Un poco de historia lisérgica
En 1943, Albert Hofmann sintetizó la LSD-25 junto con una serie de compuestos derivados del hongo Calviceps purpurea (cornezuelo del centeno). Él buscaba nuevos principios activos para uso médico, en concreto con aplicaciones en obstetricia. No se imaginaba que al sintetizar el compuesto número 25 (LSD-25) estaba descubriendo la sustancia psicodélica más potente que hubiera existido. De una manera fortuita, experimentó consigo mismo los efectos psicológicos de esta sustancia y, después de una experiencia anímica y mental muy intensa supo que había descubierto una gran herramienta química para la exploración de la mente humana. Pasados los años, el uso de esta sustancia había transitado desde el ámbito de la investigación y la clínica hasta un consumo recreativo por miles de personas en todo el planeta. Esta situación generó bastante alarma social, sobre todo del lado de las autoridades, que rápidamente decidieron fiscalizar la LSD. Hofmann creyó que se estaba haciendo un uso irresponsable del ácido. Así lo expresó en su libro LSD: mi hijo problemático, editado treinta y seis años después.
La aparición de la MiPLA
Pues bien, otro de los compuestos de la serie que investigó, junto a las LSD, fue el MiPLA. También denominado como methylisopropyllysergamide o Lamide. Este compuesto no tan famoso como su pariente fue probado por Alexander Shulgin en los años ochenta y más recientemente investigado por el equipo de David Nichols. Estos dos científicos han dedicado su vida a estudiar la gran mayoría de las sustancias psicodélicas.
Sobre su uso recreativo y popular, más allá del ámbito científico, existen muy pocas referencias y estas datan del 2014 y 2016, cuando, en algunos foros públicos, algunas personas preguntaban por qué no es un producto que se pueda adquirir en el mercado en línea de nuevas sustancias de síntesis (NPS). En el 2019, la sustancia se pudo adquirir y aparecieron las primeras referencias sobre sus efectos referidos por personas que la habían probado. Es curioso el poco interés que ha tenido y tiene esta sustancia respecto a otros derivados de la LSD más famosos, como la AL-LAD, ETH-LAD, ALD-52, 1P-LSD, etc. Esto puede deberse a varias razones, pero una de ellas podrían ser los efectos.
MiPLA, otro hijo problemático de Hofmann
No es hasta agosto del 2020 que pudimos detectar por primera vez esta sustancia y, desde entonces, solo hemos analizado una muestra más en nuestro servicio de análisis. La identificación de este compuesto no ha sido fácil y nos ha conllevado un buen reto analítico. A su padre y creador, Albert Hofmann, no le ha llevado muchos problemas, pero para nosotras ha resultado ser bastante problemática, mucho más que el hijo mayor, la LSD, que siempre hemos podido analizar sin mayores problemas.
La primera vez que tuvimos un secante en nuestras manos de esta sustancia, y la analizamos, el resultado obtenido fue LSD. Utilizamos dos técnicas analíticas, consideradas las más resolutivas: cromatografía de gases ensamblada a espectrometría de masas (GC/M) y cromatografía de líquidos ensamblada a espectrometría de masas (LC/MS). Cuando informamos a la persona que nos había enviado la muestra, esta insistió en que no podía ser LSD, que estudiáramos mejor los análisis porque tenía la seguridad, por los efectos notados, que era MiPLA y que la había comprado en una tienda de NPS en línea como MiPLA.
Siempre hemos tenido muy en cuenta la percepción de los efectos y la información, referidos sobre una muestra, a la hora de valorar la exactitud de nuestros resultados. Esto nos ha ayudado a poder detectar algunos errores analíticos y rectificar el resultado. Existen algunos compuestos que son muy difíciles de diferenciar con los métodos analíticos estándar y la información previa, aportada por las personas que las consumen, puede ser crucial para darnos cuenta de que el análisis químico no está siendo el correcto. Pues bien, este es el caso que tuvimos que resolver para poder diferenciar entre LSD y MiPLA.
En un primer análisis, el resultado fue idéntico al de una muestra de LSD. Pero visto que había una alta probabilidad de habernos equivocado, tuvimos que investigar por qué esta sustancia se comportaba de manera idéntica a la LSD. Cambiando determinados parámetros de nuestros métodos y utilizando dos equipos de gran resolución (GC/MS y LC/MS), pudimos observar las diferencias que tenían los dos compuestos y de una manera clara los pudimos diferenciar.
