¡HEY!: Las cosas de Nacho García
La locura del mundo, la perplejidad de estar vivos, los trabajos, Rajoy, las pollas y la realidad sin pulir de un hacedor de monigotes.
Acérquense, amigos del desconcierto, al circo freak de este hombre a medio hacer. No dejen, amigas del posthumor, de visitar la ruinosa obra de este engendro bufonesco y logroñés. Vengan todos y todas a disfrutar con nosotros de la locura del mundo, de la perplejidad de estar vivos, de los absurdos trabajos, del inmejorable Mariano Rajoy y de la realidad sin pulir de un hacedor de monigotes.
El fantasma del posthumor recorre España. Como buen fantasma no se deja ver por todos y más que risa genera desconcierto. Si el humor es una forma de distancia con lo que hay, de lectura inesperada de la realidad, lo de Nacho García es humor. O posthumor, como ha venido a llamarse a las labores que vienen realizando desde hace casi una década el dúo de youtubers Venga Monjas, el inclasificable Miguel Noguera, cineastas como Juan Cavestany o el trío de Canódromo Abandonado. Nacho nació en Logroño en 1987 –lo cual ya suena algo extraño–, y se vino a Madrid, donde ha ido, precariedad obliga, saltando de trabajo en trabajo, desde dependiente de Zara hasta profesor en la Escuela de Diseño, pasando por librero, publicista o maquetista de HTML en un programa de e-learning del Ministerio de Educación. Hace tres años sacó una recopilación de sus viñetas y dibujos –Pulir, lo llamaron–, una sorprendente galería de estampas de un mundo que parece otro a fuerza de ser lo de siempre. Nacho García se define como artista: “No sé por qué algunos tienen miedo a decir que son artistas, cuando la mayoría de artistas son malos, y definirse como tal no garantiza nada”, me dice con un tono de desgana vital nada glamuroso. La publicidad, los tópicos, los lemas, el star system… Nacho toma cualquier cosa que le sale al encuentro, la retuerce y nos la devuelve. Y el chicle masticado sabe a nuevo, o no. No sé si me explico. Pueden ustedes enfrentarse a solas con el surtido selecto de sus obras que acompaña esta entrevista, a ver si aciertan a definirlo con más tino. En lo que sigue responde, con el corazón en la mano, por su vida y por sus cosas.
¿Me gustaría saber por qué has elegido Logroño para nacer?
En Logroño hay un serio problema con las tiendas de chucherías. Hay muchísimas, es ridículo. Supongo que para un niño eso es lo mejor, aunque cuando yo lo era no había tantas. En los noventa, el casco viejo de la ciudad era un lugar muy sucio y peligroso, totalmente abandonado a su suerte por las autoridades competentes. Una vez mi padre me llevó a pasear por la calle Mayor y le dije muy asustado: “Papá, quiero volver a Logroño”.
Rafael Azcona, que no por casualidad también era de Logroño, decía que durante la postguerra y hasta hace bien poco lo máximo que se podía ser en España era extranjero. No sé por qué te digo esto, quizás porque tu manera de dibujar y de pensar parece extranjera, por no decir extraterrestre. ¿Debe de ser duro vivir en un mundo que no es el tuyo, no?
El mundo está loco y si no fuera por él yo no podría hacer nada. Es todo ya muy raro... Yo solo cojo de allí o allá, mezclo dos cositas, intento evidenciar otras, no sé. Desde luego, creo que lo que definimos como “normal” no tiene absolutamente nada de “normal”. El planeta Tierra es una performance 24/7; yo no considero que sea “especial” o “esté loco”, creo que están mucho más locos que yo los que aceptan y asumen todas estas cosas día a día, así como si nada.
¿Qué aprendiste del ser humano y del mundo trabajando de dependiente en un Zara?
Aprendí que no quiero trabajar en un Zara y creo que conseguí mi propósito, porque mis encargados decidieron prescindir de mis servicios a los veinte días. También aprendí a formar el motivo estampado de una camiseta mediante muchas camisetas iguales dobladas las unas sobre las otras de cierta manera determinada. Esto no lo he vuelto a poner en práctica nunca, así que creo que ya lo he olvidado para siempre.
