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Narcoprisiones

Narcocárceles

Fito, líder de los Choneros y uno de los capos más peligrosos de Ecuador, con un gallo de pelea en la cárcel del Litoral.

La cárcel o el cementerio es el destino final de muchos narcotraficantes. En esta ocasión dedicamos esta doble página a hablar de una colección de presidios, desde aquellos con condiciones brutales para sus internos hasta los que son completamente controlados por los reos y en los que estos no ven mucha diferencia entre estar a un lado u otro de las rejas. 

Máxima comodidad 

El 19 de junio de 1991, Pablo Escobar –líder del cártel de Medellín– se entregó a la justicia para cumplir una condena de cinco años. Antes de hacerlo puso dos condiciones. La primera, que no le extraditasen a Estados Unidos, algo que la Asamblea Constituyente de Colombia aprobó ese mismo 19 de junio. La segunda, para garantizar su seguridad, cumplir la condena en la cárcel de su elección; y eligió ingresar en La Catedral, un presidio en Envigado, a las afueras de Medellín, que él mismo mandó construir. 

El Ejército custodiaba el exterior de la cárcel, mientras que el interior era resguardado por los hombres de Escobar. “La prisión era más o menos lo que sospechábamos: un club de campo lleno de artículos de lujo”, escribieron Javier Peña y Steve Murphy, agentes de la DEA que participaron en la detención de Escobar. La habitación era como una suite de hotel que había sido decorada por su esposa, Victoria Henao. La cárcel tenía también bares, billares, gimnasio, cabañas para los amigos y un campo de fútbol. Escobar podía invitar a quien quisiera: desde a su familia hasta a mujeres con las que realizar orgías o futbolistas, como René Higuita, para jugar un futbito. Cuando la prensa se enteró de las condiciones en las que vivía el capo tildaron La Catedral como “cárcel de máxima comodidad”. El gobierno decidió intervenir, pero cuando entraron a la prisión Escobar ya había huido.

Centro de operaciones 

Lo que sucedió en la prisión de Piedras Negras, México, a seis kilómetros de la frontera con Estados Unidos, entre el 2009 y el 2014, es inverosímil. El cártel de los Zetas, uno de los más violentos en México, se empezó a hacer con el control de la cárcel en el 2004. Para el 2009 nombraron a un “jefe de cárcel”, al margen del alcaide, que pertenecía al cártel. Este cobraba una cuota semanal a los reos, controlaba el economato y la venta de drogas, y decidía cuándo funcionaban las seis torres de vigilancia del perímetro del lugar. También violó a decenas de hermanas, esposas y familiares de los reos. 

De los setecientos cincuenta reos que vivían en Piedras Negras, un centenar trabajaban para el cártel en los distintos “talleres” disponibles. En el de hojalatería y pintura se preparaban coches en los que se ocultaban las drogas que cruzaban a Estados Unidos; en el de costura se confeccionaban trajes apócrifos de las fuerzas de seguridad que luego utilizaban los Zetas; en el de soldadura se elaboraban estrellas con pinchos para reventar ruedas de coches, y en el de carpintería se hacían muebles y retablos de la Santa Muerte. La cárcel funcionó como campo de exterminio: se “cocinaban” los cadáveres de los ejecutados y se encargaban de hacerlos desaparecer. En su declaración a la Policía el “jefe de cárcel” relató que los Zetas les “capacitaron” para hacer desaparecer los cuerpos. Los metían en tambos de doscientos litros, después los rociaban de diésel y finalmente les prendían fuego.

Balneario 

"Fito ordenó que se llenara de agua uno de los patios de la cárcel para hacer una piscina y también mandó crear un estanque con patos y peces. Los reos subían vídeos a las redes sociales que mostraban un balneario en pleno centro de readaptación social"

La cárcel del Litoral, en Guayaquil (Ecuador), es otro ejemplo de un penal completamente controlado por el narco. En este caso por Fito, líder de los Choneros y uno de los capos más peligrosos de su país, que estuvo recluido ahí desde el 2012. Fito obligaba a todos los presos a pagarle una cuota de entre diez y veinte dólares semanales para obtener protección y utilizaba drones para abastecerse de armas, drogas y móviles. Fito convocaba a los medios para dar ruedas de prensa con la complicidad de los custodios. 

