Recientemente, a raíz de la muerte de una chica en Corral de Almaguer (Toledo), se le ha dado mucha visibilidad en medios de comunicación a la supuesta “nueva moda viral” de inhalar gas de mechero (isobutano) para colocarse (en materia de drogas, para algunos medios de comunicación, cualquier suceso relacionado con sustancias menos conocidas es una nueva moda “viral”). Más allá de si esto es una moda o un caso aislado, desde hace siglos han existido drogas gaseosas que se respiran, que son invisibles a nuestros ojos y, en algunos casos, tienen un olor muy característico.
De hecho, ya en la antigua Grecia estas sustancias gaseosas tenían una presencia relevante, pues se cree que las sacerdotisas del templo de Apolo en Delfos, conocidas como pitias o pitonisas, y consideradas el famoso oráculo de Delfos, alcanzaban sus trances adivinatorios al inhalar los gases que emanaban de dos fallas geológicas bajo el templo, gases como el etano, el metano y el etileno. Pero, en la actualidad, esos gases psicoactivos naturales han sido ampliados con un mayor abanico de gases o volátiles con efectos y utilidades bien distintas, con riesgos que pueden ser importantes en algunos casos y a los que no siempre se presta suficiente atención en las informaciones preventivas o de reducción de riesgos, lo que abona el terreno para noticias sensacionalistas de toda índole.
Algo curioso es que la mayoría de estos “inhalantes” suelen ser sustancias legales y accesibles, como si el hecho de ser invisibles para los ojos (que no para el cerebro) las hubiese librado de muchos de los mecanismos de control legal internacional a los que se somete a sus primas hermanas, las drogas sólidas o líquidas. Muchas de ellas, sin embargo, tienen niveles de toxicidad considerables y puede ser muy difícil separar sus efectos de sus riesgos, aunque hay excepciones.
Gas de la risa
Probablemente, el mejor ejemplo de este tipo de drogas en España lo encontramos cada verano en las costas y zonas frecuentadas por turistas ingleses: el gas de la risa, óxido nitroso o N2O.
Este famosísimo gas es ampliamente utilizado en medicina por su poder anestésico desde el siglo xix, pero fuera de su uso médico en clínicas y hospitales se comercializa fundamentalmente para montar nata o en automoción para incrementar la potencia de los motores de combustión interna (¿quién no se acuerda del botoncito en “A todo gas”?).
Es un gas incoloro con un olor suavemente dulce, y se suele consumir liberando el contenido de unas cápsulas de metal que lo contienen en un globo para, posteriormente, inhalarlo repetidas veces. Sus efectos se notan muy rápidamente y duran apenas segundos o pocos minutos: disociación, euforia, bienestar, mareo, risa, anestesia, alucinaciones auditivas, etc., dejando una sensación de buen humor y bienestar en el usuario, que puede prolongarse algunas horas.
No es cierto que el gas de la risa sea muy peligroso. Como cualquier droga, tiene sus riesgos y puede ser más o menos peligroso según cómo se utilice. De hecho, pese a la desinformación imperante, su uso puntual raras veces genera problemas y es extraño encontrar casos en los que su consumo puntual esté detrás de alguna muerte o daño. No obstante, es importante conocer sus riesgos para evitarlos en la medida de lo posible:
- Al estar comprimido y liberarse el gas, puede producir quemaduras por frío si se descarga directamente en la boca, por lo que se suele liberar en un globo para permitir que se atempere antes de inhalarlo. Asimismo, sus efectos son muy intensos, por lo que puede producir caídas si la persona se encuentra de pie y todo tipo de tropiezos o accidentes relacionados con la descoordinación que produce.
- El riesgo agudo más grave del gas de la risa, así como de otros muchos gases, es que, si se respira puro, no permite a los pulmones recibir oxígeno, es decir, desplaza el oxígeno durante el tiempo que se esté inhalando, y eso puede conducir a la asfixia si se retiene por mucho tiempo. Además, dado que la respiración refleja se activa con niveles elevados de dióxido de carbono en lugar de niveles reducidos de oxígeno en la sangre, al respirar un gas concentrado como este, que sí elimina el dióxido de carbono de la sangre pero sin reemplazarlo con oxígeno, no producirá signos externos de asfixia incluso cuando el cerebro está experimentando hipoxia. Para evitar esto, muchas personas aceleran la respiración justo antes de consumir y justo después.
