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Ecuador en llamas

Ecuador en llamas

Adolfo Macías, “Fito”, líder de la banda de los Choneros, en el videoclip de “El corrido del león”, un narcocorrido de encargo que exalta su figura.

Lo que provocó esta ola inédita de violencia en Ecuador fue el intento de trasladar a una cárcel de máxima seguridad a Adolfo Macías, “Fito”, el narcotraficante más peligroso del país y líder de la banda de los Choneros.

Los espectadores del telediario del canal TC de Guayaquil, en Ecuador, difícilmente olvidarán la emisión del pasado 9 de enero. Más de una decena de personas armadas entraron en las instalaciones y secuestraron a los trabajadores de este canal de televisión. Los maleantes llevaron a cámara al periodista José Luis Calderón, le pusieron una barra de dinamita en el bolsillo y, mientras le apuntaban con un fusil, pedían a la Policía que no interviniese. El secuestro duró alrededor de media hora, hasta que las fuerzas de seguridad entraron y detuvieron a trece personas (entre las que había dos menores de edad). No fue la única acción violenta que sucedió en Ecuador ese día. También hubo una decena de asesinatos en el país, coches bomba, motines en seis cárceles y el secuestro de numerosos agentes de prisiones y de la Policía. El día se cerró con el presidente Álvaro Noboa declarando el estado de excepción. 

Lo que provocó esta ola inédita de violencia fue el intento de trasladar a una cárcel de máxima seguridad a Adolfo Macías, “Fito”, el narcotraficante más peligroso del país y líder de la banda de los Choneros. La banda nació en Chone hacia el año 2005, cuando ocho amigos empezaron a trapichear en la ciudad. El grupo fue creciendo rápidamente y, en la actualidad, las autoridades creen que están asociados con el cártel de Sinaloa. En pocos años, Ecuador se ha convertido en un lugar violento y extremadamente atractivo para el narcotráfico. Por un lado, están sus fronteras con Perú y Colombia, en donde se produce la cocaína. Además, tiene puertos –especialmente, en Guayaquil–, pobreza y corrupción. No es de extrañar, pues, que los cárteles mexicanos se infiltraran en el país. 

Fito nació en Manta en 1979. Se sabe poco de sus primeros años, pero con veintiuno fue detenido por primera vez por robo. Se sumó a los Choneros en sus inicios y, en el 2011, le cayó una condena por narcotráfico y delincuencia organizada, a cumplir en la penitenciaría de La Roca, a las afueras de Guayaquil. La prisión, de máxima seguridad, está muy cerca del río Daule, y Fito se fugó en una barca a los dos meses de entrar. Su libertad duró también poco: a los tres meses volvió tras las rejas, esta vez a la prisión del Litoral. 

Durante la década del 2010, las prisiones ecuatorianas se llenaron de presos acusados de narcotráfico. De esta forma, pandillas como los Choneros, los Tiguerones (los responsables del secuestro del canal TC de Guayaquil en enero pasado) o los Latin Kings fueron haciéndose con el control de las mismas sin que las autoridades pudieran remediarlo. Para paliar la situación, el entonces presidente Rafael Correa impuso una política peculiar: legalizó las pandillas, las transformó en grupo juvenil urbano. Con esa medida logró que los homicidios se redujeran en un setenta por ciento. De hecho, cuando dejó la presidencia en el 2017, Ecuador era el país más seguro de América Latina, con una tasa de 5,6 homicidios por cada cien mil habitantes. Además, Correa también aplicó una política de traslado de presos para limitar su poder. La consecuencia de ambas políticas fue, probablemente, que las pandillas acumularan un enorme poder. No eran perseguidos en las calles y, de hecho, algunos de los líderes de los Choneros dirigían la organización desde prisión. La política de dispersión provocó que en las cárceles las pandillas controlaran cada vez más centros penitenciarios.

Fútbol macabro

"Las fiestas que organizaba Fito en la cárcel de Guayaquil eran legendarias: transformó uno de los patios de la prisión en una piscina"

Correa fue sucedido en el cargo por Lenin Moreno en el 2017. Una de sus primeras medidas fue imponer una política de austeridad, hacer desaparecer ministerios y reducir el presupuesto en seguridad. Como consecuencia, la inseguridad se desató, y en solo dos años los homicidios se cuadruplicaron. La violencia se desató también en las prisiones; prueba de ello fue lo que ocurrió con William Poveda –uno de los líderes de los Choneros– en el 2019, cuando, según los especialistas, la violencia en el país se recrudeció. Al Cubano, como le apodaban, lo asesinaron a tiros en el interior de la prisión de Guayaquil. Posteriormente, lo decapitaron y sus asesinos jugaron un partido de fútbol con su cabeza. 

