Fue con unos compañeros al festival de música electrónica Aquasella y acabó denunciada por la Guardia Civil por la presunta comisión de un delito de tráfico de drogas. Es cierto que a lo largo de los tres días de festival había manejado mucha sustancia estupefaciente y psicotrópica ilegal, y que tenían un laboratorio donde entraban y salían drogas, pero en ningún caso había puesto en peligro la salud pública, sino todo lo contrario. Trabajaba para Energy Control, una conocida entidad sin ánimo de lucro dedicada a la reducción de los daños y riesgos asociados al consumo de sustancias en entornos recreativos. La intervención consistía en instalar dentro del recinto del festival una carpa con un servicio de análisis de sustancias y de información sobre formas de consumo de menor riesgo.
Durante el festival, decenas de personas se acercaron a la carpa con sus pastillas y papelinas interesadas en saber la pureza de la sustancia que estaban consumiendo, así como sus adulterantes. Y mientras esperaban los resultados charlaban con los responsables de la carpa y curioseaban los folletos. Había uno de ellos que siempre llamaba mucho la atención. Era un cartoncito en el que con letras simpáticas se decía: “hazte tu propio rulo”, y además, estaba pensado para que ese mismo cartoncito se convirtiera en un canutillo para esnifar por la nariz. Y sí, llamaba mucho la atención, tanto, que salió en un medio de comunicación local. Al parecer, un trabajador de ese medio, estando de fiesta, vio el filón de la noticia. Otros medios se hicieron eco, y la noticia le llegó a la Guardia Civil, que no dudó en que el hecho merecía su heroica intervención. Y esa misma noche, la tercera y última del festival, se presentaron en el recinto, entraron apelando a su autoridad de fuerza y cuerpo de seguridad del estado, y se fueron derechitos a la carpa de Energy Control. Ahí preguntaron por el responsable y se presentó la protagonista de esta historia, que explicó a los agentes en qué consistía la reducción de daños, qué programas en concreto desarrollaba Energy Control y qué estaban haciendo en el festival.
Los policías escucharon muy atentamente, pero cuando la técnica empezó a explicarles algo sobre un sistema de alerta temprana de la Unión Europea se les calentó el cerebro y muy educadamente la interrumpieron, y ante la sorpresa de los presentes, decomisaron algunos folletos y comunicaron a la responsable que le abrían diligencias penales y que sería oportunamente citada para declarar como presunta autora de un delito contra la salud pública. Al cabo de unas semanas, la responsable del servicio fue citada a declarar en calidad de investigada ante el Ministerio Fiscal con sede en Oviedo. También fueron imputados los directivos del propio festival de música. La técnica de la entidad estaba desde luego afectada y un poco asustada ante la imputación penal, pero junto con uno de los directivos de la entidad ABD, de la que depende Energy Control, la fuimos tranquilizando poco a poco. Estábamos seguros de que todo el embrollo se debía al desconocimiento por parte de la Guardia Civil y el Ministerio Fiscal de Oviedo de lo que eran las políticas de reducción de daños y, en concreto, de los servicios de análisis de sustancias y de las estrategias comunicativas para divulgar formas de consumo de menor riesgo. Así que para el día de la declaración preparamos un dosier documental con toda la información que pensamos que podía ser útil. Junto con estudios teóricos, aportamos certificados relativos a la colaboración de la entidad ABD y su programa Energy Control con los Sistemas de Alerta Temprana del Plan Nacional sobre Drogas y organismos de la Unión Europea.
El día de la citación, además de declarar la responsable imputada y el directivo de ABD, que se autoimputó, tuvimos una larga conversación con la fiscal, sin luces ni taquígrafos, en la que le explicamos todas las cuestiones que le generaban dudas. El servicio de análisis lo entendió con facilidad, dado que además era un programa avalado por instituciones estatales e internacionales. Lo que le suscitó muchos reparos fue que se suministrara material para hacer un rulo con el que esnifar cocaína y otras substancias purulentas. Para rebajar su rechazo fue clave explicarle que esas campañas informativas estaban dirigidas única y exclusivamente a personas muy concretas, ya consumidoras, que acudían a festivales de música electrónica, y no a la población en general. Y lo entendió. A los pocos días presenté un escrito solicitando el archivo de las diligencias de investigación del Ministerio Fiscal, y no nos sorprendió cuando semanas después nos llegó la resolución de archivo de las diligencias. Todos respiramos aliviados, también los responsables del festival, y contentos, porque una resolución así era un precedente positivo que sin duda allanaba el camino a futuras intervenciones en reducción de daños en entornos recreativos. Este caso me ha venido a la memoria porque recientemente he escuchado que el Aquasella Festival vuelve a celebrarse una vez superada, en principio, crucemos los dedos, esta maldita pandemia. Pues eso, a disfrutar de nuevo.