Como seguramente habrás oído más de una vez, o habrás visto en películas o series de televisión, en países como Estados Unidos ir al médico puede suponer un gasto desorbitado; si el coste de estar un día hospitalizado en el 2012 era de 4.287 dólares de media, o el de una apendicectomía era de más de 13.000 dólares, no es sorprendente que el coste de la quimioterapia pueda arruinar a casi cualquier americano. Por eso, cada vez es más típico obtener fármacos de la India y otros países asiáticos. Pero ¿teniendo en cuenta que estos medicamentos son mucho más baratos, son de la misma calidad que los de Estados Unidos?
Gracias a un sistema sanitario que aún funciona muy bien, en España somos unos privilegiados en todos los temas de salud. Sea cual sea el dolor, enfermedad o accidente que suframos, podemos visitar al médico y recibir tratamiento sin preocuparnos de afrontar una carísima factura. En otros países no disfrutan de este servicio, y cada problema médico es un dilema en el que la gente se ve obligada a valorar si realmente necesitan asistencia médica. Recibir una sutura de tres puntos por un corte en el dedo vale 300 dólares en Estados Unidos, cantidad suficiente para que uno se plantee si con una tirita es suficiente. La consecuencia de esta difícil decisión es que un 24% de los americanos que deciden no ir al médico aunque sospechen que haría falta no lo hacen por el precio que puede suponer.
Existen en Estados Unidos programas como Medicare o Medicaid, o los derivados de la ley Affordable Care Act, también conocida como Obamacare, que ofrecen cobertura a jubilados y a personas en situación de pobreza severa, que ayudan a subvencionar el coste de un seguro, o bien obligan a las empresas a proporcionar a sus trabajadores unas mínimas coberturas médicas. Aunque esto representa una mejora, los costes de la asistencia médica continúan siendo muy significativos:
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Los seguros suelen incluir una franquicia anual de 7.150 dólares de media (hasta que tus gastos médicos no llegan a esa cifra, los pagas tú).
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El coste de tener seguro médico es muy elevado; para un plan familiar, la media es 15.022 dólares al año, de los cuales, si tienes suerte, tu empleador cubre un 79% de media. Si tu empresa no ofrece seguro médico (muchas no lo hacen) o si estás desempleado, lo pagas tú.
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Una consulta sencilla a un médico puede costar entre 70 y 100 dólares. Si tienes la fortuna de tener seguro, es bastante común que tengas que afrontar copagos por una visita a:
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un médico (15-25 dólares)
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un especialista (30-50 dólares)
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un médico en urgencias (75-100 dólares)
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tratamiento en urgencias (200-300 dólares)
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Claro que estas cifras palidecen al saber que un tratamiento para el cáncer puede costar entre 10.000 y 200.000 dólares sin seguro. Incluso para los pacientes “privilegiados” que disfrutan de programas como Medicaid (para personas de bajos ingresos) o Medicare (para personas mayores), el coste oscila entre 2.000 y 8.000 dólares (más el coste mensual del seguro, más el coste de visitas al médico).
Estos costes son inasumibles para buena parte de los enfermos, y por eso buscan desesperadamente maneras de reducirlos. Un ahorro muy significativo puede venir de conseguir la medicación por un precio inferior al del mercado farmacéutico en Estados Unidos. En la India, los fármacos generalmente son mucho más baratos, y algunos americanos se están dando cuenta de que después de recibir un diagnóstico y tratamiento recomendado, pueden comprar las medicinas que necesiten en la India y ahorrarse mucho dinero. Como ejemplo, en la siguiente tabla podemos ver el coste por dosis en Estados Unidos y en la India de una serie de citostáticos (fármacos para tratar el cáncer) y otras medicinas.
La diferencia de precio es abismal pero la calidad es la misma. Sin embargo, los fármacos indios tienen la desventaja de que el paciente debe administrarse la medicina él mismo (si es de uso intravenoso puede haber muchas complicaciones), y que si sufre efectos secundarios o complicaciones no tiene la ayuda de un médico. Además, si la medicina no está teniendo el efecto necesario pero no se hacen analíticas y pruebas, es muy posible que el paciente no se dé cuenta. También puede haber peligrosas confusiones en la dosis o el principio activo. Aunque Nurofen y Nutropen suenan muy parecidos, el primero es un analgésico y el segundo una hormona.
Aunque es una gran desventaja, no disponer de la ayuda de un médico no es la razón por la cual los fármacos son más baratos en la India. El gobierno de este país tiene muy restringida la concesión de patentes, ya que la política y regulación de los fármacos en la India se basa en la idea de que el precio de las medicinas, que salvan incontables vidas, no debería ser marcado por un mercado libre. Además de no otorgar patentes para muchos nuevos fármacos a compañías multinacionales, permiten que las farmacéuticas indias produzcan formulaciones genéricas de medicamentos patentados en otros países sin repercusión legal. Es importante no olvidar que, como consecuencia, empresas que durante años invierten cantidades millonarias investigando un nuevo fármaco no le sacan beneficio a este. Si no se protege y estimula la investigación en nuevos fármacos, las compañías pierden incentivos para invertir en este campo. En la última década, más de la mitad de nuevos fármacos fueron desarrollados en Estados Unidos. El coste medio de sacar una nueva sustancia al mercado es de 1.300 millones de dólares, y se tardan doce años de principio a final. Gran parte del coste de una medicina en Estados Unidos no es lo que vale la materia prima, sino que es para recuperar la inversión previa de tiempo y dinero. Está claro que ninguno de los dos extremos es la opción correcta, y que hace falta encontrar un balance más sano entre un justo beneficio y cobrar casi 800 veces más por un medicamento que salva la vida a alguien con una reacción alérgica.
Es indudable que la sanidad gratuita no existe: siempre hay alguien que asume el coste, sea cada paciente de su bolsillo o la sociedad de un modo solidario a través de un sistema público de salud. Sin embargo, es importante señalar que al gobierno de Estados Unidos la sanidad “pública” le cuesta 8.233 dólares al año por ciudadano, y al gobierno de España, 3.251 dólares. ¿Qué están haciendo mal en Estados Unidos, para obligar a cada vez más pacientes a buscar medicina más barata fuera del país y tomarla, a veces, sin supervisión médica? Desafortunadamente, no tengo sugerencias ni consejos válidos para solucionar el problema de la sanidad norteamericana, pero una cosa está clara: nadie que esté pasando por un cáncer debería tener que escoger entre la posibilidad de recibir un tratamiento sin garantías suficientes y sin una supervisión médica adecuada o afrontar unos costes que pueden acabar con los recursos familiares, enfrentando al enfermo y a su familia a una situación doblemente trágica. Las leyes sobre patentes deben encontrar un equilibrio que permita proteger y estimular la investigación farmacéutica sin someter a los enfermos a un chantaje inaceptable.