- Un riesgo específico del N2O es que su consumo crónico o abusivo puede originar carencia de cobalamina (vitamina B12) y desencadenar daños nerviosos, por lo cual puede ser especialmente relevante en personas con dietas pobres en vitamina B12, como pueden ser personas que sigan dietas veganas mal planificadas. Asimismo, su uso crónico o abusivo puede derivar en problemas neurológicos o de la médula espinal.
- Al tener un efecto disociativo, reduce la coordinación motora, por lo que pueden producirse caídas o tropiezos si la persona está de pie.
- Este gas puede ser moderadamente adictivo si se usa con mucha regularidad.
- La combinación con otras drogas (alcohol, GHB, ketamina, etc.) incrementa los riesgos y daños potenciales.
- Otro riesgo es confundir las fuentes del gas, porque este tipo de pequeñas bombonas pueden contener CO2 u otros gases peligrosos.
Cloretilo
El cloretilo (cloruro de etilo o monocloroetano) es una de esas modas adolescentes de hace décadas que parecía que casi había desaparecido, pero que a día de hoy vuelve a verse bastante. Se trata de una sustancia de uso médico, que se usó como anestésico general y actualmente se vende en farmacias en forma de spray de uso tópico, para anestesiar la piel por frío (crioanestesia), pero para su uso como psicoactivo se rocía en un trozo de tela y se aspira para obtener efectos anestésicos y disociativos similares a los del gas de la risa, aunque de mayor intensidad. Sus efectos se notan al instante y suelen durar pocos minutos, siendo muy disociativos, similares a los del gas de la risa pero más intensos. Sus riesgos son similares a los del gas de la risa, aunque añadiendo algunas particularidades:
- El cloretilo recién aplicado puede producir quemaduras por frío, por lo que es peligroso que entre en contacto con los labios, la boca o la garganta mientras esté en estado líquido.
- Puede producir caídas si la persona se encuentra de pie y otro tipo de tropezones relacionados con la descoordinación que produce.
- Es una sustancia difícil de dosificar, ya que hay multitud de variables (cantidad vertida, temperatura ambiente, velocidad de inhalación, tiempo de inhalación, etc.) que modifican la cantidad de sustancia que accede al organismo y hacen que la intensidad de los efectos pueda ser difícil de predecir.
- A dosis altas puede producir inconsciencia, arritmias y su consumo continuado se ha relacionado con un deterioro neurológico grave a largo plazo, además de dañar órganos como el hígado o los riñones.
Poppers
Los poppers son líquidos volátiles a temperatura ambiente formados por compuestos orgánicos de nitrito, como nitrito de amilo, nitrito de isopropilo y nitrito de isobutilo. Los viales tenían que partirse (pop) para acceder al medicamento que contenían, lo que llevó al nombre ahora familiar poppers. Estos compuestos se utilizaron inicialmente para el tratamiento de enfermedades del corazón, pero en la actualidad son muy populares en determinados ambientes de ocio y para facilitar o intensificar experiencias sexuales, dada su capacidad de vasodilatar la piel y relajar la musculatura, facilitando la penetración anal.
Cuando se inhalan sus vapores, produce instantáneamente sensaciones de calor, ligereza, euforia y mareo, que duran pocos segundos. Son sustancias con riesgos mayores a los del gas de la risa, por ejemplo:
- Riesgo de pérdida parcial de la visión por daño en la retina; aunque solo se ha dado en casos muy aislados, existen reportes de problemas de visión que han perdurado después de su uso.
- Dolor de cabeza por la vasodilatación que produce y que puede persistir por unas horas después de haber aspirado.
- Su uso crónico puede llevar a desarrollar metahemoglobinemia, una enfermedad de la sangre.
- Su ingestión oral y/o su combinación con otras drogas (incluidos, algunos medicamentos para la disfunción eréctil) puede ser muy peligrosa y ha estado detrás de algunos fallecimientos.
- Taquicardia o latidos irregulares, pudiendo en algunos casos producir muerte súbita en algunas personas.
