A decir verdad, el 2023 no ha sido un mal año para los videojuegos. Si nos preguntan a nosotros, que ya no somos tan jóvenes, nunca va a haber un año como el 2016, pues ahí se juntó lo mejor de lo comercial con lo independiente. Pero que sintamos melancolía innecesaria o nostalgia pueril por algo que, objetivamente, no puede ser cierto, no quita que haya que reconocer que, después de un par de años irregulares, el 2023 sí trajo buenos títulos. Igual no es un problema de los videojuegos, sino de nosotros, que, debido a las vueltas que da la vida, tenemos menos tiempo para disfrutarlos o, directamente, hay otras cosas que atender más relevantes. Pero ¿cómo obviar que este 2023 ha sido el año de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, Street Fighter 6, Diablo IV, Final Fantasy XVI y Hi-Fi Rush, entre otros, y decir que no ha sido un buen año? Por si esto fuera poco, el último cuatrimestre del año, con la vuelta al cole, trae la última hornada antes de acabar el 2023, entre los cuales se encuentran algunos pesos pesados. Dejando fuera Starfield (del que ya hablamos), los meses que van de septiembre a diciembre nos traen mandanga fina. Aquí destacamos solo algunos.
‘Armored Core VI: Fires of Rubicon’ (FromSoftware, 2023)
El otro FromSoftware
El nombre de FromSoftware está asociado en cualquier lugar que no sea Japón a los llamados soulsborne. El éxito internacional de esta compañía se ligó al de la saga Dark Souls, Bloodborne o Sekiro, siendo su último hit mundial Elden Ring, que fue el juego del año 2022 para muchos analistas, no sin razón. Lo de soulsborne es una mezcla entre Dark Souls y Bloodborne, dado que, aunque ambos títulos tienen sus diferencias, comparten muchas de las características que han aupado a la fama a FromSoftware. Estos han lanzado los mejores juegos de la última década. Aunque pueda estar dando ya ciertos signos de agotamiento en la fórmula, el cambio de perspectiva en cuanto a diseño de videojuegos que Dark Souls ha dejado es innegable para bien o para mal. Dicho esto, a FromSoftware también se le conoce en Japón por otra querida saga que nunca llegó a Europa (al menos en condiciones, como se supone que deben distribuirse las cosas): Armored Core, la serie inspirada en los combates entre mechas (máquinas robóticas titánicas pilotadas por humanos), que han sido seña de identidad de la animación japonesa.
Desde Mazinger Z, pasando por Battle Tech o la película Pacific Rim, los robots gigantes forman parte de nuestro decorado mental pop. Armored Core, en general, trata de un mercenario y su mech, que debe cumplir misiones, un tanto cuestionables desde un punto de vista moral, pero que revelan el carácter cínico del mercenariado, ese que vende sus armas a la corporación que más pague. Así como los Dark Souls, esta saga se caracteriza por tener una dificultad elevada pero no imbatible. La dificultad se tiene que mitigar con la inmersión en horas del jugador, no tanto para ser más hábil, que también, sino para comprender que es un juego en el que lo fundamental es cómo equipas a tu mech para acabar con el robot gigante de turno que impide que cumplas la misión. Armored Core VI no es una excepción, aunque esté adaptado considerablemente al nuevo ethos de FromSoftware, que sigue la línea creativa de su responsable, Hidetaka Miyazaki. Armored Core no es un juego como los Soulsborne, aunque tenga parecidos de familia. Reconocemos que nunca hemos podido catar las anteriores, pero tampoco es que haya mucha gana. No hay que haberlas jugado para entender esta sexta parte, por cierto: un mercenario que llega hasta el planeta Rubicon, donde hay unas cuantas corporaciones que tratan de hacerse con el control de un combustible llamado Coral, que es altamente inestable. Algo parecido a lo que sucede en Dune y, de hecho, muy parecido a lo que sucede en otros Soulsborne en donde jugar con el fuego de la tecnología nos lleva a las cenizas de la destrucción.
Armored Core VI tiene lo esperable en un juego de From Software, incluida la frustración asociada a su dificultad –mucho más injusta en cada iteración de la fórmula, pero que mantiene también su nivel de excelencia en la jugabilidad–. Es un título muy disfrutón, pero también para muy cafeteros, tanto por la exigencia como por su estructura un tanto old-fashion.
