En el número del mes de febrero pasado comentábamos en esta sección el caso de un supuesto error policial. Para los que no pudieron o no quisieron leer el artículo haremos un breve resumen de lo explicado en él.
Hace más o menos un año la policía tuvo conocimiento de que en una determinada calle iba a abrirse un club de cannabis. Los agentes responsables de la investigación hicieron indagaciones y a través del registro de asociaciones pudieron averiguar quién era el presidente de dicha asociación. Con posterioridad, localizaron su domicilio y solicitaron una orden de entrada y registro en el mismo y en el local de la asociación. El supuesto error policial que comentábamos consistió en que finalmente entraron en una asociación diferente a la que en un principio habían investigado, pues resulta que en la misma calle existían dos asociaciones de consumidores de cannabis. Los responsables del local en que se había practicado el registro no conocían al presidente de la que había sido inicialmente investigada, que de hecho nunca llegó a abrir sus puertas. La jueza que se hizo cargo de las diligencias policiales consideró entonces que debían seguirse dos causas diferentes, una contra la asociación en la que finalmente se entró y otra contra el presidente de la asociación que no había llegado a funcionar. En ambos casos porque tanto en el local de la asociación como en el domicilio del presidente de la otra se habían encontrado diversas cantidades de marihuana y hachís.
En este último caso, el del presidente, que es el que nos interesa hoy, se hallaron en su domicilio una serie de botes de cristal que contenían diversas cantidades de marihuana, 65 plantas de tamaño mediano, 28 plantas más pequeñas y unos 15 g de hachís. El Ministerio Fiscal, a partir de los informes del laboratorio oficial, concluyó que el total de hierba intervenida pesaba poco más de un kilogramo. Esta cantidad no es muy importante y en muchos casos en que se han intervenido cantidades de marihuana similares procedentes de un cultivo los juzgados y tribunales han dictado sentencia absolutoria o incluso han archivado el caso sin necesidad de esperar al juicio. El motivo es que en estos supuestos, sobre todo en aquellos casos en que se ha intervenido la marihuana en un cultivo de exterior, los jueces entienden que se hace aprovisionamiento de la misma para todo el año con una única cosecha. Pero la acusación pública no lo ve así en el asunto que hoy comentamos, y solicita tres años de prisión, el máximo establecido en el Código penal para el delito contra la salud pública cuando se trata de drogas que no causan grave daño a la salud como ocurre con el cannabis. Y es que el fiscal entiende que la marihuana estaba destinada a la venta, pues los botes que la contenían estaban etiquetados con nombres de personas. Eso, parece entender el fiscal, es un importante indicio de que la marihuana de los botes estaba destinada al tráfico. Así, los botes tenían etiquetas con nombres como Jack Herer, Kraken, Blueberry, Arx Blue, Pink Plant… Vaya, que Jack, Pink y compañía se iban a poner a gusto con las cantidades de marihuana halladas en los botes dedicados a ellos en exclusiva como distinguidos clientes de nuestro protagonista.
En fin, no podemos asegurar a ciencia cierta si en el caso de hoy nos encontramos también con un error. Para la defensa de sus intereses en el juicio, al Ministerio Fiscal ya le va bien que en las etiquetas de los botes figuren nombres de personas. Como hemos dicho, para la acusación eso es una prueba de que la marihuana que contenían iba destinada al consumo de esas personas. Nuestro presidente cultivador tendrá que responder en el juicio que se celebre a las preguntas que le formule la acusación acerca de quiénes eran las personas cuyos nombres aparecían en los botes. Seguramente tendrá que explicar que Jack Herer no pudo ser propuesto como testigo en el juicio porque murió hace ahora siete años, que no conoce a ninguna Kraken y que Blueberry, aparte de ser una variedad de cannabis, es un famoso personaje de cómic que se lleva muy bien con los indios norteamericanos y que incluso ha probado el peyote. Blueberry, no el presidente; no cometamos más errores.