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Los alimentos psicoactivos: drogas que se esconden en nuestro plato

No todas las cosas son lo que parecen, y las drogas también pueden tener diversas formas y presentaciones, algunas incluso llevan milenios estando en nuestro plato sin que nos percatemos de ello, salvo en aquellas ocasiones en las que nos pasamos un poco con su consumo. 

Cuando hablamos de drogas, la imagen común que nos viene a la mente son sustancias ilegales en forma de polvos blancos, pastillas, líquidos, gases o fármacos controlados. Sin embargo, muchos de los alimentos que consumimos a diario tienen un impacto directo en nuestro cerebro, modulando el estado de ánimo, la energía y la percepción, es decir, son psicoactivos. Estos alimentos, generalmente inofensivos, contienen compuestos que actúan como psicoactivos leves, pero sus efectos son indudables. 

La mayoría de ellos no requieren de aplicar medidas de reducción de riesgos porque sus dosis y potencial dañino son muy bajos, pero esto no quita que sea recomendable que estemos al tanto de la existencia de estas moléculas psicoactivas en nuestros alimentos, con el fin de evitar posibles sorpresas. 

En este artículo descubriremos algunos de los alimentos psicoactivos más curiosos y qué efectos pueden tener.

Café, té, yerba mate, guaraná: energía y alerta 

El café y el té son las bebidas estimulantes más populares en todo el mundo, porque son legales y sus efectos son una obviedad. Su ingrediente activo principal, la cafeína, es un alcaloide que actúa bloqueando los receptores de adenosina en el cerebro. La adenosina es responsable de inducir el sueño y la relajación, por lo que, al bloquearla, la cafeína aumenta la alerta y reduce la fatiga, y de paso produce una sensación de euforia y energía. 

El efecto de la cafeína varía debido a factores genéticos que afectan su metabolización. Algunas personas pueden tomar varias tazas de café al día sin problema, mientras que otras pueden experimentar insomnio y nerviosismo con una pequeña cantidad. 

El té, por otro lado, contiene tanto cafeína como L-teanina, un aminoácido que potencia la actividad de las ondas alfa en el cerebro, creando una sensación de relajación sin somnolencia. Esto hace que el subidón del té sea más suave y prolongado en comparación con el café. 

Cacao y chocolate: bienestar y felicidad 

El cacao contiene una serie de compuestos que contribuyen a su efecto psicoactivo, siendo la teobromina y la cafeína los más conocidos. Sin embargo, el cacao también es rico en feniletilamina, un compuesto que contribuye a la sensación de felicidad al comer chocolate. Además, el chocolate negro tiene un alto contenido de flavonoides, que mejoran la circulación sanguínea y pueden influir en el estado de ánimo y la función cognitiva. 

La palabra teobromina proviene del griego theos (‘dios’) y broma (‘alimento’), que significa ‘alimento de los dioses’. Esto refleja la alta estima que los antiguos mesoamericanos tenían por el cacao.

Kéfir, kombucha, cerveza, vino y otros fermentados alcohólicos: de relajantes a embriagantes 

Los fermentados alcohólicos, como la kombucha y el kéfir, contienen pequeñas cantidades de alcohol etílico (etanol). Este compuesto, aunque en dosis bajas, puede inducir una sensación de relajación sin llegar a emborrachar. 

En cambio, otros fermentados alcohólicos más populares, como la cerveza y el vino, contienen mayores cantidades de alcohol, por lo que pueden inducir un estado de relajación y socialización a bajas dosis o producir borrachera y todo tipo de riesgos a dosis altas. Además, tanto el vino como la cerveza contienen otras sustancias subproducto de la fermentación, llamadas congéneres, como por ejemplo pequeñas cantidades de ácido gamma-hidroxibutírico, conocido como GHB (mal llamado “éxtasis líquido”). 

En la Edad Media, el consumo de bebidas fermentadas como la cerveza era más seguro de consumir que el agua en muchas regiones, ya que el proceso de fermentación eliminaba algunas bacterias nocivas.

