La industria cannábica en Estados Unidos se enfrenta a una paradoja: mientras se expande su legalidad a nivel estatal, la regulación publicitaria y sanitaria se mantiene limitada y cambiante. En ese contexto, la inteligencia artificial (IA) emerge como una herramienta para adaptarse rápidamente a los entornos normativos y mejorar la comunicación con los distintos tipos de consumidores.
El marco publicitario impuesto por Meta o Google sigue limitando la promoción de productos cannábicos, incluso del CBD. Sin embargo, algunas agencias especializadas ya utilizan modelos de IA para desarrollar mensajes ajustados a las reglas locales y segmentar las audiencias de forma más precisa.
De acuerdo con Josefine Nowitz, de Cannabis Creative Group, citada por MJBizDaily, estas tecnologías permiten generar contenidos "amigables para mayores de 21 años", siempre que se mantenga la supervisión humana para garantizar creatividad y cumplimiento normativo.
En el sector minorista, empresas como Sweed incorporan sistemas inteligentes en sus cajas y programas de fidelización para personalizar las recomendaciones de productos según el historial de compra. Estos sistemas buscan reducir la cantidad de mensajes enviados y aumentar su efectividad, identificando clientela con alto potencial o riesgo de abandono. Minoristas como The Daily Green, en Nueva York, afirman que la IA ya les permite automatizar y acelerar procesos creativos, aunque prefieren dejar el diseño visual en manos humanas por razones de coherencia de marca.
Pero es en el campo terapéutico donde la IA muestra su mayor potencial transformador. La plataforma Bud-E, desarrollada por Upling, combina información genética humana con perfiles de compuestos del cannabis para recomendar variedades específicas a cada persona usuaria. Esta tecnología se basa en marcadores genéticos y datos autoinformados por pacientes, con el objetivo de avanzar hacia una medicina personalizada basada en evidencia y retroalimentación constante.