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Como llegamos a la clorometcatinona (4-CMC)

A menudo, en estos artículos sale a relucir el tema de la prohibición. A ojos de la ley, esta es la estrategia estrella para reducir el consumo, tráfico y otros daños asociados con la droga. No obstante, el resultado suele ser la aparición de nuevos compuestos que evaden la legalidad. A riesgo de repetirnos, planteemos una vez más cuál es el resultado de la prohibición. ¿Cómo consiguen los productores de nuevas sustancias psicoactivas (NPS, siglas por su nombre en inglés, new psychoactive substances) mantenerse en el lado correcto de la ley?

A menudo, en estos artículos sale a relucir el tema de la prohibición. A ojos de la ley, esta es la estrategia estrella para reducir el consumo, tráfico y otros daños asociados con la droga. No obstante, el resultado suele ser la aparición de nuevos compuestos que evaden la legalidad. A riesgo de repetirnos, planteemos una vez más cuál es el resultado de la prohibición. ¿Cómo consiguen los productores de nuevas sustancias psicoactivas (NPS, siglas por su nombre en inglés, new psychoactive substances) mantenerse en el lado correcto de la ley?

Hay literalmente cientos de sustancias diferentes en circulación en Europa (y aparecen decenas más cada año), pero vamos a centrarnos, a modo de ejemplo, en una concreta: la clorometcatinona o 4-CMC. Es normal que el nombre no resulte familiar, ya que apenas hace unos años que esta droga existe, y su uso se ha dado principalmente en países del este de Europa. Se podría decir que la 4-CMC es, por el momento, el compuesto final, el último eslabón de la larga cadena de compuestos legales que se alarga con cada fiscalización. En nuestro caso, la cadena está compuesta de las siguientes partes: 4-MMC, 3-MMC y 4-CMC. Las siglas se refieren a compuestos, en el orden cronológico en el que han aparecido poco antes o después de que se prohibiera el anterior. Este artículo se centrará en esta sucesión, y se referirá brevemente a cada uno de los compuestos.

4-MMC

La 4-MMC o mefedrona es quizás la NPS más famosa. Popularizada en el 2003 y prohibida en Europa en diciembre del 2010, es un compuesto que provoca efectos como euforia, bruxismo (tensión en la mandíbula), alucinaciones auditivas y visuales, un incremento de la energía y de las ganas de hablar, agitación anímica y una disminución del apetito y el sueño. Aunque retiene un carácter único, comparte efectos con la cocaína y la MDMA. Suele tomarse por vía esnifada en las siguientes dosis:

Dosis 4-MMC

Estas dosis no son representativas del típico consumo de la 4-MMC, ya que se suele tomar en dosis muy seguidas que se van acumulando. Esto se debe a que la euforia y efectos positivos solo duran unas dos horas, y persiste una estimulación residual que puede durar hasta siete horas, llevando a algunos usuarios a “perseguir el colocón”. De ahí el lado más oscuro de esta sustancia: debido a su bajo precio (unos diez o quince euros por gramo), la compulsión de redosificar y lo fácil que era conseguirla, muchos usuarios hicieron un consumo problemático de la mefedrona. Esto llevó a la Unión Europea a prohibir el compuesto en todo el continente.

Sin embargo, la mefedrona reveló que en Europa y el mundo entero existía una demanda de compuestos legales, eufóricos y baratos. De dicha demanda nació una industria capaz de generar millones de euros y que no iba a pararse solo por la prohibición de un compuesto. Los productores se pusieron manos a la obra, y poco más de un año después apareció a la venta la 3-MMC.

3-MMC

Así como la mefedrona viene de una patente del 1929 que alguien con buena vista farmacológica supo adivinar que tendría efectos placenteros, la 3-MMC salió de la nada. Entonces, ¿quién fue el cerebro que supo diseñar esta sustancia, y además disponía del capital para comisionar su producción y distribución? La verdad es que sabemos poco al respecto. Sabemos que estas sustancias se suelen importar de China, donde su producción es muy barata y está poco regulada por el gobierno. También sabemos, a raíz de detenciones e incautaciones en España, como las operaciones Alimaya o Koroway, que los que se dedican a importar y vender estas sustancias casi siempre son de nacionalidad europea. Más allá, estamos a oscuras: ¿son los mismos detenidos los que desarrollan nuevas sustancias para evadir la ley? La verdad es que, juzgando por sus impresionantes instalaciones y laboratorios químicos (una triste batidora y un poco de acetona), los innovadores se mantienen al margen de la operación. Y podemos estar seguros de que si de los cincuenta y dos detenidos alguno fuera químico, está claro que los medios de comunicación lo hubiesen cantado a los cuatro vientos.

