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A todo trapo

Por Gabriel Miró, abogado penalista y profesor asociado de la Universidad de Barcelona

AT ni sabía dónde se metía. Él tenia un buen trabajo y no necesitaba trapichear con nada, pero sin darse cuenta se vio metido en un ir y volver a casa de su colega, varios días a la semana, moviendo bastante dinero.

El caso de este mes cuenta la historia de AT, acrónimo de A Tope, ya veréis por qué. AT y sus amigos vivieron durante un tiempo como si no existiera el mañana. Entre una fiesta aquí y otra allá, en pleno auge de las hormonas primaverales y de las cálidas noches sin fin, se fueron juntando gente que durante los fines de semana le daban la vuelta a todo, a tope sin parar, y para eso necesitaban mover mucha sustancia, de todo tipo. Tanto es así, que AT empezó a encargarse de la logística, ya que pudo contactar con un viejo amigo suyo que seguía moviendo el rollo, y así poder tener material fresco para las fiestas.

Sin embargo, la cosa se complicó porque, al ser tan bueno el material y llegar tan bien de precio, empezó a tener peticiones para otra peña que hacía las fiestas por su cuenta. AT ni sabía dónde se metía. Él tenia su trabajo, un buen trabajo, por cierto, y no necesitaba trapichear con nada, pero sin darse cuenta se vio metido en un ir y volver a casa de su colega, varios días a la semana, moviendo bastante dinero. Era una buena época, todo a mucha velocidad, gente nueva, pasta, buenos colocones; esos felices treinta cuando uno tiene un curro controlado, mueve dinero, ya no hay culpas y encima el cuerpo se recupera todavía muy rápido. Pero sí, el pero tenía que llegar, precisamente porque tenía mucha energía sin ningún control.

Aquella mañana bajó del taxi y ni siquiera se fijó en una gente que estaban justo saliendo de su portal. Salían con cajas y bolsas. Le acababan de petar el domicilio, y solo que hubiera llegado un poco más tarde esa mañana se hubiera evitado la detención, pasar la resaca en el cuartelillo durante dos días y verse encerrado en prisión sin ni siquiera saber lo que le estaba ocurriendo. Ni se había parado a pensar que tener en casa más de treinta pastillas de éxtasis, veinte gramos de cocaína y algunas otras sustancias no podía ser peligroso, o que tal vez la Policía le venía siguiendo desde hacía tiempo, vigilando parte de sus movimientos y todas sus llamadas telefónicas. Iba tan confiado que cuando vio a aquella gente saliendo de su casa no se planteó salir corriendo para evitar que la Policía, además de lo que le había incautado en casa, le interviniera las dos mochilas que portaba con más pastillas de éxtasis y varios gramos de cocaína y speed.

Le metieron en prisión provisional sin fianza, a él, a su amigo dealer y a varias personas más, algunas que no conocía. Es lo que siempre pasa, que uno no sabe en qué engranaje está metido, solo conoce al que le precede y le sigue, pero no más allá. Y resulta que no solo te puedes comer lo que te pillan en tu domicilio, sino también lo que encuentran en las casas de otros, y esta vez la Policía estaba de suerte. Ya en el juzgado de instrucción en funciones de guardia, y antes de que se lo llevaran a prisión, pedimos como diligencia de instrucción que se le tomara una muestra de orina y otra de cabello, para que se analizase a fin de detectar pruebas de consumo reciente y prolongado en el tiempo, para poder alegar consumo propio y también reducción de imputabilidad por adicción crónica a las drogas.

A pesar de venirle todo de nuevo, AT soportó muy bien el tiempo que le tocó estar en prisión, que fueron casi cuarenta y cinco días, hasta que la Audiencia Provincial, en el segundo de los recursos que presentamos pidiendo la libertad provisional, lo dejó ir, con obligación de personarse cada semana, entregar el pasaporte y no salir del territorio español. Fue una gran victoria que no le impusieran fianza, porque eso quería decir que podía librarse de una condena por organización o grupo criminal.

Ahora AT espera el resultado del análisis de las drogas intervenidas que hace el laboratorio científico y, con ello, se podrán analizar las opciones que tiene de defensa. De momento, en su declaración judicial solo declaró a mis preguntas, asegurando que era policonsumidor desde hacía años y que todo lo que tenía era para su propio consumo. De momento se ha llevado un aprendizaje importante: se puede ir a tope, pero siempre con control. Veremos si puede evitar volver a prisión y así todo queda en un susto.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #301

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