Sin embargo, los motivos por los que el Litoral aparece en este listado son dos. El primero, porque Fito ordenó que se llenara de agua uno de los patios de la cárcel para hacer una piscina y también mandó crear un estanque con patos y peces. Los reos subían vídeos a las redes sociales que mostraban un balneario en pleno centro de readaptación social. El Litoral también se hizo famoso porque Fito grabó un videoclip en su interior, un narcocorrido que habla sobre su vida y su valor. Fito aparece en trozos del videoclip al interior del Litoral leyendo, charlando con otros presos o acariciando un gallo de pelea, y es que sí, en la cárcel también había un palenque para hacer peleas de gallos.

Cárcel para gánsteres 

En menos de un lustro, El Salvador ha pasado de ser uno de los países más peligrosos del mundo (con una tasa de homicidios de 102 por cada 100.000 habitantes) a ser el país más seguro de América (con una tasa de 2,4 homicidios por 100.000 habitantes). El artífice de este cambio es el presidente Nayib Bukele, que llegó al poder en el 2019 y fue reelegido este año con el 85% de los votos. Y lo consiguió con una mezcla de pactar con las pandillas para que redujesen los ajustes de cuentas y de mano dura. 

Para esto último, en enero del 2023, El Salvador inauguró la cárcel más grande del mundo, con capacidad para recluir a cuarenta mil reos, los pandilleros más peligrosos del país centroamericano. El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) no tiene ventanas y hay luz artificial todo el día. Los reos solo comen dos veces al día porque Bukele no quería quitar recursos a las escuelas “para alimentar a esos terroristas”, y comen con las manos, dado que los cubiertos se podrían utilizar como armas. No hay colchones ni sábanas en las literas de cuatro alturas (ya que también se podrían usar como armas), y los pandilleros están en sus celdas veinticuatro horas al día sin nada que hacer. La población penitenciaria de El Salvador es de ciento cinco mil reos, casi el 2% de la población adulta.

El Alcatraz moderno 

La prisión ADX Florence, en Colorado, es una cárcel denominada supermax. Es la más segura de Estados Unidos y de ella nunca se ha fugado un interno. Está en medio del desierto y alberga a algunos de los criminales más peligrosos del mundo, como el Chapo Guzmán, o terroristas como el Unabomber y Zacarias Moussaoui, autor intelectual del 11S. Las condiciones son brutales: los presos pasan veintitrés horas al día en sus celdas (que son del tamaño de una plaza de parking), y la comida se desliza a través de un agujero en la puerta. Solo hay una ventana de un metro de alto por diez centímetros de ancho, que permite que entre algo de luz natural, pero está hecho para que no puedan ver las montañas Rocosas que rodean el edificio. Tampoco tienen contacto con otros reclusos. 

Durante la hora que pasan en el patio deben usar grilletes en las piernas, esposas y cadenas en la cintura. Además, están en una jaula al aire libre en la que solo se ve el cielo y hay cables para impedir que aterricen helicópteros. “Lo que hacen algunos presos es gritar a través de las tuberías del lavabo en sus celdas y el de al lado puede escucharlo: “A veces hablan así –explicó a la BBC Deborah Golden, una abogada defensora de derechos humanos–. Es un lugar para aislar completamente y desorientar a cualquiera que esté allí”. 

Penas de muerte

Penas de muerte

Todavía existen treinta y seis países que mantienen la pena de muerte para castigar los delitos de drogas, según un informe elaborado por Amnistía Internacional y publicado en octubre del 2023. La ONG documentó que entre el 2018 y el 2022 se registraron más de setecientas ejecuciones por delitos de drogas alrededor del mundo. Durante el 2022, el 37% de todas las ejecuciones que se cometieron alrededor del mundo fueron por delitos relacionados con las drogas. El país que encabeza este macabro ranking es Irán, que solo en el 2022 ejecutó a doscientas cincuenta y cinco personas por delitos por drogas. Le siguen Arabia Saudí, con cincuenta y siete, y Singapur, con once. 

Entre los países que impusieron sentencias capitales en el 2022 están Bangladesh, Egipto, Indonesia, Laos, Malasia, Pakistán y Singapur, aunque Amnistía advierte que China, Corea del Norte y Vietnam también ejecutaron a acusados por delitos de drogas en ese periodo. Sin embargo, el secreto que rodea a sus sistemas de justicia hace imposible poder dar cifras precisas. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #322

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