Pasar al contenido principal

El toxoplasma y los adictos a los gatos

Casi todo el mundo está familiarizado con los gatos, y sabemos que los antiguos egipcios los consideraban sagrados guardianes de los templos.

Casi todo el mundo está familiarizado con los gatos, y sabemos que los antiguos egipcios los consideraban sagrados guardianes de los templos. Resulta difícil de explicar esta antigua relación entre los humanos y los gatos teniendo en cuenta que son muy independientes, tanto que hay quienes suponen que no están domesticados del todo, aunque estén bajo nuestro techo. Son además la otra especie, junto con la humana, que mata por placer, no siempre por necesidad. Y entre los humanos y los gatos está el toxoplasma, un microbio maquiavélico que ha colonizado a un gran número de animales, manipulando su mente, robándoles su ADN y utilizándolo para sus propios fines. ¿Están locos los adictos a los gatos? El toxoplasma tal vez tenga la respuesta.

Un matrimonio yanqui consiguió el récord Guinness certificado al tener 648 gatos. Cuando en 1980 un periódico organizó un concurso para ver quién tenía más gatos, esta misma pareja ganó cuando “solo” tenían 145. A raíz del premio la gente comenzó a llevarles, y a enviarles, más gatos. Los gastos subieron hasta los 111.000 dólares al año. Cada día dedicaban quince horas para alimentar y cuidar a los felinos, y tuvieron que negociar una segunda hipoteca sobre su casa. La mujer no podía ocultar la tortura que le suponía vivir esclavizada por los gatos. Les gustaban tanto los gatos que parecían adictos a ellos, porque sentir al mismo tiempo mucho placer y mucha ansiedad por algo es una definición de adicción. Muchos coleccionistas de gatos niegan que su situación esté fuera de control, otra señal clásica de adicción.

Los estudios científicos indican que los acaparadores de gatos se aferran a sus manadas gatunas porque están enganchados a un parásito llamado Toxoplasma gondii, un protozoo unicelular parecido a las amebas.

Los mamíferos ingieren el toxoplasma a través de sus presas o de heces infectadas. Los humanos lo absorben con la comida, y los dueños de los gatos también a través de la piel al manipular las bandejas higiénicas donde los dulces mininos hacen sus necesidades. Afecta a entre la mitad y los dos tercios de la población mundial.

El atractivo olor de la orina de tu gato

Cuando el toxoplasma infecta a un mamífero llega al cerebro por la sangre, donde hace unos diminutos quistes, sobre todo en la amígdala, la región en forma de almendra que modula el procesamiento de las emociones, entre ellas, el placer y la ansiedad. Los quistes pueden alterar los ritmos de reacción, e inducir comportamientos de celos o agresividad o conductas temerarias. Y alterar el sentido del olfato: los acaparadores se hacen inmunes al olor acre de la orina de gato, y admiten que les gusta.

Los ratones criados en laboratorio durante cientos de generaciones, que no han visto nunca a un depredador o a un gato, tiemblan de terror y corren a esconderse al oler la orina de gato. Es un miedo instintivo, lo llevan en los genes. A las ratas de laboratorio infectadas les provoca terror el olor de otros depredadores, pero adoran la orina de gato, sobre todo la de los machos. En cuanto huelen la orina de gato, les late la amígdala como si estuvieran delante de una hembra en celo y se les hinchan los testículos. La orina de gato les excita sexualmente.

Cuando el toxoplasma está en el cerebro de un roedor puede clonarse dividiéndose en dos, también puede reproducirse sexualmente, pero solo en el intestino de los gatos. Por eso debe ser que siempre está maquinando la manera de volver a las voluptuosas tripas de los felinos. La orina es la llave. Al sentirse atraídos por la orina, los roedores se acercan a los gatos y el bocado de ratón acaba donde el toxoplasma quería, en el tubo digestivo del gato. El toxoplasma juega con los deseos del gato para enriquecer su propia vida sexual.

Los científicos han descubierto que dos de los ocho mil genes del toxoplasma sintetizan tirosina hidroxilasa, enzima involucrada en la producción de dopamina, lo que explicaría que los roedores pierdan el miedo a los gatos. Cuando un cerebro infectado huele orina de gato, el toxoplasma comienza a bombear dopamina. Así consigue influir en el comportamiento de los mamíferos, y es posible que este aumento de dopamina proporcione una explicación biológica del fenómeno de los acaparadores de gatos.

