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Si ya ganamos, ¿por qué no damos el golpe final?

¿Por qué, con tanta tecnología y estudios que demuestran la inocuidad y los beneficios del cannabis, aún sigue estando prohibido en casi todos los países?

Ya estamos en el 2022. Es el futuro. El destino nos alcanzó. Tiempos preapocalípticos con suficientes desastres naturales para mantenernos ocupados dos vidas, pero con suficientes adelantos tecnológicos para ir a Marte. Entonces, la pregunta es: ¿por qué, con tanta tecnología y estudios que demuestran la inocuidad y los beneficios del cannabis, aún sigue estando prohibido en casi todos los países? Es aún más absurdo cuando vemos el caso estadounidense, donde en la mitad de los estados ya hay tantos dispensarios como farmacias inyectando en las economías locales millones de dólares. La industria legal de marihuana genera más de diez billones de dólares al año y las encuestas muestran un apoyo del setenta por ciento para la legalización total. Entonces, ¿qué está deteniendo al viejito Biden para desclasificar el cannabis de las sustancias ilegales? Actualmente, el cannabis está como sustancia de la Lista I; es completamente ilegal a nivel federal a la par del LSD y la heroína, y se considera que es muy propenso al abuso y no tiene beneficios médicos reconocidos. Este es algo totalmente falso y que ha sido demostrado por la ciencia como una falacia. Por el contrario, sus propiedades medicinales han sido debidamente registradas.

Uno de los principales obstáculos son los legisladores, porque les preocupa que abrir la puerta a la legalización del cannabis facilitaría el acceso de los adolescentes a la droga, cosa que también ha resultado ser falsa. Como se ha visto, en los estados que tienen marihuana recreativa legalizada ha pasado al contrario: los adolescentes ya no están tan interesados en fumar. Más bien el fenómeno que hemos podido observar es que más personas de la tercera edad están usando marihuana, ya que es más fácil conseguirla en el dispensario para paliar sus problemas de salud. Además, en estos tiempos ya se puede escoger la variedad que más se adecue a las necesidades de cada usuario. Recordemos: sativa, para el día y cambiar lo que no te gusta, y las índicas, por la noche, para descansar y aceptar lo que no puedas cambiar.

Otra razón por la que los legisladores han sido recelosos a dar luz verde a la marihuana, según ellos, ha sido un historial de datos clínicos mixtos sobre los beneficios y riesgos de las drogas. Se ha tratado de demonizar la marihuana desde la época de la prohibición, y eso ha sepultado algunos estudios, así como frenado la posibilidad de probar científicamente los beneficios cannábicos. Ya no es el caso, la presión popular ha hecho que tanto científicos y doctores como la gente común estén haciendo sus propias investigaciones. Ya no hay pretexto para reprimir, por más que nuestros líderes políticos sigan diciendo que hasta no tener mayor información no van a legalizar. La información está ahí.

Es probable también que, como en el caso de Canadá, estén negociando con las grandes corporaciones y narcotraficantes, que al final son los que se quieren quedar con el pastel. No se entiende de otra forma, ya que vemos que en algunos estados donde la marihuana es legal, como en Arizona, han cobrado más de un billón de dólares de impuestos, mucho más que por la venta de alcohol. Entonces, ¿por qué no aprovechar esta entrada de dinero cuando ya vimos que su consumo no produce una carga para el sistema de salud? Al contrario, el cannabis puede ser sustituto de muchas medicinas de patente. Entonces, resulta lógico pensar que los productores de estas medicinas de patente buscarán no perder ingresos y les resultará ya más fácil unirse al enemigo que seguir haciéndole la guerra: reemplazar sus productos por cannabis.

En Canadá se cerraron todos los dispensarios y se persiguió a todos los pequeños productores una vez se anunció que se legalizaría la marihuana, lo que dio paso a las grandes corporaciones, que tienen los recursos para conseguir la aprobación del gobierno, que, dicho sea de paso, metió a muchos de sus antiguos colaboradores y exempleados en puestos de control de dichas corporaciones cannábicas.

El próximo cambio generacional que entre al poder no tendrá otra opción que legalizar. Ya estamos viendo gente más joven con mentes más abiertas ocupar puestos de poder, como Justin Trudeau, que tiene menos de cincuenta años. Los viejitos como Biden no logran comprender aún los alcances de la legalización, ya que tienen estigmas muy arraigados y, como hemos dicho, muchas corporaciones a las cuales complacer.

Joe Biden declaró en febrero del 2021 que su Administración perseguiría la despenalización del cannabis y buscaría la eliminación de antecedentes penales para las personas con condenas previas por cannabis. Pues ya pasó un año y todo sigue igual, al igual que el Trumpetas ha dejado que los estados se regulen. La vicepresidenta Kamala Harris podría ser la clave, pero eso lo analizaremos en otro artículo.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #291

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