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Éxtasis, neurotoxicidad y reducción de daños

El debate acerca de la neurotoxicidad de la MDMA (éxtasis) es largo y lleno de matices, pero pese a no estar resuelto, con la llegada del uso médico de esta sustancia y su uso más popularizado en otros contextos, cada vez cobran más protagonismo los enfoques de reducción de daños que, basados en estudios con animales y el principio de precaución, proponen el uso de determinados antioxidantes y otras estrategias para mitigar su posible neurotoxicidad en humanos. 

Todas las drogas psicoactivas que conocemos, ya sean legales o ilegales, tienen riesgos que varían en función del tipo de droga, su dosis, su pureza, contexto en el que se consuma y quien la consuma. Y esos riesgos implican la probabilidad de causar daños más o menos importantes y más o menos duraderos. 

Partiendo de la base de que la única forma cien por eficaz de evitar los riesgos (y daños) de consumir cualquier sustancia es, obviamente, no consumirla, esta no es siempre la opción elegida por las personas, por diversos motivos que van desde su valor recreativo hasta su potencial terapéutico en determinadas condiciones. No por ello hay que resignarse a exponerse al riesgo de sufrir todos los daños potenciales de su consumo, al igual que el motorista no debe resignarse a tener que morir en la carretera necesariamente y puede utilizar estrategias para reducir posibles daños, como serían llevar un casco, protecciones o un chaleco con airbag. Para conseguir esto existe la reducción de daños, una filosofía que aplicamos a muchas actividades del día a día que sabemos que pueden ser dañinas, pero, por los motivos que sean, llevamos acabo. Una filosofía que en el ámbito de las drogas implica proteger lo más posible la salud de aquellas personas que, libremente y por los motivos que sea, han decidido consumir una sustancia psicoactiva, legal o ilegal, o incluso un psicofármaco de uso médico.

Desgraciadamente, la investigación moderna no ha tenido tiempo y recursos como para permitirnos profundizar adecuadamente en estos riesgos y la magnitud de los daños para la mayoría de las drogas o como minimizarlos, y la MDMA (éxtasis) no es una excepción. 

Conocemos muchos de los riesgos de esta droga, sobre todo ahora que su uso recreativo está muy extendido y también está empezando a autorizarse para uso médico en países como Australia y Estados Unidos, y también algunas precauciones básicas para reducirlos, recogidas en la sección Infodrogas de la web de Energy Control (energycontrol.org), pero sigue habiendo otros muchos que están menos claros y que todavía son objeto de debate. 

Por ejemplo, si damos como válidos ciertos modelos animales para estudiar el impacto de determinadas drogas en el cerebro humano y también la equivalencia de dosis entre ambos (supuestos que no siempre se cumplen), podemos ver que en el caso del consumo de MDMA es bastante habitual que se produzcan pequeños daños a nivel neuronal en animales (aunque cabe resaltar que a estos animales se les administran dosis altísimas de MDMA en estos estudios, lejos de las humanas), fundamentalmente en neuronas serotoninérgicas, que podríamos ubicar en el paraguas de lo que se conoce como neurotoxicidad, es decir, que en base a estas limitadas investigaciones podríamos afirmar que el éxtasis es probablemente neurotóxico en cierta medida en humanos. Pero no nos llevemos las manos a la cabeza tan rápido porque la neurotoxicidad, por más que suene a algo muy peligroso (que puede serlo), es un fenómeno que abarca desde pequeños daños autorreversibles a las neuronas y apenas perceptibles, hasta daños notorios e irreparables que pueden implicar muerte neuronal, con implicaciones cognitivas y emocionales. De la neurotoxicidad tampoco se libran sustancias legales de uso muy común y normalizado como el alcohol, las benzodiacepinas y la nicotina, en mayor o menor medida. 

Los estudios científicos sobre la neurotoxicidad de la MDMA en modelos animales han identificado estos daños y cambios estructurales fundamentalmente a nivel de neuronas serotoninérgicas, con acortamiento de axones y reducciones de actividad serotoninérgica posconsumo que pueden mantenerse durante años en animales y varios mecanismos clave estarían implicados en este efecto neurotóxico, entre los que destacan el estrés oxidativo y el mal funcionamiento mitocondrial, entre otros posibles, como la excitotoxicidad glutamatérgica, la hipertermia o los metabolitos tóxicos de degradación de la MDMA. El estrés oxidativo es un daño causado por los radicales libres, que son moléculas inestables que pueden dañar las células (en este caso, las neuronas) al reaccionar químicamente con sus estructuras. En teoría, el estrés oxidativo a nivel cerebral podría reducirse (que no eliminarse) mediante el uso de determinados antioxidantes endógenos y exógenos, que se mencionan más adelante, y esto supondría una posible vía de reducción de daños, aunque está muy poco explorada. 

