La ardilla “cuinique”, oriunda de México, es una plaga que arrasa con los plantíos que encuentra a su paso. Las hembras tienen la peculiaridad de que en cada parto alumbran doce criaturas. Doña Estela Valencia, una mujer de Aguililla (Michoacán), engendró al parecer una docena de hijos (aunque algunas versiones apuntan a que en realidad son dieciocho) y todos ellos terminaron dedicados al narcotráfico. El gobierno estadounidense considera a los Cuinis (como se conoce al clan de los González Valencia) uno de los cinco cárteles de la droga más ricos y peligrosos. Aunque su principal labor es lavar dinero, tienen una compleja sociedad con el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). También son sanguinarios: en el 2015, los Cuinis derribaron con una bazuka un helicóptero del Ejército mexicano que intentaba detener al líder del CJNG, el Mencho Oseguera, que está casado con una de las hermanas González Valencia.
Aunque el nombre de los Cuinis como organización independiente solo se remonta a la última década, su historia es longeva. El abuelo de las criaturas era un agricultor con plantaciones de aguacate. Uno de sus hijos empezó a sembrar marihuana y amapola en la década de los setenta. La hierba y la goma de opio las vendía a los otros cárteles y tenían una existencia pacífica. La prensa los bautizó como el cártel del Milenio, y durante décadas mantuvieron un bajo perfil. Cuando los hermanos González Valencia, nacidos en la década de los sesenta y setenta, se hicieron mayores, empezaron a trabajar con su tío en el negocio familiar.
"Han establecido rutas en Australia y Asia, donde la vigilancia marítima es más laxa y los beneficios, mayores. Un gramo de cocaína en EE UU se vende por unos cincuenta euros, mientras que en Australia pagan unos ciento ochenta"
Las cosas cambiaron en los noventa, cuando incursionaron en la venta de drogas sintéticas. Esta vez ya no se la vendían a los otros cárteles, sino que ellos mismos se encargaban de transportarla a Estados Unidos. Y ya puestos, empezaron a traficar también con cocaína colombiana. Abigael González Valencia, “el Cuini”, fue uno de los líderes más visibles del grupo hasta su captura en el 2015. Nació en 1972 en el pueblo familiar, y se sabe poco de su vida. A finales de los ochenta, cuando el Cuini tenía unos veinte años, cruzó de mojado a Estados Unido. Poco después empezó a vender la droga que sus hermanos enviaban a Estados Unidos, ayudado por un amigo de la infancia: Nemesio Oseguera, “el Mencho”, quien años después se convertiría en uno de los narcotraficantes más sanguinarios de México.
Al Cuini lo detuvo la DEA en 1996 y lo acusaron de tráfico de mentanfetaminas y cocaína. Obtuvo la libertad tras pagar una fianza de ochenta mil dólares, y aunque tenía que volver a firmar al juzgado todas las semanas, huyó a México. De la mano del Mencho expandieron la presencia del cártel del Milenio a otros estados para estar más cerca de la frontera. A finales de los noventa, el Mencho empezó una relación con Rosalía González Valencia, hermana del Cuini, estrechando la relación entre ambas familias. La historia tenía cierto morbo, dado que en los ochenta Rosalía estuvo casada con Armando Valencia, fundador del cártel del Milenio.
Al inicio del nuevo milenio, el negocio del cártel del Milenio era boyante. La DEA estimaba que para el 2003 eran responsables de enviar una tercera parte de la cocaína que se vendía en Estados Unidos. Ese año, sin embargo, los Zetas les declararon la guerra y en pocos meses los expulsaron de su feudo. Los González Valencia se replegaron hacia Jalisco y se asociaron con el cártel de Sinaloa, integrándose en La Federación, un conglomerado de cárteles que pretendía hacer un frente común contra los Zetas. En el 2010, el Ejército detuvo al entonces líder del cártel del Milenio, y el gobierno mexicano dio por extinto este cártel.
Cártel Jalisco Nueva Generación
Durante algunos meses reinó el caos, y lo que quedaba del cártel se dividió en dos grupos: la Resistencia y los Torcidos (donde militaban el Cuini y el Mencho), que se disputaron el liderazgo. Se impusieron estos últimos gracias a que controlaban los grupos de sicarios, llamados Matazetas, con los que pretendían recuperar el territorio perdido. Al frente del grupo estaba el Mencho Oseguera, que copió la estructura militar de los Zetas (formada por desertores del Ejército mexicano) e impuso una férrea disciplina, con la que recuperaron el control de Michoacán. Lo consiguieron en el 2012, y por motivos que no están del todo claros se cambiaron el nombre por el larguísimo cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
ay muchas incógnitas sobre el papel que desempeñan los Cuinis en el puzle del narcotráfico. De hecho, no fue hasta finales del 2016 cuando el Departamento del Tesoro incluyó a siete de los hermanos en la lista de narcotraficantes internacionales que elabora cada año. Dicha institución estima su fortuna en cincuenta mil millones de dólares. Las autoridades mexicanas consideran que forman parte del CJNG, aunque para el gobierno estadounidense se trata de un grupo independiente que frecuentemente colabora con el CJNG, entre otras cosas, debido a los lazos familiares que unen al Mencho con los González Valencia.
Uno de los ámbitos en los que han destacado los Cuinis es en el lavado de dinero. Son dueños de emporios de spas y clínicas de belleza, además de bares y restaurantes. Otro factor que les ha permitido amasar una enorme fortuna es que han buscado alternativas a Estados Unidos. En la última década han establecido rutas en Australia y Asia (fruto de los contactos que labraron fabricando drogas sintéticas en los noventa). Allí la vigilancia marítima es más laxa que en Estados Unidos y los beneficios, mayores. Un gramo de cocaína en Estados Unidos se vende por unos cincuenta euros, mientras que en Australia pagan unos ciento ochenta.
A Abigail González, líder de los Cuinis, lo detuvieron las autoridades mexicanas el 28 de marzo de 2015 en un restaurante de Puerto Vallarta. Le debían extraditar, pero sus abogados se movieron con astucia, y en enero del 2019 obtuvo un amparo, con lo que no podrá ser enviado a Estados Unidos. Un mes después lograron que lo transfirieran del Altiplano (de máxima seguridad) al Reclusorio Norte, en la Ciudad de México, para reos normales. La prensa mexicana documentó que desde su llegada los guardias empezaron a recibir amenazas y que en el perímetro del presidio había hombres armados en camionetas. Algunos llegaron a pedir que los cambiaran de zona, pues no querían trabajar en el ala donde estaba González Valencia. En julio pasado, el gobierno lo volvió a transferir al Altiplano ante el fundado riesgo de que se iba a fugar.
Las autoridades todavía no se ponen de acuerdo sobre cuántos son los hermanos González Valencia, si doce o dieciocho. Lo único claro, hasta el momento, es que hay siete tras las rejas, lo que quiere decir que todavía hay cinco (u once) en libertad. Además, están los hijos que estos doce (o dieciocho) hermanos han engendrado. Muchos de ellos también han seguido en el negocio familiar y son buscados por las autoridades. Como lo dice su mote: los Cuinis son una auténtica plaga.