La verdad es que la ciudad de Querétaro no me gusta mucho: es de esas urbes llenas de cemento y ríos de automóviles ocupados por seres que estaban hartos de la ciudad de México y han llegado para colonizar y convertir a Querétaro en lo mismo de lo que estaban huyendo. El centro es bonito, eso sí, pero es un lugar primordialmente religioso y conservador.
Entonces, ¿para qué voy a ese mentado lugar? Es una historia de esas de amor y odio. A mi madre, antes de fallecer, se le ocurrió irse a vivir allá, también a un amigo de Vancouver, y luego el Teborock también llegó exiliado. Así que de pronto me di cuenta de que ya tenía familiares y amigos viviendo ahí, por lo que empecé a frecuentar ese lugar. No duré ni un momento sin fumar mota ahí; desde el primer día que fui, hace años ya, mi amigo Néstor me dio de su cosecha personal. No es que sea fácil conectar, pero sí hay mucha gente de bajo perfil cultivando para uso personal.
En esta ocasión regresé con dos bandas de ska canadienses, de mis épocas de Vancouver. Fuimos de gira por diferentes ciudades del centro del país, Brasser y Kownterpoint; esta última dedicó todo un disco a la ganja, Homegrown, así que ya imaginarán la presión de ser un buen anfitrión y darles a degustar de la mejor calidad. En mi pueblo y en la ciudad de México no habría problema, pero ¿qué tal si ninguna de mis amistades cannábicas queretanas tuviera material esos días?
Irónicamente, Querétaro, la más conservadora, fue donde los conciertos tuvieron el toque 420. El primer recinto donde tocaron fue La Pulquería El Borrego, donde además de degustar esta bebida prehispánica de los dioses, pudimos fumar libremente, al igual que la mitad de los asistentes. Ahí vi a Nancy, una de las fundadoras de Cannafem México, el I Congreso Nacional de Mujeres Cannábicas, que comenzó en Querétaro. Nancy nos platica un poco sobre la situación de la ciudad: “No hay mucho movimiento de activismo pero sí de ventas; mucha gente vende hasta en línea. No hay eventos porque luego llega la poli, no te dejan tener espacios porque llegan con mucha movilización y han cerrado muchos smoke shops y clubs cannábicos”. Pero hay muchos lugares clandestinos donde no se publicita el consumo o la cultura cannábica: “Se trabaja mucho a puerta cerrada, como un lugar que precisamente se llama Clandestino, donde venden cerveza y puedes jugar a billar, casi como un bar club social, donde puedes llevar tu marihuana y fumar libremente”.
Al día siguiente fuimos a tocar a otro lugar donde se fuma sin problemas, el Foro 442, un tianguis del maguey donde se presentan bandas y también todo el mundo fuma a su aire, e incluso uno de los asistentes nos regaló unos buenos cogollos de su cosecha. Es un lugar al aire libre y un poco escondido. Al final, con lo que nos regaló la gente ya no tuvimos que utilizar el conecte de Teborock, que vende unas variedades exóticas que se veían muy buenas y a precio accesible.
Nancy nos dice que, a pesar de que no hay mucho activismo, sí hay eventos privados donde se degustan extractos y algunas variedades de flor, pero no están abiertos al público, hay miedo de las autoridades; nosotros tuvimos suerte de poder visitar algunos de los lugares donde todavía se puede fumar. Algunos activistas como Cannafem México se han mudado fuera de Querétaro. “Nosotras nos sentimos más seguras en la ciudad de México”, nos refiere Nancy hablando de la organización que fundó. “Nuestro objetivo es compartir conocimiento e integrar a la mujer a la comunidad cannábica. Nuestro equipo se caracteriza por ser protagonizado por mujeres profesionales en los temas médicos, científicos, industriales, ancestrales y recreativos. La intención de Cannafem es desmitificar el uso de la planta. Nuestra misión es difundir y clarificar los beneficios del cannabis. Somos un congreso, espacio y causa compartida para empoderar a la mujer e intercambiar información, debatir entre miradas y aprendizajes creando una red de apoyo. Nuestros valores son la igualdad, la libertad, la sororidad, la interculturalidad y la participación activa”.
El 29 y 30 de noviembre se llevó a cabo uno de sus eventos en un café de la ciudad, La Juanita, un lugar donde se puede fumar discretamente. Durante ocho horas se tocaron temas de legalidad y derechos humanos, talleres de extracción, taller de cultivo y la entrega de reconocimientos a la grandeza de la mujer cannábica de México.
Pues Querétaro no tiene muchos lugares naturales para fumar, para eso mejor salir de la ciudad hacia la Peña de Bernal o adentrarse a la Sierra Gorda, a un par de horas de distancia. Así que, si no se conoce a algún fumeta en la ciudad, no conviene ir.