Éxtasis, neurotoxicidad y reducción de daños

Pero hay que tener cautela porque, además de que estos efectos neurotóxicos se ven en animales a dosis muy altas y no han sido todavía claramente demostrados en humanos, mucha de la investigación que se llevó a cabo en este ámbito fue en el contexto del apogeo de la guerra contra las drogas, y fue financiada con el claro interés de demostrar que el éxtasis era neurotóxico, y de hecho se conocen casos escandalosos de investigaciones fraudulentas en este sentido, como el famoso artículo del investigador George A. Ricaurte, titulado “Neurotoxicidad dopaminérgica severa en primates después de un régimen de dosis recreativas comunes de MDMA (éxtasis)”, publicado en la prestigiosa revista Science, y que tuvo que ser retirado más tarde cuando se descubrió que para demostrar esa neurotoxicidad dopaminérgica se había utilizado metanfetamina (que se sabe que es bastante neurotóxica) en vez de MDMA. 

Afortunadamente, el avance de la investigación moderna en el uso clínico de MDMA para el tratamiento eficaz de diversos trastornos mentales, fundamentalmente el trastorno por estrés postraumático, que ya se ha autorizado en Australia y pronto lo estará también en Estados Unidos y Europa, puede espolear el interés en investigar más a fondo esta posible neurotoxicidad en humanos y estrategias para mitigarla lo más posible. De hecho, hace años ya se investigaron tímidamente en modelos animales algunos compuestos antioxidantes que podrían llegar a ser útiles para reducir esta potencial neurotoxicidad en humanos, como por ejemplo: 

