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Diez claves sobre las máquinas de manicurar

Todo cultivador que haya cosechado más de unas pocas plantas sabe lo lento y tedioso que es el trabajo de manicurar una plantación. Desde hace años se han ido popularizando las máquinas peladoras, que aceleran la cosecha y hacen que esta labor sea mucho menos dura.

Diez claves sobre las máquinas de manicurar
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Diez claves sobre las máquinas de manicurar

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"La calidad de la manicura automática es siempre peor que la de una buena manicura manual"

La manicura manual es un proceso lento y laborioso. Primero, hay que cortar todas las hojas grandes que no tienen resina y, a continuación, recortar todas las hojas pequeñas que sobresalen de los cogollos para que queden limpios y bonitos, redondeados y firmes. Las variedades índicas suelen ser más pesadas de manicurar, pues tienen muchas más hojas, pero también suelen tener cogollos más compactos. Las sativas, por su parte, son plantas de ramas más largas, cogollos más estrechos, alargados y con menor densidad, por lo que aunque tienen menos hojas requieren una manicura más meticulosa para obtener un resultado atractivo.

Las máquinas de manicurar se usan tanto en cultivos de interior como en plantaciones de exterior. En interior, generalmente, todas las plantas suelen ser de la misma variedad o incluso esquejes idénticos, por lo que todas están listas al mismo tiempo. Cuando el cuarto de cultivo es pequeño, esto no supone un gran problema, pero en cuartos grandes o plantaciones comerciales donde se cosechan muchos quilos al mismo tiempo puede suponer un gran desafío manicurar tantas plantas manualmente en pocos días sin tener que recurrir a mucho personal. La mayoría de los cultivadores comerciales no quieren traer extraños al cultivo por el riesgo que comporta que sepan dónde está localizado.

"Las mejores manicuradoras son las más caras y pueden costar fácilmente miles de euros"

Las plantaciones de exterior, incluso las no comerciales, pueden tener un tamaño considerable, ya que no requieren grandes inversiones en material. Si tienes espacio suficiente puedes cultivar diez o veinte plantas con un gasto mínimo en semillas y abonos; pero, a la hora de cosechar, sí necesitarás muchas horas de trabajo si quieres manicurarlas a mano. Por eso cada día es más frecuente recurrir a cosechadoras automáticas. Las plantas de exterior se cosechan en su gran mayoría entre finales de septiembre y mediados de octubre, por lo que el trabajo de manicura se debe concentrar en pocos días. Por otro lado, si el tiempo cambia de repente y llega una racha de tormentas y lluvias, puede ser necesario adelantar la cosecha e intentar recoger todas las plantas antes de lo previsto, situación en la que resulta muy conveniente disponer de una ayuda automática.

Hay distintos tipos de máquinas en función del sistema que utilizan y el grado de automatismo que tienen. Hay máquinas que el cultivador desplaza sobre los cogollos y que hacen la labor de una tijera, unas son simplemente tijeras eléctricas que cortan sin que el cultivador deba hacer fuerza con la mano y otras algo más complejas absorben las hojas cortadas por medio de un aspirador. Este tipo de máquinas son las más sencillas y baratas, facilitan el trabajo un poco y evitan el cansancio en las manos, pero el proceso sigue siendo muy similar al de la cosecha manual.

Las manicuradoras de rejilla tienen el aspecto de una mesa con una rejilla en el centro por debajo de la cual rotan velozmente unas cuchillas. El cultivador desliza las ramas cogolladas sobre la mesa y las hojas aspiradas por la succión de la cuchilla atraviesan la rejilla y son recortadas. Si la variedad tiene cogollos duros y bastante rectos, el resultado final es bueno; pero si los cogollos están más separados entre sí, es conveniente separarlos de la rama e ir pasándolos por la rejilla de uno en uno, lo que ralentiza el trabajo pero también permite un acabado más fino.

Las verdaderas manicuradoras automáticas son aparatos grandes y caros, pero que realmente facilitan y aceleran mucho el trabajo de cosechar. El cultivador simplemente tiene que cortar las plantas, separar los cogollos individuales de las ramas e introducirlos en la máquina. Dentro de la máquina, los cogollos se mueven impulsados por una corriente de aire, por un tambor que rota o por unos “dedos” de goma que los van haciendo girar y los acercan a unas cuchillas protegidas por una rejilla que recortan todas las hojas que sobresalen del cuerpo del cogollo. Hay varios sistemas y muchos tamaños de máquinas capaces de procesar distintas cantidades de cogollos cada hora. En muchos modelos, la velocidad de giro del motor y la distancia entre las cuchillas y la rejilla se puede regular para adecuarla a la variedad con la que se esté trabajando y al gusto del cultivador.

Las mejores manicuradoras, las que mejor respetan la integridad de los cogollos y menos los dañan, son las más caras y pueden costar fácilmente miles de euros, algo completamente fuera del alcance de la mayoría de quienes cultivan para el autoconsumo, pero permiten a los grandes cultivadores manicurar varios quilos de cogollos cada hora con poco personal, que solo tiene que dedicarse a cortar las plantas de las macetas. Hay también máquinas cuya función es separar los cogollos de las ramas y dejarlos listos para meter en la peladora. Con ambas máquinas, la velocidad se incrementa muchísimo y la necesidad de personal se reduce aún más.

Hay una gama de manicuradoras rotativas barata, manual y de pequeño tamaño que funcionan con el mismo sistema que las automáticas pero en las que las cuchillas giran gracias a una manivela manual. No son, ni de lejos, tan productivas y eficientes, pero pueden resultar útiles para que los cultivadores domésticos manicuren los cogollos más pequeños, que resultan muy pesados de hacer a mano.

Aunque son mucho menos frecuentes, hay máquinas para manicurar los cogollos después del secado. Tienen como ventaja que no dañan tanto el sabor y el olor final, y como inconveniente, que los cogollos pierden mayor cantidad de resina, aunque en la manicura en seco esta resina se recupera y se puede utilizar para hacer hachís u otros tipos de extractos.

La calidad de la manicura automática es siempre peor que la de una buena manicura manual. Cosechando a mano, los cogollos se dañan menos y pierden menos glándulas de resina, además, es posible eliminar completamente las hojas sin resina, cortándolas desde el tallo y no dejando parte del peciolo, como sucede con las máquinas. Por otro lado, las máquinas golpean los cogollos y muchas veces los manchan con el jugo que se desprende de los cortes realizados, lo que afecta a su olor y a su sabor.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #285

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