Es justo decir que los grandes éxitos comerciales de los films sobre los personajes de Marvel han relanzado el interés en los cómics, negocio que mueve millones cada día. Pero es justo solo a medias. Excepto una grandísima crisis que llevó a Marvel a la quiebra a finales del milenio (y que, eventualmente, sería la responsable de que Disney la comprara), los cómics de superhéroes siempre han tenido un hueco fundamental en la cultura popular. Las dos grandes compañías, Marvel y DC, así como otras editoriales que coquetean con los superhéroes (Valiant, Dark Horse o Image) mantienen a estos trasuntos de héroes y dioses griegos más vivos que nunca.
El género de superhéroes supo muy bien reflexionar sobre su significado durante los años ochenta con obras como Watchmen, de Alan Moore. Fue el momento de hablar realmente sobre qué implica ser un superhéroe y si se diferencia de un vigilante. El género entendió que existe un serio problema en la idea de que son gente que se pone un disfraz y se lía a hostias pasando por encima de la ley y el estado de derecho. El vigilante disfrazado, como Batman, no deja de ser un fascista encubierto que se arropa con la bandera de la verdad y la justicia.
Salvando ese difícil trago, los superhéroes siguen inspirando la imaginación de muchas personas. Representan ideas colectivas y poco concretas que tenemos todos sobre que el mundo debería ser más justo (sin determinar qué es justo) o que deberíamos defender ciertos valores (sin determinar cuáles), pero queremos creer que están ahí para protegernos y velar por nosotros en nuestros peores momentos. Sus historias, cuando están bien contadas, nos dicen mucho de la condición humana y las más profundas y escondidas galerías freudianas sobre nuestros deseos de poder. Nos resultan emocionantes porque, vamos, ¿quién no querría ser Superman?
‘Marvel’s Avengers’ (Crystal Dynamics, 2020)
Vengadores, ¿saquead?
Marvel’s Avengers (Avengers, desde ahora) es un ejemplo muy bueno de esto que se llama “problema de identidad” en los videojuegos. Es un producto destinado al gran público que quiere ser muchas cosas diferentes y contrapuestas, mientras trata de funcionar como si todo fuese normal. De la versión que he probado a la final puede que se hayan cambiado alguna de las cosas que comentaré.
El problema de identidad comienza con la estética y acaba en el bucle de mecánicas que pretenden mantener al jugador pegado a Avengers durante una buena temporada. En el apartado visual, Avengers no se atreve a ser una versión animada de los cómics y aceptar el arte de estos como interlocutor válido con el jugador; sin embargo, tampoco acaba de abrazar la versión “realista” del MCU (Marvel Cinematic Universe, las pelis de la Marvel, vaya) como referente visual. Se queda a medio camino y nos deja una especie de versión “de charanga carnavalera” de los superhéroes del universo de Stan Lee. Pese a todo, algunos diseños son excelentes: Hulk, aunque quieren que se parezca a Mark Ruffalo, está logradísimo; del mismo modo, Kamala Khan (aka Mrs. Marvel), al carecer de referente cinematográfico, es el personaje que mejor funciona con la decisión de hacer personajes de corte fotorrealista.
Lo que más sorprendió cuando se pudo acceder a Marvel’s Avengers es que es un juego como servicio. Es decir, en lugar de darnos algo parecido a Marvel’s Spider-Man o los juegos de Rocksteady, han planteado su bucle de juego bajo los referentes de Destiny o The Division: es decir, juegos de conseguir mejor equipamiento y cuyo contenido se actualiza periódicamente. El problema principal, además de que sea un sinsentido este sistema para un juego sobre los Vengadores, es que el sistema de botín es poco o nada gratificante. Conseguir un nuevo objeto para tu personaje no cambia en nada a Thor, Iron Man o la Viuda Negra; solo les mejora una estadística abstracta y que no afecta directamente a cómo se siente el juego. Sobre esto hay que sumar que Avengers trata de ser un machacabotones pero, a la vez, te dice que el combate es táctico como el de Sekiro. Y no, no es tan fino. Acaba por ser un machacabotones que tiene sueños de grandeza. La guinda es que las misiones que están fuera de la campaña son poco inspiradas.
Pese a todo, es probable que este juego encuentre su público, pues aunque es cierto que pica de todo y no acaba de hacer nada bien (algo con lo que me identifico como ser humano), sí que cada superhéroe se siente de manera diferente y son divertidos de jugar, cada uno a su manera.
