me llamaron desde una asociación de padres con niños con epilepsia para sondear la posibilidad de pedir a la AEMPS una licencia de cultivo. Es así como empecé a trabajar en colaboración con una asociación de niños con epilepsia y que se presentó una licencia de cultivo a la AEMPS para utilizar el aceite de CBD extraído de las flores para dos ensayos clínicos, uno con aceite de CBD en niños con varios tipos de epilepsia y otro con aceite 1:1 THC-CBD en adultos con dolor neuropático en dos hospitales en Madrid y Barcelona, licencia que no fue otorgada por la AEMPS principalmente porque las semillas de Resin Seeds que se iban a utilizar en el cultivo no tenían certificado de origen, como creo que no tiene ningún banco de semillas en España ni en la mayor parte del mundo, para semillas con contenido en THC superior a los límites legales establecidos (del 0,3 al 1%); las mismas semillas que por otro lado sí que se pueden vender legalmente y que pagan impuestos desde hace doce años… Hipocresía en estado puro. Por aquel entonces, la AEMPS sí que concedió la primera licencia de cultivo a la farmacéutica Alcaliber, que está actualmente exportando flores a Alemania. Siento mucha curiosidad por saber qué genéticas con supuesto certificado de origen está cultivando Alcaliber, porque tuve una reunión con ellos en Madrid en la que nos ofrecieron su licencia para llevar a cabo el proyecto, pero no contaban ni con la genética adecuada ni tampoco con los conocimientos para llevar a cabo el cultivo. Imagino que a la AEMPS le sirvió que llevaran cultivando opio durante muchos años para otorgarles a ellos la licencia y no a nosotros, que según ellos teníamos el hándicap de proceder del mundo del cannabis recreativo.
"Siento mucha tristeza cuando veo cómo ha evolucionado la escena de clubes sociales de cannabis. Los pioneros, haciendo las cosas como se debía, sufrieron redadas, juicios e incluso cárce, además del cierre"
Con la Agencia del Medicamento también tuviste otro desencuentro cuando te impidieron exportar tus semillas a Canadá por carecer de certificado de origen.
Resin Seeds fue uno de los primeros bancos de semillas españoles que fue capaz de exportar legalmente semillas de cannabis con certificado fitosanitario a una empresa canadiense licenciada por su gobierno para el cultivo y venta de flores. A raíz de este hecho, Health Canada, su Ministerio de Salud, publicó hace un par de años, cuando empezaron a otorgar decenas de licencias a las empresas que cumplían con los requisitos del gobierno para cultivar, una lista en su web con las cinco únicas compañías en el mundo autorizadas a proveer de semillas y material genético a las susodichas empresas canadienses, compañías entre las que se encontraba Resin Seeds, la única española. Nos empezaron a llegar decenas de pedidos grandes de estas empresas que necesitaban las semillas para empezar a cultivar, al estar nuestro nombre en el listado de Health Canada, pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al preparar el primer pedido, recibimos una carta de Health Canada en la que nos deniegan la exportación aduciendo que han recibido a su vez una carta de la AEMPS española en la que les prohíben importar nuestras semillas debido a que, según ellos, carecen del certificado de origen.
¿Qué es el certificado de origen?
Este certificado de origen es un documento que certifica la trazabilidad de las semillas, es decir, el origen de los parentales que se han utilizado para hacer esas semillas, que han de estar a su vez registrados. Es una argucia que solo permite exportar semillas a determinadas empresas, con posibilidad de gastar dinerales en abogados para poder conseguir estos certificados, que por otro lado considero falsos porque todos los bancos de semillas hemos empezado a producir nuestras variedades tomando como base genéticas de otras personas, que a su vez también habían utilizado genéticas ya existentes (pero no certificadas) para hacer su trabajo de breeding. Baste como ejemplo que hemos recibido de vuelta una de las genéticas que desarrollamos en Uruguay, con certificado de origen al estar ya registrada la variedad en el país, pero que en realidad los parentales utilizados para hacer esa genética carecían de dicho certificado. Igualmente me gustaría saber cómo ha conseguido la empresa holandesa Bedrocan el certificado de origen de las variedades con alto contenido en THC que está cultivando y distribuyendo por toda Europa, híbridos preexistentes a los que se blanquea cambiando el nombre y se les añade el certificado de origen (probablemente falso no en cuanto al documento en sí mismo, sino en cuanto al origen de las variedades) para poder cultivarlas y vender posteriormente las flores legalmente.