  • Ácido alfa-lipoico (ALA): también conocido como ácido tióctico, es un compuesto orgánico que actúa como un poderoso antioxidante en el cuerpo. El cuerpo humano produce ácido alfa-lipoico en pequeñas cantidades. También se encuentra en algunos alimentos, como carnes rojas, órganos (como el hígado y los riñones), espinacas, brócoli y patatas. Es conocido por su capacidad para actuar como un antioxidante, lo que significa que puede neutralizar los radicales libres y reducir el estrés oxidativo en el cuerpo. A diferencia de otros antioxidantes, es soluble tanto en agua como en grasa, lo que le permite trabajar en diferentes entornos en el cuerpo, pero se consume rápidamente. Puede ayudar a prevenir el daño a las células nerviosas en personas con diabetes. Una de las funciones únicas del ALA es su capacidad para ayudar a regenerar otros antioxidantes importantes, como la vitamina C, la vitamina E y el glutatión. Un estudio de 1999 [1] demostró que el ácido alfa-lipoico puede reducir muy significativamente la neurotoxicidad de la MDMA en ratas. 
  • Vitamina E: es un nutriente esencial conocido principalmente por sus propiedades antioxidantes. Es una vitamina soluble en grasa que tiene varios roles importantes en el cuerpo. La función más destacada de la vitamina E es su capacidad para actuar como un antioxidante. Las fuentes naturales de vitamina E incluyen aceites vegetales (como el aceite de germen de trigo, el aceite de girasol y el aceite de oliva), frutos secos, semillas, espinacas y brócoli. La suplementación excesiva puede ser perjudicial, especialmente en altas dosis, y existe cierta controversia sobre los beneficios y riesgos de los suplementos de vitamina E, pues también puede interactuar con ciertos medicamentos, como anticoagulantes y medicamentos para reducir el colesterol. Un estudio del 2002 [2] demostró que la carencia de vitamina E incrementaba la neurotoxicidad de la d-MDMA en ratones. 
  • Vitamina C: también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente esencial soluble en agua conocido por una variedad de roles importantes en el cuerpo humano. Una de las funciones más conocidas de la vitamina C es su papel como antioxidante. Ayuda a proteger las células contra los daños causados por los radicales libres, que son moléculas que pueden contribuir al envejecimiento y a enfermedades como el cáncer y las enfermedades cardíacas. Se encuentra naturalmente en una variedad de alimentos, especialmente en frutas y verduras. Algunas de las mejores fuentes incluyen cítricos (como naranjas y limones), fresas, kiwis, pimientos rojos y verdes, brócoli, espinacas y guayabas, aunque también está disponible como suplemento dietético. Un estudio del 2001 [3] demostró que la vitamina C reducía el daño neuronal de la MDMA en ratas. 
  • Acetil-L-carnitina (ALCAR): es un compuesto orgánico que se encuentra naturalmente en el cuerpo y que desempeña un papel crucial en la producción de energía. Es una forma acetilada de L-carnitina, un aminoácido que es esencial para el metabolismo de las grasas. A diferencia de la L-carnitina, la ALCAR puede cruzar la barrera hematoencefálica, lo que le permite ofrecer beneficios potenciales para la función cerebral. Se ha estudiado su uso en el tratamiento de una variedad de trastornos cognitivos, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. La ALCAR también actúa como neuroprotector. Puede ayudar a prevenir el daño a las células nerviosas y se ha investigado su potencial para tratar el dolor neuropático, la depresión y otras afecciones relacionadas con el deterioro neuronal. Además, la ALCAR tiene propiedades antioxidantes. Puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y el daño celular relacionado. Un estudio en el 2009 [4] demostró que la acetil-L-carnitina era capaz de reducir la neurotoxicidad a nivel mitocondrial de la MDMA en ratas. 
  • Coenzima Q10 (CoQ10): también conocida como ubiquinona, es una sustancia similar a una vitamina que se encuentra de manera natural en el cuerpo humano y desempeña un papel fundamental en la producción de energía celular. También actúa como un potente antioxidante, protegiendo a las células del daño causado por los radicales libres. La CoQ10 se encuentra en pequeñas cantidades en algunos alimentos, incluyendo carnes, pescados y frutos secos. Sin embargo, los niveles de CoQ10 en el cuerpo pueden disminuir con la edad, lo que ha llevado a un interés en la suplementación. Debido a sus propiedades antioxidantes y su papel en la producción de energía, la CoQ10 también se ha estudiado en el contexto del envejecimiento y de enfermedades neurodegenerativas como el párkinson y el alzhéimer. Un estudio del 2005 [5] demostró que, al acompañar la administración de MDMA con CoQ10 en ratas, no se observaba la posterior reducción en serotonina que está correlacionada con la aparente neurotoxicidad de esta sustancia. 
  • N-acetilcisteína (NAC): es un suplemento que proviene del aminoácido L-cisteína. Se usa comúnmente como un mucolítico, lo que significa que ayuda a descomponer el moco en las vías respiratorias y se utiliza en el tratamiento de enfermedades respiratorias. Además, la NAC también puede ayudar a reponer los niveles de glutatión, un importante antioxidante del cuerpo. Algunos estudios han mostrado que reduce la neurotoxicidad de la MDMA en cerebros de ratones [6, 7]. 
  • 5-hidroxitriptófano (5-HTP): es un precursor en la biosíntesis de la serotonina, y también existe cierta evidencia de que su uso podría atenuar la neurotoxicidad de la MDMA en animales, como encontró un estudio de 1994 [8]. Pero un incremento excesivo de serotonina en presencia de MDMA podría también ser peligroso, motivo por el cual en la actualidad es más frecuente que este suplemento se use solo desde el momento en que los efectos de la MDMA desaparecen y en días posteriores, para facilitar la recarga de serotonina y prevenir o minimizar el bajón emocional que puede aparecer en algunos casos. 
  • Melatonina: es una hormona que se produce naturalmente en el cuerpo y que desempeña un papel crucial en la regulación del ritmo circadiano, incluyendo el sueño, también tiene un importante poder antioxidante, además de ayudar al descanso posterior si se toma antes de irse a dormir. Su efecto combinado se ha mostrado en cerebros de ratones con MDMA [6]. 

