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Realidades alternativas: cuando las posibilidades se superponen

The Alters (2025, 11 Bit Studios)

The Alters (2025, 11 Bit Studios)

¿Los videojuegos como puertas a las otras vidas que pudieron suceder? 

Hay algunas teorías que dicen que existe, en estado de superposición cuántica, un número potencialmente infinito de universos coexistiendo junto al nuestro, que son autónomos e inalcanzables, y que se formaron de cada una de las posibilidades que se han dado a lo largo de la historia del cosmos. Por ejemplo, hay universos posibles en los que la vida nunca sucedió u otros en los que las leyes de la física son ligeramente distintas. 

Pero como las grandes cosas nos importan menos, también se da por hecho que estos universos aparecen cuando en nuestras vidas debemos tomar una decisión. Hay universos que se crean en donde Juan perdió el autobús y otros donde no lo perdió, aunque la diferencia entre ambos llegue a ser insustancial. Es bastante improbable que exista un multiverso, pero, de haberlo, nunca lo llegaremos a saber, dado que estos diferentes universos nunca serán porosos. 

El filósofo David Lewis, que creía en que estos mundos alternativos eran posibles (al menos un tipo específico de “mundo posible”), postuló que lo son, precisamente, por su autonomía. Cada mundo posible es nuestro mundo posible. Esto significa que nunca vamos a poder encontrarnos con una versión alternativa de nosotros que tomó una decisión diferente a la nuestra en su juventud, pero que tampoco hay realidades alternativas que convivan en un plano diferente al nuestro en las que, en algún momento, vayamos a poder viajar. Lo que vemos es lo que hay. 

Ante el desánimo de no saber qué hubiera pasado con nuestras vidas de haber tomado un curso diferente o cómo será eso de saltar entre dimensiones, la imaginación nos da un empujón en ese sentido. Las ficciones que derivan de ese pensamiento hipotético, también. No hace mucho se estrenó en Apple TV la serie Dark Matter, cuya premisa es precisamente lo que aquí traemos: alguien que es capaz de viajar a otros mundos en donde la vida del protagonista dio un giro de timón sustancial. Los videojuegos nunca son menos que otros medios, y estos ya vienen dando cuenta de realidades alternativas. En el fondo, eso son los juegos, ¿no? Explorar las diferentes decisiones de nuestra acciones desde el plano de lo especulativo. Pero más allá de lo que un juego es (si es que es eso), su contenido hace, en ocasiones, explícito “qué hubiera pasado sí”. Veamos algunos ejemplos.

The Alters (2025, 11 Bit Studios)

Las muchas vidas de un colono

The Alters (2025, 11 Bit Studios)

La premisa de The Alters, que recuerda bastante a la película de culto Moon, de Duncan Jones, es la de un colono, trabajador de una megacorporación que extrae minerales valiosos en un lejano planeta, y que colabora con réplicas de sí mismo (los alters) para poder sacar adelante la tarea. Estas réplicas no son solo clones, pues tampoco podría hacer un trabajo de exploración y saqueo exoterráqueo de forma eficiente, sino que son versiones alternativas de sí mismo. Mediante una máquina que se alimenta con un mineral exótico del planeta, puede generar copias de sí mismo que hayan tomado diferentes decisiones de las que él tomó. De esta manera, por ejemplo, si en lugar de haber dejado a su novia del instituto hubiera seguido con ella, en lugar de astronauta hubiera sido botánico y tendría los conocimientos de esa profesión. 

Así, la nave en la que este tipo viaja se irá llenando de versiones alternativas con capacidades diferentes que puedan garantizar el éxito de la misión. Podremos hablar con estas versiones, discutir, ayudarnos, etc. Es decir, presenta un juego clásico de supervivencia bajo este prisma original en el que todos nuestros trabajadores son, en realidad, versiones de la misma persona. Promete muchísimo; lo promete para el 2025, y, como suele ocurrir con los videojuegos, probablemente ni dé tanto como promete ni lo dé para este año. 

Como decimos, es un juego de exploración y supervivencia. Según se detalla en su ficha y en algún vídeo sobre su jugabilidad, la parte de exploración será en tercera persona y, parece, podremos vagar libremente por la superficie del planeta en busca de lo que nos hace falta. 

