El estudio sitúa al cultivo como un eje estratégico en el ecosistema cannábico internacional. Identifica a empresas consolidadas como Canopy Growth, Aurora Cannabis, Tilray, Curaleaf, entre otras son (y serán) motores de inversión, expansión y profesionalización del sector.
El informe detalla la coexistencia de múltiples métodos de producción que van desde los cultivos indoor, outdoor e invernadero, hidroponía, hasta la agricultura vertical y automatización de procesos. Además, subraya el avance en certificaciones orgánicas, trazabilidad mediante gestión de datos y digitalización de cadenas de suministro, factores especialmente relevantes en mercados con marcos regulatorios consolidados.
No obstante, el crecimiento proyectado enfrenta desafíos significativos. Entre ellos, el incremento de los costos operativos -sobre todo en energía y logística- para instalaciones bajo techo, la persistencia de marcos legales dispares entre países e incluso dentro de regiones y una demanda creciente de sostenibilidad ambiental como requisito competitivo. En Europa, la expansión es prometedora, pero supeditada a la armonización normativa y a la evolución de los programas médicos y de uso adulto.
En este contexto, otras consultoras también refuerzan la tendencia de expansión del mercado legal más allá del segmento de cultivo. Grand View Research, por ejemplo, estima que el mercado legal mundial podría superar los 216.700 mil millones de dólares en 2033, con un crecimiento compuesto cercano al 13,5 %. Las diferencias metodológicas entre estudios, en cuanto a qué se define como "legal", qué segmentos se incluyen y qué supuestos regulatorios se contemplan, refuerzan la necesidad de un análisis riguroso de las cifras.
Pero más allá de las cifras proyectadas, la señal es clara: donde las políticas públicas regulan con enfoque en derechos y salud, el cultivo de cannabis se transforma en una industria formal, eficiente y con potencial innovador. El reto es que este crecimiento económico se traduzca en beneficios sociales y traiga consigo empleos dignos y estándares ambientales robustos, porque solo así se tendrá un impacto real y sostenible.