Los habitantes de Culiacán, en México, vivieron un déjà vu el pasado 5 de enero. Ese día, una operación de las fuerzas especiales capturó a Ovidio Guzmán, uno de los hijos del Chapo, en un poblado a las afueras de la capital de Sinaloa. En represalia, los narcotraficantes secuestraron autobuses que utilizaron para bloquear el tráfico en las principales avenidas de la ciudad. El gobierno local pidió a la población no salir a la calle y ese día los colegios no abrieron y el aeropuerto dejó de funcionar. La jornada terminó con veintinueve muertos. Los culichis recordaron los acontecimientos del pasado 17 de octubre del 2019, cuando las autoridades también habían detenido a Ovidio y sus sicarios tomaron la capital. Ocho personas murieron ese día, y al cabo de unas horas el Ejército terminó soltando al hijo del Chapo para evitar más violencia. A diferencia de aquel día, el pasado 5 de enero las autoridades sí trasladaron a Ovidio a una cárcel de máxima seguridad de El Altiplano.
“El Ratón”, como apodan a Ovidio, tiene treinta y dos años. Nació en Culiacán en 1990, hijo del Chapo y de su segunda esposa, Griselda López. Cuando tenía tres años, su padre fue detenido por primera vez y el niño se trasladó a vivir a uno de los barrios más lujosos de Ciudad de México, la colonia Jardines del Pedregal, una zona de enormes chalets, equiparable al barrio de Pedralbes de Barcelona. El niño Ovidio acudió a un colegio de los Legionarios de Cristo, a donde viajaba todos los días en taxi. La prensa mexicana ha publicado que los padres de sus compañeros de clase sospechaban de sus orígenes y por ello lo excluyeron de un viaje que haría todo el curso de cuarto de primaria a Disneylandia. Su madre exigió que le dejaran ir y por ello se ofreció a pagar el viaje a todo el grupo de niños. Pero los padres lo excluyeron (el Chapo estaba preso en una cárcel de máxima seguridad). Ovidio tuvo que cambiar de colegio y para el año 2000 volvió a Culiacán. Un año después, su padre se fugó de la cárcel por primera vez.
En el 2008, cuando Ovidio acababa de cumplir los dieciocho, su hermano mayor, Édgar, fue asesinado por un grupo de sicarios del propio cártel de Sinaloa, que lo confundieron con un narco rival. Ovidio y su hermano Joaquín, según la ficha que elaboró el Departamento de Estado estadounidense, se quedaron con el negocio de su hermano. “Empezaron a invertir grandes cantidades de dinero en comprar marihuana en México y cocaína en Colombia. Empezaron a importar igualmente efedrina de Argentina para iniciarse en la producción de metanfetamina”, según el informe de los funcionarios estadounidenses.
Durante los años siguientes, Ovidio fue escalando posiciones al interior del cártel y, junto a su hermano Joaquín, y sus medios hermanos Iván Archivaldo y Jesús (“los Chapitos”), organizaron la espectacular fuga de su padre en el 2015, cavando un túnel de más de un kilómetro de largo, por el que escapó. El reencuentro familiar duró poco, puesto que el Chapo fue detenido nuevamente en enero del 2016, y esta vez fue la definitiva.
Una vez extraditado a Estados Unidos, la influencia del Chapo al interior del cártel de Sinaloa se redujo considerablemente. Inicialmente, el cártel se dividió en dos bandos, que intentaban ocupar su silla. Por un lado estaban los Chapitos e Ismael, “el Mayo”, Zambada, un histórico del narcotráfico sinaloense; por el otro, Dámaso López (“el Lic.”). En agosto del 2016, los Chapitos fueron a celebrar el cumpleaños de Iván a un restaurante de Puerto Vallarta, en Jalisco, algo de lo que el Lic. presuntamente informó al líder del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Mientras los Chapitos celebraban, el CJNG los secuestró durante cinco días. El Mayo Zambada tuvo que intervenir para convencerlos de que les perdonaran la vida. Y así empezó una guerra con el Lic.
Los Menores
"Los Chapitos utilizan las redes sociales para difundir vídeos en los que muestran su poderío militar o cantan corridos ensalzando sus “gestas”. TikTok e Instagram están plagados de contenidos con la etiqueta #chapizza (mismo que acompañan con el emoji de una rebanada de pizza) para identificar su filiación"
A finales del 2018, durante el juicio del Chapo Guzmán hubo dos testigos protegidos que provocaron un cisma al interior del cártel: Jesús y Vicente Zambada, hermano e hijo, respectivamente, del Mayo Zambada. Ambos relataron los asesinatos, sobornos y rutas utilizadas por el cártel durante décadas a cambio de reducir sus condenas (Vicentillo, de hecho, fue liberado en el 2021). El Chapo fue condenado a cadena perpetua y la traición no sentó nada bien a sus hijos. El cártel sufrió una nueva división: por un lado quedaron los hijos del Chapo (apodados también “los Menores”), por el otro, el clan de los Zambada, y además hay un tercero en disputa: Aureliano, “el Guano”, el hermano mayor del Chapo.
Los Menores se han especializado en la producción de metanfetaminas y tienen numerosos laboratorios para elaborarla en la sierra sinaloense. Prueba de su grado de especialización fue el operativo que realizó el Ejército en junio del 2022, en el que decomisaron sesenta y cinco laboratorios clandestinos en Sinaloa, buena parte de ellos pertenecientes a los nepobabies. Los Chapitos, además, controlan buena parte del tráfico de marihuana que se vende en las calles de Culiacán y otras ciudades sinaloenses, pero no han logrado ejercer el mismo control que ejercía su padre.
Como muchos de los narcos de su generación, los Chapitos utilizan las redes sociales para difundir vídeos en los que muestran su poderío militar o cantan corridos ensalzando sus “gestas”. TikTok e Instagram están plagados de contenidos con la etiqueta #chapizza (mismo que acompañan con el emoji de una rebanada de pizza) para identificar su filiación. Sus sicarios suelen llevar insignias de policía, pero en el sitio donde va la estrella del cuerpo de policía llevan un dibujo de un trozo de pizza (o de un ratón si trabajaban para Ovidio, “el Ratón”). En enero pasado circuló un vídeo que tuvo cinco millones de visitas en el que un soldado en un control militar detiene a un coche en donde viaja gente del cártel de Sinaloa. Cuando estos se identifican como parte de la Chapiza, el soldado les deja ir sin siquiera parar el automóvil.
Quedan muchas preguntas sobre la captura de Ovidio. En un primer momento, un portavoz del Ejército mexicano informó que lo habían detenido durante un control rutinario. A las pocas horas la versión cambió e informaron de que el operativo obedeció a un seguimiento de meses y que culminó con éxito en la madrugada del 5 de enero. No queda claro el papel que jugó el Gobierno estadounidense en la detención, que se produjo dos días antes de la primera visita del presidente Joe Biden a México. En Sinaloa hay versiones serias que apuntan a que lo delató el Mayo Zambada, quien quería controlar definitivamente el cártel. Mientras tanto, Ovidio espera que se decida si lo van a extraditar a Estados Unidos, donde podría reencontrarse con su padre. Lo hace en un lugar que conoce bien, la cárcel del Altiplano, la misma de la que ayudó a fugarse a su padre en el 2015.