Además de esto, tendremos que gestionar nuestra nave, de un modo similar a X-COM. Esto es, una gestión del espacio, de árboles de desarrollo tecnológico, saber en qué vamos a invertir nuestros recursos, qué tipo de bahías edificar, qué lugares para el ocio de los alters montar, etc. La combinación es interesante, pues plantea un poco de No Man’s Sky junto a la estrategia de los juegos de gestión de recursos, como Frostpunk. Le seguiremos la pista, aunque no nos inspire mucha confianza. Es como una versión alternativa de juegos que ya funcionan.

Alan Wake II (2023, Remedy)

Realidades siniestras

Alan Wake II (2023, Remedy)

Remedy es una compañía que nos gusta mucho. Alan Wake, Max Payne y Control son auténticas maravillas. Lo que no esperábamos, seguramente, era que el estudio finlandés con Sam Lake a la cabeza estuviera montando una especie de universo propio en el que todos sus juegos estaban conectados mediante complicados trucos de realidades alternativas, y que en el centro de todo este lío estuviera el personaje de Alan Wake, un escritor trasunto de Stephen King, que quedó atrapado en un universo oscuro durante el transcurso del videojuego que lleva su nombre. 

En Alan Wake II se cuenta en paralelo la historia de la agente del FBI Saga Anderson, que investiga unos asesinatos rituales, y la del propio Alan Wake, que no sabemos bien si está encerrado en una dimensión alternativa o si el juego es en sí una realidad alternativa que fue creada por este escritor de literatura de terror. Como casi todo lo de Remedy, nos da la impresión de que el juego tarda en arrancar, pero cuando lo hace es una locomotora imparable. Es bueno tanto en lo narrativo como en la acción que propone. Como juego de terror, además, logra momentos bastante inquietantes; otros no lo son tanto: el palacio mental de Saga es una tarea que entorpece el desarrollo del juego, aunque ayude a seguir bien la trama.

Alan Wake II (2023, Remedy)

Sin renegar de la clara influencia de David Lynch, tristemente fallecido en enero de este año, la propuesta de Alan Wake II se sitúa sin vergüenza entre lo surreal y lo cómico, un terreno donde Remedy se mueve muy bien, aunque pueda incomodar a aquellos que solo busquen el rictus contrito del drama elevado. El momento de delirio de Alan Wake, donde acaba participando en un musical carnavalesco mientras nos enfrentamos a los espectros de su imaginación, está por encima del nivel medio del videojuego contemporáneo. De diez.

12 Minutes (2021, Annapurna) 

No solo hay que tener buenos principios 

12 Minutes (2021, Annapurna)

Como The Alters, 12 Minutes pone sobre la mesa una premisa potente: el jugador tendrá doce minutos reales para resolver el problema al que el personaje se enfrenta. Después de que se cumpla ese tiempo, el juego se reinicia, siendo el personaje consciente de esto, encerrado en un bucle temporal al más puro estilo de El día de la marmota. Un asesino con malas pulgas (la voz la pone Willem Dafoe) entra en casa y acaba con la vida de nuestro personaje y de la parienta. ¿Por qué? Bueno, ahí está el misterio.

Aquí no exploramos vidas posibles (un poco sí) ni tampoco realidades alternativas (aunque un poco también), sino más bien todas las consecuencias de nuestras acciones. Tiene bastante interés, pero todo el edificio se cae por las enormes grietas que tiene tanto en lo narrativo como en la jugabilidad (es una aventura gráfica bastante pobre), además de lo poco interesantes que resultan las diferentes opciones que podemos tomar. Hay un giro final por ahí suelto que es reseñable, pero el conjunto es un poco desastre. Muy olvidable. Si lo rescatamos es más por la rareza ludográfica que por su importancia para el medio.

Cuando salió 12 Minutes todo era vino y rosas para los independientes de la compañía Annapurna (ya desaparecida). Probablemente, este juego fue uno de los primeros que nos dio a entender que no solo una idea prometedora hace un buen juego, sino que solo lo vende. 

12 Minutes (2021, Annapurna)

12 Minutes (2021, Annapurna) 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #327

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