La petición fue presentada por la Asociación de Comerciantes de Cannabis de Leiden, Países Bajos (LVCD), en una comisión del concejo de Leiden. Según su exposición, tanto la policía como el ayuntamiento conocen desde hace años la tensión que provoca el tope de 500 gramos. En horas de alta demanda, la reposición constante eleva el riesgo de sanciones y obliga a operar con márgenes mínimos.
El marco general en Países Bajos tolera la venta minorista de cannabis bajo estrictas condiciones, entre ellas un máximo de 5 gramos por persona al día y una existencia total por local de 500 gramos. La solicitud de Leiden busca un mecanismo de certificación que ampare legalmente a quienes, por autorización municipal, mantengan hasta 1.000 gramos en bodega.
Durante el debate, concejales plantearon alternativas como ampliar el número de locales. La LVCD respondió que no resulta necesario, ya que los 11 coffeeshops actuales cubrirían la demanda si pudieran trabajar con un margen de stock más holgado. El gremio también señaló que la apertura de nuevos puntos en localidades vecinas ya redujo parte de la presión sobre Leiden.
Como contexto además hay que agregar que actualmente existen ciudades que integran el “experimento de cadena cerrada” de cannabis regulado, donde el límite estándar de 500 gramos no aplica y los alcaldes pueden fijar existencias equivalentes a una semana de ventas. Leiden no forma parte de esas diez municipalidades, por lo que sus locales siguen sujetos al tope general. La propuesta de la LVCD pretende aproximar sus condiciones operativas a las de los territorios en prueba, sin esperar una reforma nacional.
El reclamo de Leiden vuelve a evidenciar un problema de vieja data que arrastran los coffeeshop donde, se tolera vender y está normado, pero se restringe la logística hasta el borde de la inviabilidad. Ajustar el stock no es una licencia para vender más, según explican las organizaciones pro cannabis, sino un intento de reducir riesgos y ordenar un mercado existente.