¿Para qué sirve la prohibición?
La ley y las NPS en Reino Unido
En 1988 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Narcóticos y Sustancias Sicotrópicas. Fue una respuesta al incremento mundial en la demanda de marihuana, cocaína y heroína de los años setenta y ochenta.
En 1988 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Narcóticos y Sustancias Sicotrópicas. Fue una respuesta al incremento mundial en la demanda de marihuana, cocaína y heroína de los años setenta y ochenta. Es economía básica: si aumenta la demanda, suele aumentar también la oferta, y para finales de los ochenta el negocio del tráfico de drogas movía miles de millones. En la convención de la ONU participan 189 países, y regula la posesión, manufactura y distribución de una serie de narcóticos y precursores. Este artículo se centrará en el Reino Unido, donde hace apenas unos meses entró en vigor la Ley de Sustancias Psicoactivas (PSA, siglas por su nombre en inglés: Psychoactive Substances Act): un intento drástico de frenar el problema que tiene el país con las nuevas sustancias psicoactivas (NPS, siglas por su nombre en inglés: novel psychoactive substances).
Las NPS son sustancias que se venden bajo la premisa de que no son para el consumo humano, pero que producen efectos psicoactivos si se consumen. No están explícitamente prohibidas y existen en un limbo legal. Más que legales, son alegales, y se venden en lo que se podría llamar el mercado gris; principalmente, páginas web y algunas tiendas físicas. España las prohíbe una por una, a medida que van apareciendo y se ha recogido suficiente información sobre ellas para justificar su fiscalización. El Reino Unido intentó prohibirlas por estructura, definiendo en leyes lo que constituye un compuesto prohibido y sus análogos. El problema con este planteamiento es que básicamente da unas pautas que utilizan los manufacturadores de NPS para hacer nuevos compuestos con los que burlar la ley. Como ejemplo tenemos el etilfenidato, un análogo del metilfenidato (fármaco psicoestimulante para el tratamiento del TDAH), el cual presenta propiedades recreativas. Se prohibió el 10 de abril del 2015, y días después ya estaba a la venta un primo cercano suyo, el etilnaftidato, que se prohibió en junio del mismo año, para ser substituido por el 4F-MPH, otro derivado del metilfenidato.
Es difícil decir cuándo surgió el uso de NPS, pero está claro que se popularizó alrededor del año 2000. La benzilpiperazina y sus derivados aparecieron a la venta como resultado de una escasez mundial de MDMA causada por un control muy restrictivo de sus precursores. Las condiciones para su éxito eran óptimas: había una falta de drogas ilícitas, además de una demanda de estas. El rol de internet fue quizás el más importante, ya que proporcionó una plataforma para venderlas, comprarlas y popularizarlas.
La benzilpiperazina, o BZP, se dio a conocer a través de foros y del boca a boca. Esta sustancia provoca efectos similares a los de la MDMA, aunque menos favorables, y se vendió bajo el pretexto de ser una alternativa más sana que esta. En realidad, no es en absoluto “más sana”, la única ventaja que tiene sobre la MDMA es que es fácilmente obtenible y se podría argumentar que si no hubiese habido una escasez de MDMA poca gente se hubiese interesado por la benzilpiperazina. Esto nos hace pensar que la demanda de drogas es constante, no cambia aunque escasee el suministro. Da igual el precio o la disponibilidad. Si la gente quiere consumir, esta clarísimo que van a seguir haciéndolo. El uso extendido de RC se debe en gran parte a la prohibición de sustancias psicoactivas.
Está muy extendida la idea de que los políticos son, en general, tozudos y anticuados; con la Ley de Sustancias Psicoactivas, este estereotipo se ha reafirmado. La PSA es una ley que entró en vigor el 26 de mayo de 2016, que prohíbe la compra, venta, manufactura y distribución de cualquier sustancia que pueda ser abusada por sus efectos psicoactivos. Quedan exentas sustancias como el alcohol, el café, el chocolate, etc.
Prohibir las drogas tradicionales no ha reducido su uso ni las muertes causadas por estas; prohibir las NPS por grupos solo ha servido para que salgan al mercado otras drogas más nuevas y desconocidas, pero el Parlamento británico parece pensar que prohibir toda sustancia psicoactiva menos las que están en una lista funcionará perfectamente.
