La desigualdad de género atraviesa el sector y los movimientos sociales cannábicos de la misma forma en que atraviesa nuestra sociedad, nuestros cuerpos y nuestras maneras de ser, estar y entender el mundo. El feminismo trata de mejorar la igualdad entre hombres y mujeres, poniendo de relieve las situaciones de discriminación, segregación y exclusión social por razón de género. El feminismo cannábico poco a poco se va consolidando como reivindicación y perspectiva dentro del sector.
Desde la experiencia compartida de muchas compañeras, a pesar de los cambios y los muchos matices que se van introduciendo en el sector (por ejemplo, en la utilización del cuerpo de la mujer como reclamo comercial), existe la percepción de que las mujeres seguimos siendo minoría en este mundillo. Sin embargo, no podemos olvidar que el propio consumo de cannabis recibe una penalización social mucho mayor cuando sus protagonistas son las mujeres, y más aún cuanto más cerca están estas del cumplimiento del rol reproductivo y de cuidados que la sociedad espera de ellas. Cuanto más se aparta una mujer de las funciones que socialmente se le atribuyen por razón de género, mayor es el estigma al que se expone y mayor es la invisibilidad con que se acaban recubriendo ciertas prácticas y usos que, aunque comunes en la esfera de lo íntimo y personal, no se exhiben públicamente por conllevar una mayor estigmatización y rechazo social.
El cannábico ha sido tradicionalmente un sector de actividad económica masculinizado y androcéntrico, donde la presencia de las mujeres ha sido, sobre todo, poco visible. Si bien es cierto que en los últimos años y sobre todo desde marzo del 2016 a esta parte asistimos a una mayor visualización de las mujeres en el ámbito del cannabis, también lo es que nos queda mucho por recorrer como profesionales en la industria del cannabis e incluso como simples usuarias de esta planta.
Doble estigma: como cannábica y como mujer
Como empresarias, investigadoras, trabajadoras, activistas o usuarias, las mujeres vinculadas al cannabis seguimos representando una minoría dentro del sector. Si nos preguntamos el porqué de esta circunstancia, probablemente hallaremos unos cuantos estudios que avalan esta explicación: las mujeres, en el ámbito de las drogas, y el cannabis con sus diferencias no escapa de ello, son sujetos de doble estigmatización social, por su condición de mujeres y por su vinculación con una sustancia que tiene un estatus de ilegalidad. Cuando ambos prejuicios se combinan, el resultado deriva en una presión social mucho mayor sobre el uso o la vinculación de las mujeres con el cannabis que la que puedan experimentar sus compañeros.
Evidentemente, el prejuicio social y la inseguridad jurídica que rodea el cannabis afecta a todos, hombres y mujeres. Sin embargo, estas últimas, por su condición de mujeres, se ven doblemente afectadas por dichos prejuicios, que recaen con mucha más fuerza sobre ellas, especialmente en determinadas etapas vitales: las más ligadas a las funciones reproductiva y del cuidado. Así, por ejemplo, en las etapas de gestación y crianza, la utilización de cannabis entre las mujeres recibe una penalización social redoblada respecto a la que hubiesen podido experimentar estas mismas usuarias en otros momentos vitales. Ser mujer y estar vinculada al cannabis en España sigue sin ser tarea fácil. Ser mujer y estar vinculada al mundo del cannabis en España es aún hoy verse sometida a un doble prejuicio: como cannábica y como mujer. Sufrir una mayor vulnerabilidad ante el acoso o el menosprecio, simplemente por hallarte “fuera de lugar” como mujer. Ello ha llevado a la invisibilidad de muchas, bajo la presión social de no mostrarse como consumidoras, cultivadoras, empresarias… De no verse, en definitiva, públicamente involucradas con este sector, evitando una reprobación social mucho mayor de la que reciben sus compañeros. Cualquiera de las implicadas sabe que la defensa de su actividad, de su consumo, de sus conocimientos en la materia a menudo deben ser doblemente probados ante el resto de compañeros/as, clientes/as, usuarios/as, y que el hecho de ser mujeres las ha situado en posiciones de desventaja.
