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El desarrollo del sistema de raíces comienza con el nacimiento de la radícula, que es la primera raíz que sale de la semilla y que formará la raíz principal o primaria. Suele crecer siempre hacia abajo, de forma más o menos simétrica al tallo central, y ancla la planta al suelo. De esta raíz nacen las ramas secundarias y de estas brotan las terciarias, más o menos horizontales al terreno, de modo semejante a como nacen las ramas secundarias y terciarias en la parte aérea de la planta. De las ramas secundarias y terciarias nacen multitud de pequeñas raíces que recorren el sustrato en todas direcciones y que contienen miles de pequeños pelitos desde donde se absorben el agua y los nutrientes. En las primeras semanas de vida de la planta, el desarrollo subterráneo de las raíces es mucho más intenso que el de hojas y ramas. Las raíces no son verdes porque no tienen clorofila, ya que al no recibir luz no pueden hacer la fotosíntesis, función que realizan en exclusiva las hojas y los tallos. Pero la fotosíntesis no solo requiere luz, también necesita agua y nutrientes que las plantas captan por sus raíces y distribuyen por todos los tejidos.
La biodiversidad del suelo
"En las primeras semanas, el desarrollo subterráneo de las raíces es mucho más intenso que el de hojas y ramas"
Las raíces viven en un entorno lleno de multitud de microorganismos como bacterias, levaduras y hongos, con los que establecen relaciones de simbiosis. Las micorrizas, por ejemplo, son hongos que crecen sobre las raíces y que también penetran en su interior. Proveen agua y nutrientes minerales a las plantas, que, a cambio, les facilitan azúcares y vitaminas que sintetizan gracias a la fotosíntesis. La gran mayoría de las plantas terrestres establecen relaciones simbióticas con las micorrizas, y el cannabis no es una excepción. Añadiendo micorrizas al sustrato se mejora la salud de las raíces y se potencia su capacidad de absorción de nutrientes. Muchos hongos y bacterias descomponen la materia orgánica del suelo formada por restos de hojas, raíces y microorganismos muertos, liberando los nutrientes que contienen y poniéndolos a disposición de las plantas. En general, cuantas más especies viven y conviven en el sustrato, más fértil es y más sanas están las especies vegetales que viven en él.
Absorción y distribución de agua y nutrientes
Las plantas absorben y distribuyen el agua y los nutrientes por sus tejidos a través de un triple mecanismo bastante complejo. El agua resulta atraída al interior de las raíces por ósmosis, ya que la concentración de sales es mayor que en el exterior. Por esta razón, si nos pasamos con el abono o dejamos que las sales se acumulen en el suelo, las raíces no pueden absorber el agua y los nutrientes y se deshidratan o sufren carencias nutritivas.
Cuando el agua penetra en las raíces, empuja la columna de savia bruta hacia arriba. Esta columna también asciende gracias a la fuerza de cohesión entre las moléculas de agua, que hace que se atraigan entre ellas y se peguen a la pared interior del xilema (el conducto por el que sube la savia). En tercer lugar, la transpiración de agua a través de los estomas de las hojas (que provoca el calor del sol y la planta usa para refrescarse) también ocasiona una presión negativa dentro del xilema que succiona la savia hacia arriba y fuerza la entrada de agua en las raíces. Este tercer mecanismo, la transpiración, es el responsable de que las plantas sean capaces de absorber mucha más agua y nutrientes los días secos y calurosos que los húmedos y fríos.
Las raíces en las macetas
"Añadiendo micorrizas al sustrato mejoraremos la salud de las raíces y su capacidad de absorción de nutrientes"
Las hojas pueden traspirar y refrescarse cuando hace demasiado calor pero las raíces han evolucionado para vivir bajo tierra, donde las diferencias de temperatura son mucho menores. Las macetas, en cambio, se encuentran sobre la superficie y están expuestas a temperaturas mucho más extremas, altas en verano, bajas en las noches frías de primavera u otoño. El frío ralentiza su metabolismo pero el calor es especialmente perjudicial. Un día de verano, a pleno sol, el suelo de una terraza puede alcanzar los 50 ºC. Si la maceta reposa directamente sobre el suelo, las raíces se cuecen, se deshidratan y muchas mueren. Una forma sencilla de mitigar esta situación es colocar las macetas sobre algún material aislante como una plancha de corcho o un palé de madera. También es buena idea meter la maceta dentro de otra vacía, preferiblemente de color blanco, para que refleje el máximo de radiación solar y no se caliente tanto. Además, si se cubre la tierra con una malla de sombra o, simplemente, unos periódicos, el sol no incidirá directamente sobre ella y se mantendrá más fresca.
Cuanto más oxígeno reciben las raíces, más sanas están. Por eso el sustrato debe tener buena capacidad de drenaje para que no permanezca demasiado empapado. La forma más fácil de aumentar el drenaje de un sustrato es añadir una parte de perlita, un material barato y de poco peso. Lo único que hay que tener en cuenta es que cuanto más drena el sustrato menos agua absorbe y más riegos necesita. Hay que buscar un equilibrio para que las raíces estén oxigenadas pero la tierra contenga agua suficiente para, por lo menos, todo el día. En general, cuanto más grande es la maceta mayor proporción de perlita se puede poner.
Si la tierra se seca demasiado se contrae y se separa de las paredes de la maceta, por lo que parte de las raíces quedan al aire, se deshidratan y se mueren. Es conveniente evitar esto regando antes de que suceda o añadiendo un poco de tierra para rellenar el hueco que se ha creado.
Es frecuente que muchos problemas que pueden parecer a primera vista consecuencia de una carencia de nutrientes respondan en realidad a un desequilibrio en las condiciones del sustrato. Por ejemplo, cuando se acumula un exceso de sales en la tierra, estas impiden la absorción de ciertos nutrientes e, incluso, del agua, reduciéndose el crecimiento y apareciendo en las hojas síntomas de carencias. Si el pH del sustrato o del agua de riego es demasiado alto o demasiado bajo, ciertos minerales quedan bloqueados y no pueden ser absorbidos. El pH debe estar entre 5,5 y 7. En cultivo de interior se suele mantener en la banda baja de este espectro (pH 5,5-6) y, en cultivo exterior, menos exigente, el ideal es un pH entre 6 y 7.