La venganza del güero
Ha pasado los último veintiún años tras las rejas, pero el próximo 11 de junio Héctor “el Güero” Palma, uno de los narcos más sanguinarios de la historia de México, saldrá de la cárcel.
Ha pasado los último veintiún años tras las rejas, pero el próximo 11 de junio Héctor “el Güero” Palma, uno de los narcos más sanguinarios de la historia de México, saldrá de la cárcel. El Güero fue socio del Chapo Guzmán a principios de los noventa, juntos pusieron en marcha el cártel de Sinaloa. En su momento fue uno de los narcotraficantes más buscados, hasta que lo capturaron, por casualidad, en 1995. Tras cumplir una pena de doce años en una prisión mexicana fue extraditado a Estados Unidos en el 2007, donde tenía que pasar dieciséis años en cárceles de máxima seguridad, pero sale tras nueve por buena conducta.
A los rubios en México se les dice güeros, y Palma nació en 1961 en un rancho de Mocorito, una de las regiones más pobres de Sinaloa. Su carrera la empezó robando coches en Culiacán, la capital de Sinaloa, hasta que recaló en las filas de Miguel Ángel Félix Gallardo, el padrino del narcotráfico en México. En los ochenta, Gallardo controlaba todo el tráfico de drogas a Estados Unidos. Gozaba de la protección de la CIA porque ayudaba a armar a la Contra, los grupos financiados por el gobierno estadounidense que lucharon contra el gobierno sandinista en Nicaragua entre 1979 y 1990. Palma empezó a trabajar como guardaespaldas de Gallardo, luego ascendió a sicario hasta que se terminó encargando del envío de cocaína a Estados Unidos. Palma era ambicioso y empezó entonces a operar por su cuenta.
Un alijo de 300 kilos de coca dio un giro macabro a la biografía del Güero a principios de 1989. Todos en México conocen la terrible historia de su esposa Guadalupe Leija y sus dos hijos, que, según dicen, hizo enloquecer a Palma. Cuando Gallardo se dio cuenta de que su sicario se había quedado con uno de sus cargamentos decidió darle un escarmiento ejemplar: reclutó a un guaperas venezolano llamado Rafael Clavel para que se ligara a una hermana de Palma y se introdujese así en su círculo. Una vez dentro cumplió con la segunda parte del plan: conquistar a la esposa de Palma y convencerla para que abandonara a su marido.
Leija, según el relato de la policía mexicana, se llevó a sus dos hijos, de cuatro y cinco años, y siguió al venezolano hasta San Francisco, donde vació siete millones de dólares de una cuenta que tenía su marido. Clavel la decapitó, metió su cabeza en una caja y se la envió a Palma a su casa. Después voló a Venezuela con los niños. Dos semanas después, Palma recibió un vídeo en el que arrojaban a sus hijos desde un puente en Venezuela a 150 metros de altura. El brutal asesinato, ocurrido en 1989, fue un parteaguas en el narco mexicano. Posiblemente fue la primera decapitación y rompió con la regla de que los sicarios respetaban a las familias de los capos. La leyenda dice que el Güero enloqueció, que desde ese día su mirada cambió y que por eso se convirtió en uno de los capos más sanguinarios de México.
La respuesta del Güero no se hizo esperar. Mandó asesinar a Clavel en una cárcel venezolana, también a sus tres hijos y a sus cómplices venezolanos, a los que además desmembró. Durante el siguiente lustro siguió vengándose y asesinando a familiares de Félix Gallardo. El Padrino, sin embargo, se salvó de la ira de Palma porque fue encarcelado en abril de 1989 por el asesinato de un agente de la DEA. Tras su caída se dividieron las rutas en varios clanes, y Palma se asoció con el Chapo Guzmán para operar en Mexicali, una ciudad fronteriza. El Güero pudo seguir su cruzada personal, pues los de Sinaloa pronto se enzarzaron en una guerra con los sobrinos del Padrino, los Arellano Félix, que controlaban la plaza de Tijuana.
