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Descansa en paz, Corrie Yelland

Corrie descubrió el aceite de cannabis y juró que, si funcionaba, dedicaría el resto de su vida a ayudar a los demás. Cumplió su promesa, ayudando a miles de personas en todo el mundo, desinteresadamente, todos los días durante casi quince años. 

Corrie era una persona normal que vivía en Victoria, Columbia Británica. Tuvo algunos problemas de salud: un infarto y una operación a corazón abierto la dejaron un poco vulnerable. Después, en el 2011, vino la noticia devastadora: le diagnosticaron cáncer anal. Debido a su decisión de rechazar la radioterapia, su médico le dio de dos a cuatro meses de vida. Ya sufriendo un intenso dolor crónico por el síndrome de neuralgia postesternotomía y la columna dañada, Yelland se sintió intimidada ante la idea de la radiación y sus consecuencias. “Me había resignado a una cadena perpetua de agonía, y nunca en mis sueños más locos imaginé que volvería a estar libre de dolor”, refirió. Fue cuando una amiga le envió una copia de la historia de Rick Simpson, Run from the cure. “Después de ver el video y escuchar a Rick y a otros pacientes dar testimonio sobre cómo curarse a sí mismos de una gran cantidad de enfermedades, incluidos los cánceres en etapa terminal, me sentí esperanzada por primera vez”, compartió Corrie, agregando que la gran cantidad de estudios del sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, PubMed, sobre el cannabis y su capacidad curativa eran una evidencia abrumadora de su eficacia. 

Así descubrió el aceite de cannabis y juró que, si funcionaba, dedicaría el resto de su vida a ayudar a los demás. Cumplió su promesa, ayudando a miles de personas en todo el mundo, desinteresadamente, todos los días durante casi quince años. Su pasión por la educación y la defensa de los pacientes la llevó a cofundar Cannabis Health Radio con Ian Jessop, donde entrevistaron a cientos de pacientes que usaban cannabis medicinal, amplificando sus voces y compartiendo sus poderosas historias de curación. 

“Cuando le dije a mi oncólogo que me gustaría pensármelo bien antes de someterme a radioterapia, murmuró algo sobre un ‘deseo de muerte’, diciéndome que me quedaban dos, quizás cuatro meses de vida, y salió de la consulta hecho una furia –explicó–. Diez días después del tratamiento, el dolor que me había aquejado durante cuatro años en el esternón y el dolor nervioso desaparecieron por completo”. Yelland dijo que empezó a dormir toda la noche, dejando de lado las pastillas que había necesitado durante años y que solo le hacían efecto durante un par de horas. Corrie terminó llenando cápsulas de gel con una mezcla del aceite de THC y aceite de oliva, y luego las insertó por vía rectal, como si fueran supositorios. “Pensé que también podría colocarlo directamente donde está el cáncer –explicó–. Después de solo dos meses del tratamiento de los noventa días planeados, me sometí a otra cirugía para un procedimiento no relacionado. El cirujano me dijo que no veía ningún cáncer. Por primera vez me atreví a tener la esperanza de que tal vez, solo tal vez, el aceite de cannabis estuviera funcionando”. 

La administración rectal evita el sistema digestivo y el hígado, llegando directamente al torrente sanguíneo para un alivio más rápido del dolor y una mejor curación. Los supositorios también producen una curación más efectiva, ya que permiten una dosis mayor, evitando los protocolos orales de aumento gradual. “Durante mi propio tratamiento con aceite de cannabis dije que, si esto funcionara, me pasaría el resto de mi vida contándoselo a la gente. Como resultado, eso es lo que he hecho prácticamente todos los días desde que descubrí que había ganado mi batalla contra el cáncer. El cáncer no desaparecerá pronto, y mi sueño es que el aceite de cannabis no siga siendo el último recurso, sino la primera opción para un tratamiento seguro y humano”. 

Recientemente se ha publicado en Frontiers in Oncology, el estudio más grande jamás realizado que investiga el cannabis como tratamiento contra el cáncer, y parece darle la razón a la recién fallecida Corrie. El estudio encontró un respaldo científico abrumador del potencial del cannabis para tratar los síntomas y combatir la evolución de la enfermedad. “El objetivo del análisis era consolidar el consenso sobre el potencial del cannabis como tratamiento contra el cáncer”, afirmó Ryan Castle, director de investigación del Whole Health Oncology Institute y autor principal del estudio. Castle señaló que históricamente ha sido difícil lograrlo porque la marihuana aún se considera un narcótico ilegal. “Nuestro objetivo era determinar el consenso científico sobre el cannabis medicinal, un campo que durante mucho tiempo ha estado dominado por una guerra entre estudios cuidadosamente seleccionados”. 

Al final todos vamos a morir tarde o temprano, el cannabis, en el peor de los casos, mejorará la calidad de vida de los enfermos, y, en el mejor, será una medicina que cure afecciones. En el caso de Corrie le regaló catorce años más de vida y ella, a su vez, utilizó esa segunda oportunidad para ayudar a la gente. 

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