¿Y de librero?
Que un padre hará lo que sea por los libros de texto de sus hijos. También un montón de nombres de editoriales, colecciones, autores y cursillos que, por supuesto, ya he olvidado por completo. También he olvidado cómo usar una caja registradora, embalar debidamente una caja con libros o hacer una devolución. Creemos que aprendemos cosas trabajando pero es mentira; no aprendemos nada.
¿Y qué piensa un profesor de diseño de sus alumnos?
Pienso en ellos en términos numéricos: este es un 6, esta es un 8,5, etc. Es un poco como puntuar películas en FilmAffinity. No. Es mentira. Eso sería horrible. No pienso nada en particular sobre ellos. Procuro ayudarles y motivarlos todo lo que puedo, intentar descubrir lo que les gusta para potenciarlo, cosas de profesores. En general, son estupendos y aprendo un montón con ellos. De verdad. No intento quedar bien.
¿Es posible la iluminación en unos grandes almacenes?
Desde luego. Unos de mis lugares favoritos del mundo son las cafeterías de los centros comerciales. Por la mañana. Y entre semana a ser posible. No puedo poner en práctica muy a menudo esta afición porque vivo en el centro de Madrid, pero cuando se da la casualidad me encuentro muy a gusto y muy en paz conmigo mismo y con el mundo.
¿Consumes drogas ilegales? ¿Te han enseñado algo? ¿Alguna aventura reseñable?
Cuando trabajaba en el Zara me fumaba siempre un chino de heroína en los descansos. Puede que eso tuviera algo que ver con que me despidieran. No, no. Es mentira. No puedo dejar de mentir. Nunca he fumado heroína. De verdad. Me despidieron porque soy un cínico y un puto torpe. Las drogas no me han enseñado nada. Ni los libros. Ni los viajes. Todo lo que sé lo he aprendido en Forocoches.
Viendo tus cosas uno no puede dejar de pensar que de pequeño te caíste en la marmita de la poción psicotrópica, así es fácil tenerle alergia al THC.
Como no puedo consumir THC, y tal vez haga más de diez años que no lo hago, no lo echo de menos. Pero me da pena no poder llevar camisetas de Pepe Mola y no poder decir: “Nos fumamos un porro y vemos una peli”. Yo no puedo decir eso. Da pena, ¿verdad?
Cuando pides la legalización del cardo borriquero, además del juego con el tópico de la legalización del cannabis, me hace pensar que hace apenas un siglo, si a alguien le hubiera dado por pedir la legalización de la marihuana le habría parecido tan absurdo como hoy resulta pedir la legalización del cardo borriquero.
Sí, eso es muy bonito; nos pensamos que el mundo ha sido siempre así, regido por las mismas reglas, con Tea Shops y Pans & Company. Bueno, quizás la gente comprenda que hace un siglo no había Tea Shops ni Pans & Company, pero sí que se creen que la moral y el hacer de las personas ha sido siempre así o parecido. Eso es una gilipollez, claro, y pone una vez más de manifiesto lo locos que nos hemos vuelto todos.
¿Qué concepto sobre el ser humano se esconde en tus dibujos? En serio, veo tus dibujos y el trazo infantil se me indigesta con tantos temblores neuróticos, la ingenuidad está envenenada por la mala leche; te miro y te leo, y pienso que la gente cuando no es tonta es mala.
Una cosa no tiene ningún sentido sin su contraria. La única manera de conocer y entender algo es conociendo y entendiendo lo que no es. Esto me lo estoy inventando sobre la marcha y suena bastante flipado, pero estoy seguro de que hay decenas de filosofías orientales milenarias que vienen a explicar lo mismo y de mejor manera. Investigad en la Wikipedia.
Otro tema recurrente que palpita en tus monigotes es la decepción, ¿es tan graciosa la inocencia traicionada?, ¿es liberador caerse del guindo?
El éxito no es divertido, eso está claro. También todos los humoristas te contestarán eso de que ellos hacen humor como terapia. Pues bien, es la respuesta más manida del mundo, pero es a la vez una verdad como la catedral de Burgos de grande.