Entre tus numerosas ocupaciones también está la participación en un club social de cannabis de Barcelona. Si no me equivoco, el club ha sido varias veces intervenido por la policía.
Fui uno de los socios fundadores de Resin Club, tras La Maca, el segundo club social de cannabis (CSC) en abrir sus puertas en Barcelona y primero en obtener licencia de CSC, después de tener que cerrar el local, a los tres meses de haber abierto, para hacer obras y adecuarlo a las especificaciones que pedía el ayuntamiento en materia de seguridad principalmente. Creo recordar que abrimos en el año 2009, y solo dos meses después –tras múltiples denuncias de la secreta y la urbana prácticamente cada día, agazapados vigilando y acosando a los socios a la salida del club, registrándolos en plena calle y amedrentándolos para que señalasen al club en su denuncia–, tuvimos la primera intervención policial: mossos antidisturbios con casco y escudo dando patadas a todo lo que veían y tratando a los socios como a criminales. En esa primera intervención desmantelaron también el cultivo que estaba situado en la planta baja para evitar la tenencia y transporte en la calle, cultivo que además estaba regulado en los estatutos del club aprobados por el propio ayuntamiento. Unos meses después, cuando todavía los jueces no se habían pronunciado sobre esa primera intervención, tuvimos la segunda: se llevaron toda la marihuana, pero sin precintar el club, ya que estábamos actuando de acuerdo a la legalidad y teníamos licencia de actividades. Imagino que por aquel entonces estábamos en el centro de la diana al ser pioneros y no llegar todavía a la decena los clubes que estaban funcionando en Barcelona. Nosotros mismos nos restringíamos en muchos aspectos para cumplir con la legalidad en la medida de lo posible, ya que era una actividad nueva para la que no había (ni hay todavía) una ley específica que la regulase y evitar así el cierre, como por ejemplo prohibir la entrada a menores de veintiuno en lugar de dieciocho, instalar buzones para que los socios pudieran guardar sus aportaciones y así evitar la tenencia ilegal en la vía pública, instalar la salida de humos… Siento mucha tristeza y frustración cuando veo cómo ha evolucionado la escena de clubes sociales de cannabis. Los pioneros, haciendo las cosas como se debía, sufrieron todas las redadas policiales, con juicios e incluso con cárcel para algunos, además del cierre. Ahora en la actualidad la mayoría de los clubes son regentados por gente de fuera cuyo único objetivo es el negocio, dispensando algunas variedades de cannabis a cincuenta euros el gramo y extracciones a cien euros, pervirtiendo así el espíritu inicial, que no era otro que poder hacer un autocultivo legal para los socios y consumir de manera privada y segura una marihuana de calidad a un precio razonable. No tengo nada en contra del modelo actual, cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero estando regulado, pagando impuestos y abierto a cualquier persona mayor de edad beneficiaría más a todas las partes, dejando a su vez funcionar paralelamente a los clubes sociales de cannabis como asociaciones privadas sin ánimo de lucro, también reguladas a nivel estatal, incluyendo el autocultivo compartido.
En estas dos décadas largas el sector cannábico ha vivido una revolución, ¿cómo te imaginas que será todo esto dentro de veinte años?
Me gustaría imaginar que la prohibición sobre el cannabis ha terminado y que se puede cultivar y adquirir libremente para uso tanto recreativo como medicinal. Aunque viendo cómo se sigue persiguiendo el autocultivo y a los usuarios recreativos, que no se reconoce todavía el valor medicinal del cannabis, el limbo legal en el que se encuentran los clubes sociales, la arbitrariedad de la AEMPS a la hora de otorgar licencias de cultivo, la hipocresía de los sucesivos gobiernos de distintos colores que permiten la venta de semillas cobrando impuestos pero no su cultivo, la falta de honestidad e interés en investigar de la mayoría de doctores que siguen viendo el cannabis como una droga, la clase política que no se atreve a hacer una regulación, cuando resulta que la mayoría de los países de nuestro entorno en la Unión Europea ya la tienen y nos hemos quedado atrasados, la policía que va a lo suyo y sigue cortando plantas primero y luego preguntando… En fin, quiero ser optimista y pensar que nuestra querida planta y nosotros como usuarios suyos dejaremos de estar estigmatizados en un futuro, pero mucho tienen que cambiar las cosas para que esto ocurra.