La segunda muestra que nos llegó fue en un lote de varias muestras NPS enviadas a varios laboratorios de proyectos de reducción de riesgos (RDR) ubicados en varios países de Europa. Esta es una de las acciones incluidas en un proyecto europeo en el que participamos, con el fin de valorar la capacidad de los proyectos de RDR de detectar NPS en sus respectivos servicios de análisis. Cuando analizamos una de las muestras en formato de secante y volvimos a obtener como resultado LSD, volvimos a sospechar que quizá fuera MiPLA, ya que este ensayo interlaboratorio consistía, solo y exclusivamente, en análisis de NPS. En este caso también pudimos resolver el reto analítico detectando MiPLA gracias a la experiencia anterior que habíamos tenido. Nos enorgullece decir que solo dos laboratorios consiguieron identificar el MiPLA en esta muestra, siendo el nuestro uno de ellos.
Viendo lo fácil que es poder confundirse entre estas dos sustancias, es necesario plantearse dos cuestiones importantes:
- Los laboratorios forenses y de decomiso implicados en el control de drogas ilegales, ¿son capaces de identificar correctamente esta sustancia? Esta cuestión es importante a nivel legal, ya que el MiPLA no es una sustancia controlada y no implica sanciones o penas por su tenencia, consumo y venta. La LSD sí que tiene graves implicaciones legales. Una equivocación analítica, en este sentido, puede acarrear problemas judiciales a la persona implicada. Si con nuestros métodos de detección, de screening de rutina, no podemos diferenciar entre una u otra sustancia, es posible que ocurra lo mismo en los laboratorios legales. Es muy importante la actualización y adaptación de los métodos de estos laboratorios a las nuevas tendencias del mercado, para no someter a una sentencia injusta a una persona a la que le han decomisado esta sustancia.
- Los laboratorios que dan soporte a proyectos de RDR podrían estar obteniendo resultados erróneos y esto podría tener implicaciones sobre la salud de las personas que vayan a consumir esta sustancia.
Afortunadamente, la segunda cuestión ya tiene solución. En mayo del 2021, un grupo de investigadores publicaron un artículo en el que explicaban cómo diferenciar entre estas dos sustancias con métodos analíticos estandarizados; este artículo ahora nos sirve de referencia a todos los programas que ofrecemos análisis de sustancias a personas que las van a consumir. El artículo en cuestión se titula “Separating the wheat from the chaff: Observations on the analysis of lysergamides LSD, MiPLA, and LAMPA” (‘Separar el trigo de la paja: observaciones en el análisis de lisergamidas LSD, MiPLA y LAMPA’), y es un detalle que sea de libre acceso y no haya que pagar por consultarlo.
¿Cuáles son los efectos y los riesgos del MiPLA?
Como pasa con la gran mayoría de NPS, faltan estudios; por tanto, existen muy pocos datos sobre las propiedades farmacológicas, el metabolismo y la toxicidad de la MiPLA. Se recomienda ser muy prudente al consumir esta sustancia.
Personas que han consumido describen los efectos de la MiPLA como similares a los de la LSD, pero con algunas diferencias notables. Se ha descrito como más mental y física que la LSD, pero con una sensación mental menos introspectiva, acompañada de sutiles efectos visuales. También tiene una duración notablemente más corta, de unas seis horas, y generalmente se describe con menos tendencia a experimentar ansiedad que con la LSD y otras lisergamidas (familia química de la LSD, también denominadas ergolinas).
Según Alexander Shulgin, basándose en ensayos caseros, los sujetos humanos a los que se les administró MiPLA en dosis de 180-300 μg experimentaron efectos psicodélicos similares a los de la LSD, pero entre dos y tres veces menos potente que con esta. Es decir, parece ser una sustancia muy parecida a la LSD pero menos potente, menos duradera, con más carga mental y física y con menos tendencia a generar ansiedad.
En un posible caso de venta fraudulenta de MiPLA como si fuera LSD, sería difícil notar la diferencia solo con los efectos. Esto, sumado a la dificultad de diferenciar de forma analítica entre MiPLA y LSD, y un menor riesgo legal, podría ser muy fácil utilizarlo para vender gato por liebre, aunque nosotras hemos adaptado nuestro método para tenerla en el punto de mira. Este es otro claro ejemplo de los inconvenientes de no regular las sustancias clásicas y bien estudiadas, como la LSD.
Referencias
Alexander Shulgin. “Pharmacology Notes IX”, en The Shulgin Lab Books.
Alexander Shulgin. “Pharmacology Notes C”, en The Shulgin Lab Books.
Brandt, S.D.; Kavanagh, P.V.; Westphal, F. et al. “Separating the wheat from the chaff: Observations on the analysis of lysergamides LSD, MiPLA, and LAMPA”, en Drug Testing and Analysis, 2021, pp. 1-12.
Psychonaut Wiki. MiPLA.
“The Big & Dandy MIPLA (Methylisopropyllysergamide) Thread”.
“Why does no one use other lysergamides?”