Berenjena, tomate, patata, pimentón y otras solanáceas: intoxicaciones colinérgicas (o anticolinérgicas)

Las solanáceas, como la berenjena, el tomate, la patata y el pimentón, contienen alcaloides como la solanina, que en grandes cantidades pueden tener efectos tóxicos, ya que es un inhibidor de la acetilcolinesterasa, por lo que su ingesta en grandes dosis produce efectos colinérgicos: náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, bradicardia, sudoración, salivación, confusión, somnolencia, debilidad y, en casos graves, convulsiones. 

Sin embargo, en pequeñas dosis, algunos compuestos de las solanáceas tienen efectos leves sobre el sistema nervioso. La berenjena, por ejemplo, contiene también pequeñas cantidades de nicotina, lo que puede tener un efecto sutilmente estimulante, aunque muy inferior al de los cigarrillos. De hecho, la berenjena es conocida en algunos lugares como la “manzana de la locura”, debido a una antigua creencia de que podía inducir locura si se consumía en exceso. 

Los alimentos psicoactivos: drogas que se esconden en nuestro plato

Queso: bienestar y ligera adicción 

Una proteína que contienen muchos lácteos, pero en mayor medida el queso, es la caseína. Durante la digestión de la caseína en el cuerpo, se produce la casomorfina. Esta sustancia se une a los receptores opioides en el cerebro y genera una sensación de placer y bienestar similar a la producida por los opioides como la morfina, aunque de manera más sutil. De hecho, la casomorfina es una de las razones por las que algunas personas sienten que necesitan queso en su dieta diaria. Este efecto podría compararse con una ligera adicción. 

Además, el queso envejecido es rico en tiramina, un compuesto derivado de la descomposición de la tirosina durante la fermentación. La tiramina puede desencadenar la liberación de dopamina y noradrenalina, aumentando la sensación de energía y alerta. Las personas que toman fármacos inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), como los contenidos en la ayahuasca, deben evitar alimentos con tiramina, ya que pueden sufrir una crisis hipertensiva en la cual su tensión cardíaca se podría elevar demasiado, con los consecuentes riesgos para la salud.

Nueces y semillas: reguladores del estado de ánimo 

Las nueces y semillas, como las de calabaza y las almendras, son ricas en triptófano, un precursor de la serotonina, que es popularmente conocida (pero de forma muy simplista) como la “hormona de la felicidad”, por lo que un nivel adecuado de serotonina se asocia con un mejor estado de ánimo y una reducción de la ansiedad. 

Además, las nueces de Brasil son particularmente ricas en selenio, un mineral que contribuye a la función cerebral y al estado de ánimo. Estudios han demostrado que niveles bajos de selenio están asociados con una mayor incidencia de depresión.

Mango y pomelo: las frutas psicoactivas 

El mango contiene mirceno, un terpeno que interactúa con los cannabinoides y puede intensificar los efectos del THC del cannabis, al facilitar su absorción. Esta propiedad lo ha convertido en una fruta popular entre los consumidores de cannabis que buscan potenciar su experiencia. 

El pomelo, por su parte, es conocido por inhibir la enzima citocromo P450 3A4, que está involucrada en la metabolización de muchas sustancias como fármacos o drogas. Esto significa que el consumo de pomelo junto con ciertos medicamentos o drogas puede prolongar e intensificar sus efectos, a veces incluso de forma peligrosa. Antes de comer pomelo conviene investigar si interacciona con los tratamientos que podamos estar tomando, ya que puede interferir con más de ochenta y cinco medicamentos diferentes, lo que ha llevado a advertencias en las etiquetas de ciertos fármacos.

Nuez moscada: un potente psicoactivo 

La nuez moscada es una especia que contiene miristicina, un compuesto de efectos narcóticos y alucinógeno en dosis altas. Aunque su uso recreativo es raro debido a los efectos secundarios desagradables, como náuseas, confusión y desorientación, ha sido históricamente utilizada en algunas culturas por sus propiedades psicoactivas. Durante la Edad Media, la nuez moscada fue extremadamente valiosa y se creía que tenía propiedades mágicas. 

