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De la cosecha a la cata: Conservación y lavado de cogollos (Parte 2)

Segunda parte del artículo de José T. Gallego sobre cómo llevar de la maceta a la mesa ricos cogollos.

Segunda parte del artículo de José T. Gallego sobre cómo llevar de la maceta a la mesa ricos cogollos.

(La primera entrega de este artículo puede verse en De la cosecha a la cata: Cosecha y secado Parte 1)

Curado

Un poco antes de llegar al secado completo, cuando las hojas y la parte exterior de los cogollos estén crujientes, pero aún se note algo de humedad en el centro, se pasa al proceso de curado. Los cogollos se introducen en botes de cristal, cajas de cartón o bolsas de papel. La idea es limitar la aireación para que se terminen de secar lentamente. Cada día se abren los recipientes durante un rato para que se aireen y se vuelven a cerrar. Este proceso continúa hasta que la hierba está completamente seca. Durante el curado, los cogollos acaban de secarse y pierden clorofila, lo que mejora el sabor final y altera el color verde, volviéndolo de color más apagado y amarillento. Cuanta más clorofila se descomponga, más suave será el sabor de la maría al fumarla. El proceso de curado dura de dos a seis semanas. No conviene apresurar el proceso, ya que el curado más lento es el que mejor resultado da.

Cata corta
Las mesas para manicurar en seco permiten aprovechar todos los tricomas que se desprenden de los cogollos.
Las mesas para manicurar en seco permiten aprovechar todos los tricomas que se desprenden de los cogollos.

Conservación

Una vez esté completamente seco, se debe guardar el cannabis en recipientes herméticos que impidan que se vuelva a rehumedecer. Un periodo de reposo de varias semanas tras el curado afina aún más el aroma y mejora las cualidades organolépticas de los cogollos. La conservación del cannabis a largo plazo debe hacerse siempre en condiciones que lo aíslen de la luz, el calor y el aire, que son los peores enemigos del THC.

 

Lavado de cogollos

A veces caen en nuestras manos cogollos secos pero infumables por su mal sabor, humo irritante o por contener un exceso de abonos o restos de pesticidas. Lo más recomendable en estos casos es tirarlos a la basura y conseguir otros en buenas condiciones, pero no todos los consumidores están dispuestos a seguir este camino. En ese caso, antes que fumarse los cogollos en mal estado se puede intentar limpiarlos en agua. Si se realiza esta técnica con cuidado, los cogollos mejoran bastante: puede caerse algo de resina, pero lo que se pierde en potencia se gana en salud y sabor.

Hay que llenar un recipiente con agua y sumergir los cogollos secos con cuidado. Si los cogollos flotan y no conseguimos sumergirlos, se pueden tapar con un plato o similar que ayude a mantenerlos bajo el agua. Hay que dejarlos en remojo varias horas para que las sustancias contaminantes se vayan disolviendo. La resina del cannabis no es soluble en agua, por lo que el lavado no le afecta, siempre que no agitemos fuertemente los cogollos y provoquemos la ruptura y caída de los tricomas. Pasadas unas horas se sacan los cogollos del agua, se extienden en una malla de secado y se colocan frente a un ventilador para secarlos rápidamente. Las marías que han sido abonadas hasta el último momento, aquellas que queman mal y dejan una ceniza muy negra o las que han recibido pesticidas demasiado cerca del momento de la cosecha, mejoran con este sistema.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #214

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