En los tejidos infectados por el Toxoplasma gondii se forman pseudoquistes
En los tejidos infectados por el Toxoplasma gondii se forman pseudoquistes

 

La expansión del toxoplasma

Aunque originariamente el toxoplasma era un patógeno de los felinos, hoy infecta a murciélagos, monos, ballenas, elefantes, osos hormigueros, cerdos hormigueros, perezosos, armadillos, marsupiales y gallinas. Los acaparadores de gatos no están locos, sino que forman parte de la historia inacabada de lo que ocurre cuando se mezcla el ADN de animales y microbios.

Cuando una persona contrae el T. gondii se hace inmune, es decir, no enferma y sus síntomas son tan leves como una gripe suave. En el caso de las mujeres, si adquieren el Toxoplasma gondii mucho antes del embarazo no les pasará nada, ni a ella ni al feto. Lo único que debe hacer es no recoger la caja de heces. Si lo hace, debe utilizar guantes y luego lavarse las manos. La principal fuente de contagio son los gatos pequeños, así que las mujeres embarazadas no deben adoptar gatitos e impedir que los que tenga salgan a la calle.

Para las personas inmunocompetentes, en las que el sistema inmunitario funciona correctamente, los síntomas, como los de la gripe, son malestar general, fiebre, dolor de cabeza y faringitis. Los pacientes inmunodeprimidos presentan encefalitis toxoplásmica, además de fiebre, convulsiones, debilidad, inflamación de la retina, cursan con síntomas psiquiátricos, como psicosis manifiesta, demencia, ansiedad y agitación. La toxoplasmosis congénita es adquirida por el feto durante el embarazo y trasmitido a través de la placenta, entre otros síntomas, incluye neumonía, exantema, anemia, ictericia, ceguera, retraso psicomotor o mental, hidrocefalia y microcefalia.

 

Otros manipuladores microscópicos

El T. gondii no es el único parásito que manipula a los animales. Un gusano microscópico vive en los intestinos de las aves y es expulsado con las heces. El gusano infecta a hormigas, que, una vez infestadas, se vuelven rojas y se hinchan y se convierten en atractivas presas para otros pájaros. Las hormigas carpinteras son víctimas de un hongo de la selva que las convierte en zombis. Primero el hongo secuestra el cerebro de la hormiga y la dirige, como si condujera un vehículo todoterreno, a un sitio húmedo, como el envés de una hoja. Allí la hormiga zombi se ancla con sus mandíbulas. Después el hongo convierte los intestinos de la hormiga en una pasta azucarada y nutritiva, y forma un tallo que nace del cerebro, desde donde envía esporas para infectar a otras hormigas. También existe la bacteria Wolbachia, conocida como Herodes, que infecta mosquitos, avispas, mariposas y escarabajos. La Wolbachia solo puede reproducirse dentro de los huevos de la hembra, así que igual que Herodes elimina a las crías masculinas. En otros insectos, la Wolbachia manipula los genes que determinan el sexo, convirtiendo las larvas de machos en hembras. Existe una versión de un virus manipulado en laboratorio que convierte en fieles maridos a los ratones de campo polígamos. Basta con inyectar a los ratones “tartamudeos” de ADN –secuencias de ADN en las que un fragmento se repite de manera consecutiva– en un gen que ajusta la química del cerebro. Esto convierte a los ratones en más listos: en lugar de tener sexo a ciegas con la primera hembra que se encuentren, los machos comienzan a asociar el sexo con un individuo, lo que se llama “aprendizaje asociativo”, que anteriormente eran incapaces de manifestar.

Ciclo de vida del Toxoplasma Gondii
Ciclo de vida del Toxoplasma Gondii

 

Ese ladrón maquiavélico amante del peligro

El toxoplasma puede manipular nuestras emociones y nuestra mente. En su larga evolución con los mamíferos, el toxoplasma nos robó el gen para producir dopamina. También puede alterar las señales del miedo y convertir esas señales en placer extático. Por ejemplo, las víctimas de accidentes de moto, los que se arriesgan jugándose la vida, suelen tener un número alto de quistes de toxoplasma en el cerebro. La atracción puede manipularse para que nos sintamos atraídos por nuestro peor enemigo. No solo puede manipularnos, sino que puede hacer que lo malo nos parezca bueno. De ahí que se merezca el nombre de microbio maquiavélico.