Xenón
Este gas puede parecer algo muy exótico, pero se utiliza en medicina, concretamente, como neuroprotector contra la deprivación de oxígeno y para prevenir el daño cerebral en bebés extremadamente prematuros. Podríamos considerarlo un producto muy exclusivo, ya que apenas se ve fuera de los laboratorios y algunos centros especializados, pero su consumo fuera del ámbito clínico, pese a ser minoritario, existe.
Al igual que el óxido nitroso, sus efectos se notan muy rápidamente pero duran pocos minutos, siendo muy intensos, similares a los del gas de la risa y del ramo de los disociativos, teniendo un perfil de riesgos similar.
Éter y cloroformo
Otras sustancias volátiles que tuvieron un uso extenso en anestesiología (y fuera de ella), pero fueron abandonadas por su toxicidad u otros riesgos en su uso, son el éter (dietil éter) y el cloroformo (triclorometano). A diferencia del gas de la risa, estos dos compuestos son muy raros de ver a día de hoy y presentan algunos problemas de seguridad que hacen que su uso sea muy minoritario.
Por ejemplo, el éter es una sustancia que sigue siendo muy usada en química o como arrancador de motores porque es muy inflamable y reactiva, siendo frecuentes los accidentes en su uso.
El cloroformo adquirió mucha fama gracias a la literatura negra y de espías, donde era muy común hacer referencia a este compuesto volátil como un arma de sumisión química para cometer delitos, siendo representado como una sustancia que podía llevar a la inconsciencia a una víctima con apenas olerla, cosa que hoy sabemos que no es así, ya que en realidad se requeriría de algo más que una simple inhalación para provocar la inconsciencia, pero hay casos documentados de su uso criminal con otras modalidades.
No obstante, pese a su uso pasado en medicina, hoy se considera que ambas sustancias pueden producir sobredosis o complicaciones cardiacas que pueden ser fatales; el cloroformo en mayor medida que el éter.
Pegamentos y otros volátiles domésticos
Otros compuestos volátiles cuyo consumo existe pese a su elevado perfil de riesgo son sustancias como los disolventes de los pegamentos, pinturas, barnices, decapantes, tintas, gasolina, acetona, gas... Son sustancias volátiles legales de uso doméstico con propiedades psicoactivas, pero su perfil de riesgo es bastante desfavorable, ya que tienen elevados riesgos para la salud, siendo bastante neurotóxicos, cardiotóxicos o dañinos para otros órganos del cuerpo (sobre todo, en uso continuado), pudiendo producir incluso muerte súbita, conocida como síndrome de muerte súbita por inhalación (sudden sniffing death syndrome).
Hay países en los que el uso de estos inhalantes domésticos está extendido en determinados grupos poblacionales desfavorecidos, ya que son baratos, accesibles y permiten aminorar la sensación de hambre y disociarse, pero acarrean importantes problemas de salud en quienes los consumen de una forma regular, sobre todo, personas jóvenes.
Por poner un ejemplo, los pegamentos contienen sustancias como tolueno o benceno, extremadamente tóxicas (sobre todo, el benceno) para el sistema nervioso, cardiovascular y otros órganos incluso en dosis bajas, además de cancerígenas y teratogénicas (producen malformaciones en los fetos).
De hecho, estos inhalantes domésticos son de las pocas categorías de sustancias (junto con los delirógenos anticolinérgicos) que los portales especializados en información sobre drogas para la reducción de riesgos (como Erowid o PsychonautWiki) aconsejan evitar siempre, por considerar que sus riesgos son altos e inseparables de sus efectos, por lo que no existen muchas medidas de reducción de riesgos que sean eficaces al consumirlos, existiendo alternativas de menor riesgo en otras familias de drogas.
En conclusión, las drogas volátiles o gaseosas, pese a ser invisibles y poco tenidas en cuenta, tienen sus riesgos, como todas, y en algunos casos estos pueden ser muy considerables y difíciles de aminorar con medidas de reducción de riesgos. Si bien no parece probable que un uso esporádico y bien informado de gas de la risa tenga grandes riesgos, no se puede decir lo mismo de muchas otras sustancias de esta categoría, que los presentan incluso en dosis bajas. Es por ello que puede ser especialmente relevante hacer una buena investigación y análisis de riesgo para evitar exponerse inconscientemente.