En base a estos pocos estudios en animales, pero entendiendo la libertad personal y el principio de precaución (que en este caso dictaría que, ante la incertidumbre, si una sustancia barata y segura podría teóricamente proteger de un daño, debería plantearse utilizarse “por si acaso”), algunas webs se han lanzado a proponer cócteles de suplementos y vitaminas para reducir (que no eliminar) esta posible neurotoxicidad de la MDMA en aquellas personas que vayan a consumirla (con fines ya sea terapéuticos o recreativos). Por ejemplo, la web rollsafe.org propone este régimen muy detallado, sin más evidencias que las escasas mencionadas anteriormente, y que tal vez podría llevar a malestar estomacal a quien lo pruebe por exceso de algunos suplementos: 

SUPLEMENTOS PARA MINIMIZAR LOS DAÑOS DEL MDMA

También proponen una versión reducida de este mismo régimen que parece más simple y tal vez menos agresiva, pero que igualmente incluye bastante cantidad de antioxidantes:

SUPLEMENTOS PARA MINIMIZAR LOS DAÑOS DEL MDMA

Sea como fuere, con todos los matices, parece bastante probable que la MDMA será en cierto grado neurotóxica en humanos, aunque es posible que sus niveles de toxicidad cuando se consume de forma puntual y a dosis recreativas o terapéuticas normales, sin redosificar, no sean lo suficiente elevados como para justificar abortar su uso terapéutico controlado. El equilibrio efectos-riesgos del uso recreativo es más delicado. Pero lo que sí está justificado en cualquier caso es extremar las medidas de precaución clásicas descritas en la web de Energy Control al consumir esta sustancia para cualquier fin, pues sabemos que, independientemente de la posible neurotoxicidad, los mayores daños de la MDMA pueden venir de su uso desinformado y sin aplicar medidas de reducción de riesgos. Esto no quita que quien quiera pueda decidir añadir el uso de estrategias de reducción de daños que, con mayor o menor fundamento, busquen reducir su posible neurotoxicidad, pero hasta que su eficacia no haya sido probada en humanos, solo disponemos de algunas informaciones con escasa evidencia, como las mencionadas en este artículo. 

Ojalá el necesario desarrollo del campo del uso terapéutico de la MDMA por estrés postraumático y otros trastornos en los próximos años nos ayude a seguir aprendiendo más sobre los daños y la reducción de daños aplicable a esta curiosa molécula. 

Referencias

1. Aguirre, N. et al. α-lipoic acid prevents 3,4-methylenedioxy-methamphetamine (MDMA) -induced neurotoxicity”. En: NeuroReport, noviembre de 1999, vol. 10, n.º 17, pp. 3.675-3.680. 

2. Johnson, E.A. et al. d-MDMA during vitamin E deficiency: Effects on dopaminergic neurotoxicity and hepatotoxicity”. En: Brain Research, abril del 2002, vol. 933, n.º 2, pp. 150-163. 

3. Shankaran, M., et al. “Ascorbic acid prevents 3,4-methylenedioxymethamphetamine (MDMA)-induced hydroxyl radical formation and the behavioral and neurochemical consequences of the depletion of brain 5-HT”. En: Synapse, abril del 2001, vol. 40, n.º 1, pp. 55-64. 

4. Alves, E. et al. “Acetyl-L-carnitine provides effective in vivo neuroprotection over 3,4-methylenedioximethamphetamine-induced mitochondrial neurotoxicity in the adolescent rat brain”. En: Neuroscience, enero del 2009, vol. 158, n.º 2, pp. 514-523. 

5. Darvesh, A.S.; Gudelsky, G.A. “Evidence for a role of energy dysregulation in the MDMA-induced depletion of brain 5-HT”. En: Brain Research, setiembre del 2005, vol. 1.056, n.º 2, pp. 168-175. 

6. Barbosa, D.J. et al. “Pro-oxidant effects of ecstasy and its metabolites in mouse brain synaptosomes”. En: British Journal of Pharmacology, febrero del 2012, vol. 165, n.º 4b, pp. 1.017-1.033. 

7. Soleimani Asl, S. et al. “Attenuation of ecstasy-induced neurotoxicity by N-acetylcysteine”. En: Metabolic Brain Disease, febrero del 2015, vol. 30, pp. 171-181. 

8. Sprague, J.E. et al. “Attenuation of 3,4-methylenedioxymethamphetamine (MDMA) induced neurotoxicity with the serotonin precursors tryptophan and 5-hydroxytryptophan”. En: Life Sci. 1994, vol. 55, n.º 15, pp. 1.193-1.198. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #314

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