Desde iniciativas como Mujeres Cannábicas queremos contribuir a ser voceras del necesario empuje de los discursos femeninos y feministas que buscan incorporar una mirada de igualdad y reconocimiento de las mujeres dentro del sector. Así, pensamos que hacer visibles estas desigualdades es un primer paso irrenunciable para reducirlas. Con ello también estamos convencidas de que si bien el empoderamiento de las mujeres es fundamental, esta tarea requiere necesariamente de toda la complicidad, el apoyo y las prácticas de los hombres.
Un cuestionario en la Spannabis
Con esta llana (y sana) intención de explorar territorios aún poco (re)conocidos en relación con la desigualdad de género en el sector cannábico español, la plataforma Mujeres Cannábicas distribuyó un pequeño cuestionario entre más de cien exhibidores en el marco de la Spannabis 2017. Como experiencia pionera, realizada con medios absolutamente precarios y con la sola intención de hacer visible un ejercicio a modo de prueba sin representatividad alguna, quisimos de algún modo contrastar algunas percepciones sobre la presencia y la posición predominante de las mujeres en el sector. Evidentemente, los resultados obtenidos entonces con estos no pueden entenderse de ningún modo como representativos del conjunto del sector. Para ello sería necesaria la elaboración de un muestreo estadístico, un diseño de cuestionario más amplio, un canal estable de participación… Sin embargo, vistos con cierta perspectiva, sí nos parece que pueden representar una modesta aproximación para determinar cuáles son las tendencias predominantes en el sector en este momento.
En total se pudieron recoger cincuenta y siete cuestionarios, sobre los que pudimos extraer datos interesantes sobre la paridad entre hombres y mujeres en la organización interna de las entidades entrevistadas (empresas y asociaciones) en su dirección y en la contratación que realizaron en el marco de esta feria. Es relevante destacar que tan solo un 17,5% de las entidades tenían un 50% o más de mujeres en el equipo directivo y, entre todas ellas, solo encontramos dos (un 3,5% del total) que estuvieran dirigidas exclusivamente por mujeres. La paridad, pues, no apareció como una tendencia clara entre los cincuenta y siete encuestados. Frente a ese 3,5% de empresas dirigidas exclusivamente por mujeres, encontramos un 38,6% que lo fueran solo por hombres. Por otra parte, en relación con las plantillas de trabajo, entre los que tenían plantilla fija contratada en el momento de la encuesta, el 28,1% contaban con una plantilla paritaria o integrada mayoritariamente por mujeres. A la vez, casi el 16% no tenían ninguna mujer en plantilla. Finalmente, solamente un 14% de las encuestadas resultaron paritarias tanto en la dirección como en la plantilla. Este resultado contrastó con el porcentaje de aquellas sin ninguna presencia femenina: un 10% de los casos. Yendo un poco más allá, también se preguntó por la contratación de personal para la feria. Entre los que lo hicieron –algo más del 50% de la muestra–, un 22% solamente lo hicieron con mujeres. En contraste, solo un 6% contrató únicamente hombres, y tan solo un 13% de las empresas y entidades entrevistadas contrataron para trabajar en la feria de forma paritaria tanto mujeres como hombres.
Todo ello indica que, en relación con este aspecto, el sector no es muy diferente de otros: el liderazgo de las mujeres es minoritario. Evidentemente, el emprendimiento femenino existe, pero igual que en otros sectores dista aún mucho de estar al mismo nivel que el masculino. Es más necesario que nunca seguir creando espacios, discursos y propuestas inclusivas en el sector. Abrirse a nuevas posibilidades de crecimiento y desarrollo, fortaleciendo el empoderamiento de las mujeres del cannabis. El desarrollo de la industria hacia nuevos frentes y el fortalecimiento de los movimientos sociales y políticos cannábicos dependen de ello.