Hay tantísimos problemas con esta ley que resulta difícil saber cómo empezar a enumerarlos. Primero, ¿cómo decides si algo es psicoactivo? En el caso de un compuesto que se ha estudiado en laboratorio y se ha probado en humanos es fácil, pero hay sustancias que salen de la nada, y para poder aplicar la ley sobre ellas han decidido que si en una prueba in vitro interactúa con ciertos receptores, es psicoactiva. Esto está muy bien, si no fuera porque muchísimos compuestos que no son psicotrópicos, como por ejemplo el CBD o el ondansetrón, también interactúan con los receptores estipulados. El ondansetrón es un fármaco que evita náuseas y vómitos a través de agonismo de los receptores de serotonina del estómago, y además tiene una ligera afinidad para receptores de dopamina. No tiene ningún potencial recreativo, pero en teoría estaría prohibido. ¡Suerte que los fármacos están en la lista de excepciones! El problema surgirá con futuros fármacos: para poder hacer investigación sobre la posible eficacia de derivados de fármacos psicoactivos existentes, ahora hacen falta permisos que antes no eran necesarios, añadiendo más complicaciones al campo de la investigación científica.
Todos los vendedores de NPS que operaban desde el Reino Unido han cerrado o se han mudado a otros países más permisivos, como España. No obstante, hubo un periodo de veintiún días desde que se aprobó la ley hasta que entró en vigor, durante el cual estas tiendas aprovecharon para liquidar stock. Aquellos usuarios dependientes de NPS seguramente tienen suministros para aguantar un tiempo, pero las consecuencias de prohibir de manera súbita una serie de drogas adictivas y fácilmente disponibles pueden ser catastróficas. Si se abusa del diazepam y se deja de tomar de golpe se puede tener síndrome de abstinencia con síntomas tan serios como ataques epilépticos. Es por eso que hay que consultar a un médico la cantidad y frecuencia con la que se ha tomado, y se encargará de preparar un plan diario de dosis para ir dejándolo lentamente. ¿Y qué pasa si durante seis meses se han tomando 10 mg de diclazepam o 4 mg de flubromazolam o 8 mg de pyrazolam a diario? Esto son tres ejemplos de dosis altas de NPS de la familia de las benzodiacepinas (primos del diazepam). ¿Sabrán los usuarios los riesgos de dejarlos de golpe y acudirán al médico? ¿Y sabrá el médico lo que son, para poder ayudarles?
Otro problema es que lo que la ley define como “actividad prohibida” incluye no solo producir, vender y distribuir sustancias psicoactivas, sino también “producir una sustancia psicoactiva que pueda ser consumida por individuos por sus efectos psicoactivos” y “asistir o incentivar la realización de cualquier actividad prohibida”. En el peor de los casos, esto incluye gente que produce e investiga compuestos psicoactivos. Técnicamente, Albert Hofmann, el hombre que descubrió la LSD, estaría rompiendo esta ley, ya que la LSD es una sustancia psicoactiva “consumida por individuos por sus efectos psicoactivos”. Hofmann estaba investigando el uso médico de derivados de la ergotamina; quien quiera ahora estudiar derivados de sustancias psicoactivas se arriesga a tener problemas legales si alguien las consume.
La Ley de Sustancias Psicoactivas británica está mal formulada, con unas restricciones que van a dificultar la investigación de nuevos fármacos, y como no define bien lo que es una sustancia psicoactiva, no va a poder ser ejecutada correctamente. Además, la gente con dependencia a las NPS, que ahora no tiene manera de seguirlas obteniendo ni ayuda para dejar de tomarlas, va a pasarlo mal. Si prohibir precursores no reduce el consumo de drogas, si prohibir familias de NPS no reduce el consumo de estas ni los daños que causan, ¿va a servir de algo introducir una ley aún más prohibitiva? Solo el tiempo lo dirá, pero esperemos que si esta ley fracasa, se plantee otra manera de abarcar la regulación del uso de sustancias psicoactivas.
Fotografías de Laura Aranda