‘Marvel’s Spider-Man’ (Insomniac Games, 2018)
Nuestro amigable vecino
Así como Batman suele ser el personaje más querido en el universo DC (ex aequo con Superman), las encuestas que se hacen entre los fans colocan a Spiderman siempre entre los personajes más queridos de Marvel. Tal vez Spiderman lleve más de una década sin tener una serie de cómics que estén a la altura del cariño que se le tiene, sin embargo, sigue siendo el rey. ¿Por qué Spiderman es tan querido? ¿Será por eso que decía Stan Lee de que Peter Parker representa al lector medio de cómics, con sus problemas, miedos e inseguridades? ¿Será porque tiene que lidiar con ser un adolescente camino de la adultez y su obligación moral como persona con poderes (y responsabilidad)? Sea como sea, el trepamuros de Nueva York también es mi personaje favorito.
El videojuego Marvel’s Spider-Man, de la compañía Imsomniac, creadores del divertido Ratchet & Clank y Spyro the Dragon, tuvieron la oportunidad de traer a la vida moderna al bueno de Peter Parker. Pese a optar por el modelo del “mundo abierto”, donde las tareas acaban por volverse mundanas y repetitivas, Marvel’s Spider-Man es el juego más satisfactorio sobre Spiderman que uno va a encontrar. Solo el gusto que da balancearse por Manhattan de edificio en edificio a toda velocidad y un combate un puntito demandante (en niveles altos de dificultad) convierten toda la experiencia en un punto de entrada muy bueno al mundo de los superhéroes desde la pantalla.
La historia, sin ser nada del otro mundo, es interesante y se preocupa por lo que siempre se han interesado los cómics de Spiderman: cómo lidiar con eso de ser un joven y un superhéroe. Llevado con un sentido del humor decente, la narrativa de Marvel’s Spider-Man es suficientemente entretenida como para seguirla con interés y disfrutarla. Sí, en realidad descubrirás a las pocas horas que estás repitiendo las mismas actividades para que el juego dure más pero, ¡oh, mamá, qué gusto ser Spiderman!
‘Batman: Arkham City’ (Rocksteady Studios, 2011)
El caballero oscuro
Rocksteady se hizo un nombre en el mundo de los videojuegos gracias a la trilogía de Arkham sobre Batman, el caballero oscuro. La andadura comenzó en Arkham Asylum, siguió en este Arkham City y acabó con Arkham Knight. El fan de la franquicia dirá que la última repetición de los elementos de la saga se consuma en Arkham Knight, el que mejor ha sabido exprimir la fórmula. Sin embargo, yo, que soy poco fan de la franquicia de Rocksteady, me quedo con la segunda parte.
Marvel’s Spider-Man y Batman: Arkham City guardan parecidos bastante razonables. De hecho, a nadie se le escapa que la popularidad de la franquicia de Batman es la que ha creado el molde donde poner juegos de “mundo abierto con superhéroes”. La premisa del juego consiste en detener los planes que tiene el malicioso Joker para hacerse con el control de Gotham. Aunque haya otros malos relevantes por ahí pululando y que acabaremos por encontrar, el que manda es el villano más famoso del mundo.
Lo que más sorprende de Arkham City es la reconstrucción de esta ciudad de ficción llamada Gotham (Ciudad Gótica, que dicen en América) y cómo podemos movernos a nuestro antojo con Batman por ella. Siendo un mundo abierto, tampoco aporta demasiado que no se pueda ver en la mayor parte de estos juegos: misiones principales que hacen avanzar la historia; historias secundarias para matar el rato y pequeños eventos que nos ayudan a conseguir más puntos de experiencia. Sin embargo, aunque el juego te invita a que seas sigiloso como un murciélago, y tiene partes que enfatizan el carácter de detective de Batman, la chicha está en los combates. Aquí, al contrario de Avengers, sí aceptó su condición de machacabotones. Si algo tiene bueno esta trilogía es que apretando botones al azar podemos acabar derribando a un montón de secuaces del villano de turno.
Pese a que nunca me han gustado, son juegos muy recomendables. Lo que no es tan recomendable es el lío en el que se ha metido Rocksteady por acoso laboral y sexual de algunos de sus trabajadores. Pero esa es otra historia.