¿De dónde salen los nuevos genes? Algunos científicos afirman que los virus fueron los primeros en crear ADN (a partir de ARN) hace miles de millones de años, y aún ahora son los virus los que inventan la mayoría de los genes nuevos. Cuando se supo que el genoma humano contiene hasta un 3% de ADN vírico, se supuso que lo ocurrido no fue que algunos virus nos forzaran a acoger su ADN cuando éramos primates, sino que nuestro genoma les robó a ellos su ADN. Virus, bacterias y protozoos han participado en la evolución animal, y la interacción entre microbios y ADN encaja con la teoría reciente de que los microorganismos pueden explicar el antiguo dilema de Darwin acerca del origen de nuevas especies. Desde Darwin se acepta que las especies se diferencian entre sí, si cuando se cruzan, no procrean descendencia fértil, sino híbridos estériles, como sucede cuando los caballos y asnos se aparean dando lugar a mulos. Nuestro genoma contiene el 2% de genes neandertales, el 3% de genes víricos, y algunos genes, como los del toxoplasma, que podrían explicar el dilema de Darwin sobre el origen de la especiación; de esta forma los microbios maquiavélicos pueden ser los responsables de que algunas especies no tengan descendencia fértil, y a la vez ser uno de los motores de la creación de nuevos genes.

Además de producir dopamina, el toxoplasma estimula o amortigua la actividad de cientos de genes dentro de las neuronas humanas, alterando el funcionamiento del cerebro y añadiendo variedad al ADN que forma y hace funcionar al cerebro. La variedad es la materia prima de la evolución, y la transmisión de microbios de humano a humano, por ejemplo a través del sexo, podría haber aumentado la probabilidad de que algún individuo obtuviera ADN beneficioso; por eso, por descabellado que suene, hay quien piensa que las enfermedades de transmisión sexual podrían ser en última instancia responsables del genio humano. ¿Están locas las personas que acaparan gatos? Pensemos mejor que forman parte de una historia, todavía en marcha, de lo que ocurre cuando se mezcla el ADN de animales y microbios: la creación de genes nuevos.

GrumpyCat, famosa mascota con millones de seguidores en las redes sociales
GrumpyCat, famosa mascota con millones de seguidores en las redes sociales
Bares y amores gatunos
Gatoteca

La idea ha llegado importada de Japón y no sabemos si acabará por convertirse en moda también en nuestro país. De momento hay ya dos locales abiertos. En la calle Argumosa de Madrid se abrió el primero hace tres años, La Gatoteta, una casa de acogida para gatos sin hogar donde el público puede disfrutar de la compañía felina mientras se toma un refrigerio. La Gatoteca es la sede de Abriga, una asociación sin ánimo de lucro nacida para dar amparo a gatos abandonados. En La Gatoteca es posible apuntarse a unas clases de yoga con gatos, o escuchar conciertos en acústico (nada de distorsiones estresantes), o hacer talleres de manualidades en colaboración con ellos. Hay socios y voluntarios que te presentan a los gatos y, como explican en su página web, si tras acariciarlos y jugar con ellos, “surge el amor, puedes llegar a tramitar una adopción”. Antes de entrar a verlos se exige a los visitantes que se laven las manos con un poco de gel desinfectante en seco. “Esta es la casa de los gatos y nosotros somos sus invitados”, te repiten.

Con el mismo espíritu, en Barcelona, este año abrió el Espai de Gats donde según su web “te podrás relajar con el ronroneo de nuestros gatos, jugar con ellos mientras te tomas uno de los mejores cafés” y “si te enamoras de alguno de ellos, lo podrás adoptar”. Ya se sabe que, como cantaba La Cabra Mecánica, “Es la falta de amor la que llena los bares”, y los cafés de gatos no son una excepción.

Te puede interesar...

¿Te ha gustado este artículo y quieres saber más?
Aquí te dejamos una cata selecta de nuestros mejores contenidos relacionados:

Suscríbete a Cáñamo