4-MMC 3-MMC 4-CMC

Volviendo a la 3-MMC, sus efectos son muy similares a los de la 4-MMC, ya que es un análogo estructuralmente muy parecido. De hecho, son isómeros posicionales, cosa que quiere decir que están compuestos por los mismos elementos químicos ordenados de una forma diferente. Si a tu bici le cambiaras el manillar por el sillín, tendrías un isómero posicional que, aunque sería un poco incómodo, a propósitos prácticos seguiría siendo un vehículo que podrías usar para moverte por la ciudad. Apenas hace cinco años que existe un consumo de la 3-MMC en humanos, y solo hay una investigación en cerdos que ha estudiado sus propiedades farmacológicas. Sus posibles daños a largo plazo son un verdadero misterio.

4-CMC

Siguiendo con la metáfora de antes, si la mefedrona fuera una bicicleta, ¿qué otras modificaciones podrías hacerle para que siguiera funcionando sin ser estrictamente una bici? Si le quitamos la rueda trasera y en el eje ponemos dos ruedas, nos quedamos con un triciclo. En esa misma vena, si en la mefedrona o 4-metilmetcatinona quitamos un carbono y metemos un cloro, nos quedaremos con la 4-clorometcatinona o 4-CMC. Supongo que no sorprenderá saber que esta sustitución solo funciona con ese carbono concreto, ni que la 4-CMC tiene efectos parecidos a la 4-MMC y que apareció (otra vez de la nada) escasos meses antes de que se fiscalizará la 3-MMC en la China. Eso sí, esta sustancia es menos de la mitad de potente que la 4-MMC, y es estructuralmente similar a la 4-CMA, una neurotoxina. No por eso se puede afirmar que sea también la clorometcatinona neurotóxica, pero el caso es que solo hace unos tres años que circula y la gente que opta por consumirla está tomando un riesgo que quizás era menor con sustancias más estudiadas. Es muy popular en países como Polonia, donde la tenencia de drogas ilegales está muy penada y la 4-CMC no es ilegal.

Viendo que la 4-CMC se empieza a fiscalizar en varios sitios (China, Alemania, Suecia etc.), ¿cuál es el siguiente paso? Parece que van a optar por pegarle un carbono en otra esquina de la molécula, donde el nitrógeno, para crear un compuesto bautizado como 4-CEC. Si estas alteraciones fueran a ciegas y al azar, la mayoría de los compuestos en venta hoy serían inactivos. Contra todo pronóstico (o no), la 4-CEC, como la mayoría de los análogos recientes, “coloca”. Quizás es diferente de la 4-MMC, la 3-MMC o la 4-CMC, pero la 4-CEC es una adición nueva a la cadena. En el Reino Unido (en un esfuerzo a doble o nada), han optado por prohibir toda sustancia psicoactiva menos las que se incluyen en una lista (alcohol, tabaco, etc.). Quizás no era su intención, pero esta ley ha hecho que muchos consumidores vuelvan a las drogas de toda la vida, probablemente debido a que el castigo por su posesión es ahora el mismo que el de las NPS. La carrera de la prohibición de cada nueva sustancia puede llevar al consumo de drogas nuevas con riesgos desconocidos y potencialmente más peligrosos, mientras que la prohibición generalizada puede hacer que la gente opte por los clásicos, las drogas que hace tiempo que se consumen y sus riesgos están bien estudiados. Como dice el viejo dicho: más vale malo conocido que bueno por conocer. Y es que, si tiramos a lo seguro, ¿por qué no plantearse una regulación de las drogas clásicas en vez de un sistema de prohibición persistente e ineficiente?

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #237

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