‘Baldur’s Gate 3’ (Larian Studios, 2023)
Dungeons & Dragons de los buenos
Una de las sorpresas de final de año, tanto por su calidad como porque parece que aspira a ser juego del año, es Baldur’s Gate 3. Si bien es cierto que este Baldur’s Gate estuvo de acceso anticipado un buen tiempo, aquellos que lo cataron venían alabando sus virtudes como la del advenimiento, no deja de sorprender, en cierta medida, que aquello que prometieron lo han cumplido. Larian remota la saga de este RPG, muy querida, después de llevar parada sus buenos veinte años, si no más. Larian, además, es la compañía detrás de los juegos de culto Divinity: Original Sin. Baldur’s Gate 3 tiene un gran peso narrativo y combate por turno, aunque estas características ya estaban en la fórmula de sus dos primeras partes. El combate por turnos es similar a los juegos tipo X-Com, por resumir rápido y mal su funcionamiento, así que al que no le guste eso, mejor que se olvide.
El sistema de reglas detrás de Baldur’s Gate es el de Dungeons & Dragons, el juego de rol de mesa. Si no nos confundimos, están usando las de la quinta edición. Esto último, que puede parecer un asunto menor, incluso continuista, aquí cobra una importancia considerable. Los dos primeros Baldur’s Gate usaban el sistema de la segunda edición, el AD&D, y pese a que los juegos eran una delicia en tanto que narrativa, su sistema de juego y progresión era tan opaco, como lo era el AD&D, que, por cierto, en aquel entonces era el juego de rol más conocido y vendido, pero sus cifras no llegan a lo que actualmente vende la marca Dragones y Mazmorras. Es por esto que es un acierto por parte de Larian el haberse subido a este carro justo en la cresta de la ola del “renacimiento” de los juegos de rol.
Ya hablamos del D&D en otro número anterior, así que no nos extenderemos. Solo apuntar que Larian no son unos oportunistas, pues son un estudio pequeño que se embarcó en esto hace siete años. Solo que han venido a alinearse los astros: un muy buen juego con el momento de mayor éxito del D&D. Y, como decimos, lo que prometían se cumplió: no es solo un juego de mazmorreo lleno de palabras en pantalla que luego tienen poca importancia en la jugabilidad, sino que en el mejor estilo de Obsidian (Fallout: New Vegas) o BioWare (Mass Effect), las decisiones de los jugadores sí importan en cómo se desarrolla. Los árboles de diálogo son enormes, y las posibilidades de actuar de un modo u otro en realidad funcionan dependiendo de lo que elijas. De acuerdo, no todo, claro, el videojuego también es trampantojo, pero este está hilado estupendamente para engañarnos.
‘Remnant 2’ (Gunfire Games, 2023)
Más y mejor
Remnant: From the Ashes fue una grata sorpresa hace unos años. Pese a estar desarrollada por un equipo pequeño y, debido a eso, se le veían mucho las costuras, la experiencia de juego, entre Dark Souls y Diablo, resultaba de lo más satisfactoria, ya fuera solo o en compañía. Además, como el juego tuvo buena acogida (ahí la distribuidora Gearbox supo aprovecharse de Twitch para promocionar su salida), este alargó su vida como juego; cultivar a una comunidad a la que le iba ofreciendo alguna cosa nueva de vez en cuando (muchas de ellas gratis y algún DLC). Así que no debía sorprender que Gunfire tratara de repetir éxito con una segunda parte. Además, esta segunda parte cumple la máxima de las continuaciones cinematográficas de los blockbusters de los años ochenta y noventa: dar lo mismo otra vez, pero más en todo. En otras palabras, Remnant 2 es un remake de Remnant. Y es mucho mejor juego siendo básicamente lo mismo.
Os diríamos que la historia está muy bien, pero a la hora de la verdad, aunque no esté mal resuelta, estuvimos jugando a esto en verano... No sé si se habrán dado cuenta, pero estamos batiendo récords de temperatura por eso que algunos no se creen que llamamos calentamiento global. Esto significa que, estando a cuarenta grados en la calle, con las ventanas cerradas para evitar el calor y sudando la gota gorda, lo que menos le interesa a uno es profundizar en una historia no lineal, contada a trozos y que continúa la narrativa de la primera parte. El juego está muy divertido y eso es lo que importa. Si luego se disfruta la historia, pues muy bien. Para nosotros el valor aquí está en la jugabilidad y la dificultad. Además, está lleno de secretos que uno puede descubrir por su cuenta, mucho más interesante que la trama principal, todo sea dicho.
‘Warhammer 40K: Boltgun’ (Auroch Digital, 2023)
FPS de vieja escuela
Este salió antes de este último cuatrimestre, por lo que estamos haciéndonos un poco de trampa. Pero merece la pena, en serio. Games Workshop, el mastodonte detrás de los dos juegos de miniaturas más conocidos del mundo, Warhammer y Warhammer 40K, hizo una cosa bastante inteligente en los años en los que estuvieron de vacas flacas (olvidadas ya, pues ahora están bien gorditas: ¡quién te ha visto y quién te ve!): licenciar su IP a cualquier empresa de videojuegos que quisiera hacer uno sobre sus mundos de ficción, tanto para sus juegos de mesa más populares como algo mucho más de nicho. De este modo, uno puede encontrar muchísimos juegos que sobre las IP de Games Workshop, desde Space Hulkhasta Blood Bowl, pasando, claro está, por Warhammer. Los que no adaptan directamente los juegos de mesa, suelen ser bastante malos, pobremente producidos y olvidables, al menos en su gran mayoría.