‘Marvel Super Heroes’ (Capcom, 1995)
El espíritu recreativo
Marvel Super Heroes fue un juego para salón recreativo que eventualmente salió para Super Nintendo y creo que alguna plataforma más. En realidad resulta irrelevante: se puede encontrar por internet si uno bucea un poco, ni siquiera hace falta irse mucho a las profundidades.
Cuando me planteé este texto sobre los juegos de superhéroes resulta que yo sí me fui un poco al fondo de la memoria y recordé lo mucho que me gustaba este juego. En realidad es la plantilla del juego de peleas Street Fighter, también de Capcom, pero aplicada a los superhéroes. Trataron de emular la saga del Guantelete del Infinito, de Jim Starlin, por lo que el combate final era contra Thanos. Unos veintitrés años después, resulta que Thanos es más conocido que las galletas Oreo gracias a haber sido el gran villano de las películas del MCU. Para mí, Thanos siempre será el de Jim Starlin. Este videojuego para recreativa solo sirvió para que Capcom mantuviera los derechos de algunos personajes de Marvel y, no mucho después, sacó su famoso Marvel vs. Capcom, en el que enfrentaba a los personajes de la empresa de videojuegos con los de la Casa de las Ideas. ¿Quién no querría luchar contra Honda siendo Iron Man? Bueno, en realidad, yo no, pero era mejor juego que Marvel Super Heroes. Claro que, para mí, este juego sí que me dice más que otros mejores.
Lo traigo por pura nostalgia. El salón recreativo donde guardaban esta máquina estaba a pocos metros del lugar donde nos juntábamos para hacer botellón. Tal vez lo más divertido de la tarde, además de las típicas cosas de adolescente que está en tránsito a ser adulto, como el tontear con las muchachas, hiperinflar el sentido de la fraternidad o pensarse el centro del universo, era pasar un rato jugando a Marvel Super Heroes después de haber estado bebiendo. Qué sencillo era todo. Cuando acababa con Thanos sí que me sentía un superhéroe capaz de todo.
‘Gotham Knights’ (Warner Bros. Games Montréal, 2021)
Relevo generacional
Hace poco se presentó el que parece va a ser uno de los eventos en línea que vienen para quedarse: DC FanDome. Debido a la cancelación presencial de grandes eventos como la San Diego Comic Con, algunas de las grandes empresas han dicho: “¿por qué no nos hacemos nuestra propia Comic Con y así controlamos completamente el mensaje?”. La DC FanDome es exactamente eso: controlar todo el mensaje, crear falsa expectación en una comunidad a la que se la infla con promesas claramente torticeras y, sobre todo, tratar de crear una experiencia de comunidad unida frente a no se sabe qué (¿los marvelitas?, ¿los que no son tan DCnerds? A saber). Esta DC FanDome ha tratado de incluir no solo los cómics, sino todos los productos licenciados de superhéroes de Warner-DC.
Presentaron dos juegos que serán la bandera de DC Warner Games para los dos próximos años. En el 2022 se espera Suicide Squad: Kill The Justice League, que está desarrollando Rocksteady. Para el 2021 está programado Gotham Knights, que produce directamente Warner y que quiere salirse del esquema de mundo abierto que Rocksteady fijó para Batman. De hecho, este juego parte de la premisa de que Bruce Wayne (Batman, por si hay que explicarlo) está muerto y deja el testigo a los que siempre han sido los secundarios vigilantes de la ley y el orden de Gotham City. Estos “caballeros de Gotham” no son otros que Robin, Batgirl, Nightwing y Capucha Roja (el primer Robin). Aunque no suelo traer aquí juegos a los que aún les queda mucho desarrollo, es cierto que Gotham Knights llama la atención.
Va a ser una experiencia más lineal que los Arkham (al menos eso es lo que han dicho), y se podrá jugar de cabo a rabo en modo cooperativo con otra persona. El hecho de que puedas escoger hasta cuatro personajes muy carismáticos con sus virtudes y defectos, que no salga Joker (parece) y que Batman sea el macguffin de la historia, se conjura para que se deje ya al sobado muñeco del murciélago y haya un relevo generacional. Vale, a todo el mundo le gusta Batman, pero dejar a los muchachos nuevos que camelen y le den a la lejía: a lo mejor todos nos llevamos una sorpresa y merece la pena que otras personas también se dediquen a construir el mundo.