Dime la verdad, ¿es Mariano Rajoy una caricatura hecha por ti? Físicamente, parece salido de tu pluma…
Mariano Rajoy es el mejor, y lo diré hasta que me muera. Esto lo dijo una vez Mario Vaquerizo sobre Esperanza Aguirre y me hizo tanta gracia que ahora lo digo en cuanto tengo la mínima oportunidad. Si estamos hablando de Alan Moore pues digo: Alan Moore es el mejor, y lo diré hasta que me muera, y me quedo tan ancho.
Las pollas, una de tus obsesiones recurrentes. ¿Crees que es una obsesión contemporánea? Como la invasión pornográfica va a más y hasta hace poco apenas se veían representados hombres desnudos, parece que de unos años a esta parte, quizás ayudado por internet y la intimidad de las pantallas, a hombres y mujeres les gustan hoy más las pollas que las tetas, los culos y los coños. ¿Qué piensas del asunto, tú que dibujas tantas pollas?
Creo que dibujar tantas pollas responde a que soy un gilipollas y a que me da miedo hacerme mayor. No quiero decir que eso esté mal, pero tampoco quiero escudarme en que las dibujo para “hablar” de todo eso porque sería mentira. Los artistas decimos mucho que “hablamos” de las cosas, pero no es verdad; en realidad, lo que solemos hacer es chillar chorradas hacia todas partes esperando a que alguien nos haga caso. Por otra parte, los dibujos de pollas son graciosos, está claro, los dibujos de pollas, ¡ojo!, no las pollas. Para mí son dos cosas que no tienen nada que ver. No hay nada más diferente a una polla que el dibujo de una polla. Es algo así como la pataleta primigenia y mínima, y a mí me gusta mucho simplificarlo todo.
¿Por qué a lo tuyo le llaman posthumor?
Bueno, habrá gente que lo llame así, a mí no me gusta incluirme ahí ni incluirme en ningún otro sitio. Hago lo que hago porque sale así, porque no sé hacer otra cosa en la vida y porque me hace feliz y le da algo de sentido a todo lo demás. No me planteo más. Por supuesto, cada cual puede llamarlo como le dé la gana y tendrá sus razones. Eso está bien porque la mayor parte de la humanidad no le llama de ninguna manera porque no sabe que existe.
¿Por qué a tu libro le pusiste Pulir?
Cuando le pasé todos mis dibujos a mi editor había unos chistes que había tachado en los que había apuntado al margen “pulir” o incluso “pulir o descartar”. Esto le hizo muchísima gracia y se empeñó en incluir esas páginas en el libro aunque a mí me horrorizaba la idea, y dijo: “Mira, vamos a llamar al libro así: Pulir”. Y yo le dije que sí, porque es muy listo y él sabrá, y yo le quiero mucho.
La gente se pregunta de qué vive un chico como tú en un sitio como este.
No lo sé muy bien. A veces doy clases. A veces hago carteles. A veces hago dibujos. A veces pienso chorradas que terminan siendo eslóganes. A veces pirateo el wifi de los vecinos por treinta euros… Eso último era la última mentira de la entrevista. Perdón.
Dos veces vi tu viñeta en El País de las Tentaciones, solo dos veces. ¿No les parecieron tentadores tus dibujos?
Pues parece que no... ¡Duré un poco más que en el Zara! No está mal. Me dijeron que “los de arriba” no lo entendían. En fin, tienen razón: ¿quién soy yo para juzgarles? Yo tampoco entiendo casi nada.
¿A qué dedicas el tiempo libre?
Me bajo Juego de tronos, voy al Simply. Procuro no hacerlo, pero muy de vez en cuando voy a un chino y me compro una Coca-Cola de cereza. No sé por qué me gusta esa mierda, pero me gusta. Si viajo en autobús me compro el Pronto. Me gusta mucho la sección “Vidas interesantes”. Sobre todo por el título, “Vidas interesantes”. Está muy bien, ¿no? Vaya manera de terminar una entrevista. Lo siento. De verdad. Un beso muy grande. Nunca dejéis de creer en vosotros mismos.
Pulir,
Nacho García
Editorial Fulgencio Pimentel
208 págs.
PVP: 20,90 €
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