De hecho, sabemos que en algunos países musulmanes se usaban pequeñas cantidades de nuez moscada para facilitar que los bebés se durmiesen, del mismo modo que en otro países no musulmanes se usaba miga de pan mojada en vino o se mojaba el chupete en anís. Su precio llegó a ser tan alto que en determinadas ocasiones una pequeña bolsa de nuez moscada llegó a costar tanto como un caballo.

Romero, azafrán y otras especias psicoactivas 

El romero es conocido por sus aceites esenciales, que contienen compuestos como el cineol, con propiedades estimulantes y que puede mejorar la memoria y la concentración. En la antigua Grecia, se creía que el romero podía fortalecer la memoria, por lo que los estudiantes llevaban coronas de romero durante los exámenes.

El azafrán, por otro lado, ha sido utilizado tradicionalmente como antidepresivo natural y ha demostrado en estudios recientes mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas de la depresión leve.

La miel de rododendro, miel alucinógena o “miel loca”

La “miel loca” se produce cuando las abejas polinizan ciertos tipos de rododendros, que contienen grayanotoxinas. Esta miel puede provocar efectos alucinógenos leves, euforia y mareos, aunque en dosis altas puede causar efectos secundarios peligrosos, como vómitos y arritmias. Este tipo de miel es muy popular en Nepal, donde su cosecha y consumo se ha convertidon en un gran atractivo turístico por su curioso efecto. 

De hecho, los antiguos griegos usaban la miel de rododendro como un arma de guerra. Los ejércitos la daban a consumir a sus enemigos para debilitarlos y vencerlos más fácilmente en batalla.

Semillas de amapola: el opio ‘light’ 

Las semillas de amapola, usadas comúnmente en productos de panadería, contienen trazas de morfina y codeína. Aunque estas cantidades son pequeñas y normalmente no provocan efectos psicoactivos, su consumo en grandes cantidades podría producir una leve sensación de sedación y bienestar. Es por esto que los conductores, atletas de élite y trabajadores deben evitar grandes ingestas de semillas de amapola, ya que pueden dar positivo en los test de drogas. Las semillas de amapola se han utilizado para cultivar amapolas de opio (Papaver somniferum) así como en grandes cantidades para elaborar bebidas concentradas con efectos opioides.

Altramuces, algarrobo y otras leguminosas: diversos efectos neuronales 

Aunque las leguminosas suelen ser más famosas por sus beneficios nutricionales, algunas esconden propiedades que pueden influir en la función cerebral. Un ejemplo es el altramuz, un aperitivo común que contiene lupanina, un alcaloide que, en grandes cantidades o si no se procesa correctamente, puede provocar somnolencia y una leve sensación de entumecimiento. 

El algarrobo, usado a menudo como sustituto del chocolate, contiene compuestos que, si bien no son potentes, pueden influir ligeramente en la percepción y el estado de ánimo. 

El frijol de terciopelo (Mucuna pruriens) es conocido por su contenido en L-DOPA, un precursor de la dopamina que mejora el estado de ánimo y la función cognitiva, y se utiliza incluso en tratamientos del párkinson, mientras que el guisante de San Ignacio (Entada rheedii), se usa en rituales africanos para inducir sueños lúcidos y vívidos.

Conclusión

Hay otros muchos alimentos con ligeros efectos psicoactivos, como cúrcuma, jengibre, albahaca, cítricos (naranja, limón), lúpulo, lavanda, pimienta negra, sésamo, trufa negra, plátano, menta, hongos comestibles, etc. 

Los alimentos que consumimos tienen un impacto más profundo en nuestro cuerpo y mente de lo que solemos reconocer. Si bien no es común considerar al café, el cacao o el queso como drogas, su capacidad de influir en el estado de ánimo y la percepción es real y, por tanto, son en efecto drogas psicoactivas. Entender estas interacciones es fundamental para un enfoque más consciente y saludable de nuestra dieta y evitar alguna sorpresa inesperada. 

La próxima vez que disfrutemos de una taza de café, un vaso de kéfir o un pedazo de chocolate, hay que recordar que se estará experimentando una forma de psicoactividad cotidiana, y esa es otra manera de entender la química de la vida.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #324

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