Sin embargo, incluso los que puedan ser horribles tienen un punto a favor para el fan incondicional de Games Workshop (que los hay, muchos más de lo que parece), y es que ayudan a complementar su afición desde eso que hace años se llamaba el transmedia. Tienes tu juego de mesa, tus vídeos, tu audiolibro, tus novelas de franquicia y, además, un videojuego. Lo dicho, un mercado mucho más grande de lo que uno quiere pensar, aunque sus productos nunca sean del todo destacables. No es el caso de Boltgun, que ha entendido muy bien de qué va el mundo de Warhammer 40K y, sobre todo, se lo ha sabido tomar con el tono adecuado.
Warhammer 40K es un juego ambientado en el futuro en el que se vive en una perpetua guerra, en la que los humanos son racistas, fascistas, esclavistas e imperialistas en niveles hiperbólicos si se comparan con nuestra actual especie. Las demás especies alienígenas no es que sean mucho mejores, pero aquí lo que importa es que nosotros no somos los héroes. Pues bien, en este juego llevamos a un Marine Espacial que está tratando de abrirse paso en un planeta infestado del Chaos. Es un first person shooter que, aunque un poco del montón, ha sabido ser lo suficientemente retro, lo justo en el humor ultraviolento, así como los guiños a que llevas a un marine tarado (como todos los marines) para ser muy divertido. De entre los muchos intentos que ha habido en los videojuegos de imitar al Doom o al Quake clásico, probablemente este sea de los mejores. Y si eres de los fanáticos de Games Workshop, este no se puede dejar escapar, creemos.
‘Marvel’s Spider-Man 2’ (Insomniac Games, 2023)
Dos trepamuros por el precio de uno
De los exclusivos para PlayStation 5, probablemente Marvel’s Spider-Man 2 sea uno de los más esperados de lo que queda de año. Insomniac, que firmó las dos entregas anteriores, de momento ha clavado considerablemente lo que es el tono y lo esperable en una historia simple de superhéroes, con sus buenos y sus malos, sus pequeños dramas y, sobre todo, la espectacularidad que requiere este tipo de superproducciones. Tanto Marvel’s Spider-Man como la secuela Miles Morales Spider-Man son dos videojuegos recomendadísimos, incluso aunque no te guste el género, estés hasta la gorra de superhéroes o te atraiga poco el personaje. De hecho, si no eres muy fan de Peter Parker, el Spider-Man original, siempre puedes elegir la opción de Miles Morales, la revisión de Spider-Man que inventó Brian Michael Bendis para los cómics de Marvel Ultimate hace ya sus buenos años. Tanto caló Miles Morales entre los fans que algunos jóvenes ya no conocen que Spider-Man es Peter Parker, o les da igual, porque el que mola de verdad es Morales. En su cabeza igual ya sustituyó por completo al referente, y más después del estreno de las dos películas de animación, centradas en Morales, que son una auténtica delicia.
En Spider-Man 2 uno no tendrá que elegir entre ser Peter Parker o Miles Morales, sino que el dos del título también va porque vamos a tener que manejar a ambos. Por lo que sabemos, el juego acabará centrándose más en Morales que en Parker. En este capítulo de la saga, Parker encuentra el traje negro, ese que era un simbionte –una especie alienígena que mejoraba sus poderes, pero que a la vez controlaba la mente de su portador–. Esto significa que tendremos un espacio para el conflicto emocional de Parker y cómo Morales va a tener que tomar el papel de protector de la ciudad de Nueva York ante las nuevas amenazas que les caigan encima. De momento, sabemos que los dos villanos principales van a ser Kraven, el cazador, y Venon. El primero es un tipo que cayó un poco en desgracia como villano principal de Spider-Man. Un paisano que practica la caza por placer, de procedencia rusa y, en realidad, poco atractivo. Si se recuerda a Kraven entre los fans del cómic es por los números de La última cacería de Kraven, de J.M. DeMatteis y Mike Zeck, un producto muy de la época de la deconstrucción de los superhéroes, pero que sigue siendo una de las mejores historias del trepamuros. Venon es de sobra conocido y también es un producto de los noventa y sus antihéroes. Sea como sea, seguro que Insonmiac le saca partido a estos dos cafres. Los villanos, no los héroes, claro.