Me encuentro en Santa Cruz, en la mitad de California o Califas, como le llaman los latinos. Es una ciudad pequeña con un par de dispensarios. Estamos en un hotelito psicodélico con vistas al parque de diversiones que está frente a la playa, donde convergen los surfers que cada atardecer degustan sus porritos. Me visita Michael Jolson, un activista y alumno pródigo de Jack Herer, heredero de sus glorias. Trae una nueva petición para enmendar el código de salud y seguridad del estado de California.
¿Para qué seguir luchando si ya se consiguió la legalización? Existen dispensarios en casi cada condado. Algunos con impuestos altos como en Oakland; otros gigantes como el de San Diego, con cientos de dulces para adultos pachecos; otros regenteados por nativos... En fin, de todo tipo. Sin embargo, Michael nos dice que la legalización no es tan comprensiva como Jack Herer hubiera querido, y que hay gente que va a la cárcel o que sigue presa por consumir o comerciar con la marihuana.
Para Jolson, un problema es que muchos de los pequeños productores no tienen forma de competir o incluso de solicitar las licencias, además de que no hay el suficiente control para mantener la producción orgánica y libre de modificaciones genéticas. Es una carrera contra el tiempo y con poco dinero, pero sus seguidores han dicho que continuarán luchando hasta conseguir una legalización justa con una regulación que beneficie a todos. El proceso es el de siempre: juntar un mogollón de firmas (623.213) para mediados de abril para que la Secretaría de Estado lo ponga a votación en las próximas elecciones. Para esto, Jolson dice que se necesitan dos millones de dólares para financiar el proyecto, como contratar encuestadores profesionales; esta profesión es lucrativa, ya que van con varias propuestas y enmiendas proponiendo a la gente firmarlas, y cobran dos dólares por firma. Mientras nos fumamos un porrote de su material selecto, me da una hoja de firmas; se necesita ser un votante registrado, por lo que muchas firmas quedan descalificadas si hay errores ortográficos o información errónea.
California Cannabis Hemp Act of 2020
El propósito del acta es realizar un ejercicio en las autoridades policiales para garantizar la protección de la seguridad, el bienestar, la salud, la paz de la gente y el medio ambiente de California. Asimismo, proteger a las industrias medicinales y comerciales del cáñamo en todos sus usos. También pretende eliminar las mafias que se lucran con la marihuana. En resumen, respetar los derechos humanos, la tolerancia y acabar de una vez por todas con la prohibición del cáñamo y de todos sus derivados.
El acta también se propone borrar, eliminar y olvidar todas las anteriores iniciativas que tengan conflictos con esta nueva ley potencial. Es decir, lo bueno de la actual ley se mantiene con el Acta de Cannabis de California.
Un punto importante que contempla es el perdón de las condenas relacionadas con el uso, posesión, cultivos personales o tenencia de parafernalia. Bajo mi punto de vista personal, que estoy seguro concuerda con el de cualquier persona con un poco de decencia y sentido común, nadie debería sufrir una condena, tener antecedentes o perder su libertad por fumar una planta cuyos beneficios eclipsan cualquier daño colateral. El acta propone que se revise caso por caso y que se perdonen la mayoría de ellos, excepto los que conlleven violencia y actividades relacionadas con el narcotráfico y el crimen organizado. De esta forma, todos los que han sido procesados o encarcelados deberán ser liberados de todo cargo criminal amparados por esta nueva acta. El fiscal general tendrá sesenta días después de la firma del acta para preparar un documento con el fin de que todos los afectados por las leyes draconianas y retrogradas puedan solicitar su perdón por una módica cantidad de diez dólares. Estas provisiones deberán estar ampliamente distribuidas en todas las cortes, estaciones de policía y con todos los abogados, así como en línea, para que todos los ciudadanos tengan acceso a ellas.
Por lo demás, se contempla lo de siempre: uso, posesión y cultivo para todo dios mayor de veintiún años, así como comercialización y apoyo para los pequeños cultivadores y comerciantes. El modelo será parecido al actual que se usa para regular el vino y la cerveza en el estado. El consumo personal se designa como noventa y nueve plantas o doce libras de flor ya seca lista para fumarse, sin contar las hojas por año. Para poner marihuano a todo el barrio...
Michal Jolson, Dan Herer y su equipo seguirán luchando por el bienestar de todos hasta lograr una ley comprensiva. Esperemos que consigan los suficientes recursos y apoyo para mejorar la legalización y, sobre todo, que haya justicia, amnistía y buenos humos en el estado con la mayor economía de Estados Unidos.