Llevaba fajada en el cinto una Colt 38 que tenía incrustadas en las cachas 208 diamantes coronados por una palmera hecha de esmeraldas
Algunos de los sucesos más sangrientos de la década de los noventa están ligados al Güero Palma, como el tiroteo en una discoteca en Puerto Vallarta, que dejó diez muertos. También se cree que asesinó a Norma Corona, la comisionada de Derechos Humanos que investigaba la muerte de tres venezolanos y a un abogado de narcos apodado el Pelucas. Cuando el gobierno mexicano capturó al Chapo Guzmán, en 1993, el cártel quedó en manos del Güero y del Mayo Zambada, y Palma se quedó con el centro de la frontera de Arizona.
Cachas de esmeraldas
Como muchos de los narcos de su generación, el concepto de la discreción era ajeno a Palma, que se solía pasear por las rancherías en un Corvette. Otra de sus singularidades que hacía fácil reconocerlo era la pistola que llevaba fajada en el cinto: una Colt 38 que tenía incrustadas en las cachas 208 diamantes coronados por una palmera hecha de esmeraldas. Poco antes de su detención, cuando ya era uno de los narcos más buscados por la Interpol, el FBI y la DEA, le vieron en el carnaval de Guayabitos, Nayarit, montado en un caballo purasangre y seguido por una banda que tocaba tambora sinaloense a su paso.
La Fiscalía mexicana llegó a emitir nueve órdenes de aprehensión contra Palma, quien lograba evadirse y moverse por todo México con total impunidad porque tenía en su nómina a buena parte de los policías que, supuestamente, intentaban apresarlo. El número dos de la policía, Mario Humberto González Treviño, combinaba su trabajo como funcionario con el de sicario del Güero Palma. En Guadalajara, donde Palma pasaba largas temporadas, vivía en una casa que estaba puerta con puerta con la del delegado de la policía que coordinaba los esfuerzos para capturar a Palma. No es casualidad que el día en que lo detuvo el Ejército también apresaron a los dieciocho policías judiciales destinados en Guadalajara y que, presuntamente, estaban en la nómina del sinaloense, aunque el juez los liberó por falta de pruebas.
El Ejército pudo capturar al Güero Palma el 23 de junio de 1995. En realidad les cayó del cielo. Palma había tomado una avioneta para viajar a Guadalajara para asistir a una boda. El aparato falló (por sabotaje, según algunas versiones) y se desplomó a unos cien kilómetros de su destino. Los hombres de Palma lo fueron a buscar y, malherido, lo llevaron escoltado por un convoy de la Policía para que se recuperara en su casa. Un día después del accidente los soldados llamaron a su puerta y lo detuvieron sin un solo tiro. Sus abogados le libraron de las acusaciones más graves y solo ha pasado doce años en prisión, poca pena, dada la magnitud de sus crímenes. Cuando pise la calle, este 11 de junio, será entregado a las autoridades mexicanas en la frontera. La incógnita es si, con cincuenta y cinco años, las dos décadas en cárceles de máxima seguridad le han “rehabilitado” o si, por el contrario, volverá a ocupar el puesto que dejó en el cártel de Sinaloa y seguirá buscando venganza.
Los restos de la esposa y los hijos del Güero Palma descansan en un mausoleo en Culiacán, la capital de Sinaloa. El Güero no escatimó en gastos y, según un reportaje del Daily Mail, se gastó 420.000 dólares. El techo del mausoleo tiene un cuadro de Guadalupe y los niños en el cielo. El edificio tiene además una escalera de caracol que lleva a una suite nupcial con aire acondicionado y que tiene una vista de 360 grados de los alrededores. En el cementerio Jardines de Humaya es fácil reconocer las obras que los narcos erigen. Les delatan las columnas griegas, las dobles alturas y el derroche. Según el Daily Mail, algunas de estas obras fúnebres alcanzan los 650.000 dólares, y hay narcos que las equipan con su propia capilla, cine o un billar. No es de extrañar que muchas de ellas cuenten con sistemas de alarma. Otros optan por ser enterrados en su camioneta. El mausoleo del Güero, en el que en ocasiones se celebran misas y fiestas familiares, tiene wifi, salón y cocina. La leyenda dice que el Güero paga a alguien para que todos los días rocíe un poco del perfume favorito de su exesposa.