La innovación tecnológica detrás de las gomitas de acción rápida, basada en la nanotecnología y el uso de emulsiones avanzadas, está transformando la experiencia de los consumidores. Se trata de productos que prometen un efecto casi inmediato, lo que representa una propuesta disruptiva dentro del mercado legal de la marihuana.
Durante años, los comestibles cannábicos tradicionales presentaron un desfase entre su consumo y los efectos producidos, que podían ir de 30 minutos hasta dos horas. Esta demora generaba incertidumbre, ansiedad e incluso consumos innecesarios.
Esta nueva generación de comestibles busca dar respuesta a esta demanda de inmediatez mediante innovaciones que permiten una absorción más rápida del THC por vías bucales y gástricas, evitando ser metabolizadas por el hígado que ralentiza el inicio del efecto.
En Estados Unidos, el interés por estos productos se ha intensificado. Compañías como Wana Brands, Curaleaf y Enjoy Five ya ofrecen versiones etiquetadas como “Fast-Acting” o “Quick Hits”, dirigidas tanto al uso recreativo como terapéutico. Sitios especializados como MJBizDaily anticipan que estos productos podrían convertirse en un estándar dentro del mercado de comestibles.
En otros países, la situación es más dispar. Canadá permite la venta de comestibles con cannabis, incluidos los de acción rápida, dentro de un marco regulatorio que establece límites estrictos de concentración por unidad. En Europa, la distribución de estos productos depende de cada legislación nacional y en muchos casos no está claramente regulada. Esta falta de armonización dificulta su acceso seguro y controlado, planteando interrogantes sobre su estatus legal en mercados emergentes.
Sin embargo, estas gomitas de acción rápida implican nuevos desafíos, especialmente al momento de comercializarlas, ya que una percepción temprana del efecto puede llevar a subestimar su intensidad o duración lo que puede derivar en experiencias no deseadas, como cuadros de ansiedad, confusión o malestar físico, especialmente entre personas con menor tolerancia o sin información adecuada.
Por ello, es fundamental que los fabricantes proporcionen información clara y etiquetados precisos, y que las políticas públicas acompañen con educación y regulación. Más allá de la innovación tecnológica, el acceso informado y seguro debe seguir siendo un foco de atención