Moreno movilizó al Ejército a las cárceles con escaso éxito. Según cifras gubernamentales, entre el 2021 y el 2023 fueron cuatrocientos veinte los presos asesinados en Ecuador. Desde diciembre del 2020, Fito se convirtió en el líder máximo de los Choneros, después de que el anterior jefe, Rasquiña, fuera asesinado en la cafetería de un centro comercial. Según la prensa ecuatoriana, durante su reclusión tuvo tiempo de licenciarse en Derecho. Fito extorsionaba a todos los presos, que debían pagar una cuota de entre diez y veinte dólares a la semana para tener protección. Además, tenía el control del economato de la cárcel, con el que se abastecían los reos. Las fiestas que organizaba en la cárcel de Guayaquil eran legendarias: transformó uno de los patios de la prisión en una piscina (los reos subieron vídeos de la misma a TikTok), daba ruedas de prensa desde su celda e introducía armas con drones. 

Mientras que los Choneros tienen el apoyo del cártel de Sinaloa, los Tiguerones son respaldados por el cártel Jalisco Nueva Generación. Estas alianzas provocaron una espiral de violencia. En la actualidad, la tasa de homicidios de Ecuador es de cuarenta y dos por cien mil habitantes, la más alta de América Latina (por encima de México, Colombia y El Salvador). Por ello, la inseguridad se convirtió en un tema central de las campañas presidenciales que se celebraron en agosto del año pasado. Y en especial para la plataforma de Fernando Villavicencio, un periodista convertido en político, quien proponía construir una cárcel de altísima seguridad y confrontar frontalmente a los cárteles. El 9 de agosto le asesinaron de tres disparos cuando terminó de participar en un mitin en Quito. 

El asesinato de Villavicencio lo había ordenado Fito. Por ello, tres días después del crimen, tres mil policías llegaron a la cárcel del Litoral para trasladarlo a la prisión de La Roca, la única de máxima seguridad en Ecuador. Fito ya se había fugado de aquí en el 2013 y, de hecho, fue cerrada durante seis años para mejorarla y evitar más fugas. Una muestra del enorme poder del que goza Fito es que, al poco de llegar a La Roca, consiguió una orden judicial para que lo devolviesen al Litoral, su casa durante la última década. 

Para celebrar su regreso, Fito contrató a unos músicos sinaloenses, el Mariachi Bravo, para que le compusieran un narcocorrido junto a su hija, que usa el nombre artístico de Queen Michelle. A Fito le describen como un hombre valiente, leal y gran amigo: “Tiene mucho amor por su familia / y por sus amigos ni se diga / por ellos el daría su vida / mucho más si le muestran lealtad”. El videoclip es una fantasía narca, y está grabado en un restaurante, en una finca con caballos y al interior de la prisión del Litoral (en donde, presuntamente, no se pueden introducir cámaras). El propio Fito aparece en trozos del videoclip realizando una serie de actividades eclécticas que van desde mirar a la cámara con intensidad, hasta leer un libro, charlar con otros presos y acariciar a un gallo de pelea. El vídeo acumula setecientas mil reproducciones en YouTube.

Política de seguridad

Daniel Noboa

El vencedor de las elecciones de agosto pasado fue Daniel Noboa, quien a sus treinta y cinco años es el presidente más joven en la historia de Ecuador. Es hijo de Álvaro Noboa, el hombre más rico del país y quien fue candidato presidencial en cinco ocasiones, y en todas fracasó. Su principal promesa de campaña es poner en marcha una serie de barcos prisiones con capacidad para cuatrocientos reos y llevarlos a ochenta millas de la costa. En enero informó que ha visto tres de esas barcas, con un coste de ocho millones de dólares, y que podrían estar listas a finales de año. 

De momento, la inseguridad le ha desbordado y, para atajar la crisis de seguridad del país, Noboa ha declarado el estado de excepción durante sesenta días, y hay un toque de queda entre las once de la noche y las cinco de la madrugada. También ha copiado las estrategias de otros países, como autorizar al Ejército a que realice labores de la Policía en las calles y al interior de las prisiones (como hacen en México, aunque con escaso éxito). Además, ha consultado con Nayib Bukele, presidente de El Salvador, y pretende copiar su política penitenciaria. Por ello, ha empezado a construir dos cárceles de máxima seguridad, que estarán listas en unos meses. Cada una, según la prensa ecuatoriana, albergará a treinta y cinco reos de altísima peligrosidad. Su plan es aislar a los cabecillas allí y asegurarse de que no sigan dirigiendo los cárteles desde prisión. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #315

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