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"Los pesticidas autorizados en agricultura ecológica son los menos tóxicos y los que emplearemos con el cannabis"
Los productos más eficaces contra las plagas son los más tóxicos y no debemos usarlos durante la floración, pues los restos que queden en los cogollos acabarían en nuestros pulmones al consumirlos. Los pesticidas autorizados en agricultura ecológica son los menos tóxicos y los que emplearemos, sobre todo preventivamente, con el cannabis.
Araña roja: el calor y la sequedad son la gasolina de estos ácaros. Su metabolismo se acelera cuando las temperaturas suben y la humedad ambiental baja. Comen sin parar, se reproducen a gran velocidad y pueden destrozar una plantación en cuestión de un par de semanas, o menos si a las plantas les falta riego. La mejor forma de prevenir su aparición es mantener las plantas bien regadas, protegerlas con malla de sombra si las condiciones son demasiado calurosas, intentar elevar la temperatura ambiental y no abusar del abono. La mayoría de los acaricidas efectivos suelen ser bastante tóxicos, por lo que recomiendo extremar las medidas de prevención y limpieza, así como realizar aplicaciones periódicas de plaguicidas ecológicos como el aceite esencial de canela o de cítricos para mantener las arañas alejadas o, al menos, la población bajo control.
Botritis: para evitar su propagación es muy importante eliminar enseguida cualquier tejido infectado para evitar que entre en contacto con otras partes de la planta. Conviene retirar del cultivo las hojas secas y otros tejidos muertos que pudieran servir para albergar el hongo durante el invierno, ya que es así como generalmente sobrevive de una temporada a la siguiente; bien es cierto que las esporas también pueden llegar arrastradas por el viento desde lejos, pero eso no lo podemos controlar, mientras que mantener el terreno limpio sí está bajo nuestro control. La alta densidad de plantas favorece la infección y propagación del hongo: poda las ramas más bajas y menos productivas para favorecer la ventilación y reducir la posibilidad de que las esporas germinen. En zonas de otoños lluviosos, donde la botritis siempre está presente, los cultivadores suelen cosechar la planta completa en cuanto descubren el primer signo de infección para evitar perder más, ya que saben que no pueden pararla. Es cierto que algunas plantas son más resistentes que otras a la botritis, normalmente porque tienen cogollos más aireados y menos, densos que se mantienen mejor ventilados. Las sativas suelen ser más resistentes que las índicas. Si el clima es favorable a la botritis, hay que escoger siempre variedades tempranas y resistentes.
Orugas: las orugas devoradoras de cogollos tienen una relación muy importante con la botritis, que infecta con gran rapidez los restos que dejan las orugas tras comerse los tejidos vegetales. Si no se controla la población de orugas desde el primer momento, se esconderán en el interior de los cogollos, desde donde los irán devorando y la botritis no tardará en aparecer. Lo peor de la combinación de orugas y botritis es que los daños no son visibles al principio: la infección avanza por el interior de los densos cogollos y no se ve desde el exterior hasta que el daño esta muy extendido. Normalmente, todo el cogollo se pierde y la única esperanza del cultivador es retirar todo el cogollo con la esperanza de frenar la propagación, algo que pocas veces funciona.
Oídio: este hongo de color blanco que se extiende por la superficie de las hojas y los cogollos es un gran problema para muchos cultivadores por lo difícil de erradicar y por cómo daña el producto final en cuanto empieza a colonizar los cogollos. En crecimiento, se puede usar algún fungicida sistémico contra el oídio, porque habrá desaparecido de los tejidos para cuando se coseche la planta. Pero durante la floración, que es cuando más peligrosa resulta su aparición, solo se puede combatir con productos no tóxicos. Según mi experiencia, el jabón potásico, el agua oxigenada y el bicarbonato potásico son relativamente eficaces siempre que la infección no sea muy grave, se vayan alternando y se apliquen con frecuencia. Además, es esencial tomar medidas encaminadas a aumentar la ventilación en torno a los cogollos como desfoliarlas parcialmente, eliminar ramas bajas o aumentar la separación entre plantas.
Mosca blanca: es una plaga a la que le gusta la sombra y la ausencia de brisa. Al ser tan pequeñas, estas moscas no vuelan bien si hace viento, por eso prefieren las zonas bajas y pegadas al suelo, donde las hojas crean una zona de sombra y aire quieto. Suelen situarse en la cara inferior de las hojas. Es importante separar lo suficiente las plantas como para que corra el aire y eliminar las ramas bajas que producen pocos cogollos pero tienen muchos rincones para que críen las moscas blancas. Una vez aparece, no es una plaga fácil de eliminar si las condiciones ambientales le son propicias. Aunque no produce graves daños salvo que la infestación sea realmente grave, tiene riesgos añadidos, como la trasmisión de virus o de otras plagas como los microácaros, que pueden viajar de planta en planta agarrados a las patas de las moscas blancas.
Mosca del mantillo: el mejor remedio es dejar que la tierra se seque bastante entre riegos, hasta una profundidad de unos 3 a 5 cm, lo que matará a las larvas y hará menos atractivo el sustrato, de forma que las hembras adultas no pongan en él sus huevos. Un buen truco consiste en colocar trampas pegajosas amarillas horizontalmente sobre el sustrato. Las larvas se sienten atraídas por el color amarillo y se quedan pegadas. De esta forma eliminaremos el mayor número posible de larvas mientras dejamos que se vaya secando la tierra. También hay especies de nematodos, que son un tipo de gusanos del suelo, que se venden como predadores biológicos: se aplican en el riego y se comen a las larvas de las moscas sin dañar las plantas.
Los pulgones: se combaten con mayor facilidad que otras plagas y mueren fácilmente gracias al aceite de nim, el jabón potásico o las piretrinas. Pero si las condiciones son favorables, sobre todo si regamos las plantas con demasiado nitrógeno, aparecen de nuevo. En el cannabis solo suelen ser problemáticos en plantas jóvenes y en crecimiento, que es cuando pueden atrofiarlas más.
Los microácaros: odian el clima muy seco y la luz intensa, pero es muy difícil acabar con ellos. Los insecticidas ecológicos como el nim, el aceite de canela o el jabón potásico hacen algo, pero difícilmente servirán para erradicarlos de una cosecha. La prevención es la mejor táctica: mantén todo muy limpio y evita que lleguen plagas a las plantas, pues muchas veces los microácaros viajan enganchados a otras plagas voladoras. Si aun así descubrimos microácaros, hay que eliminar todas las plantas infectadas tan pronto se detecten y sacar todos los restos vegetales enfermos del jardín cuanto antes. Luego haremos fumigaciones de insecticidas ecológicos sobre las plantas sanas por si ha quedado algún microácaro, que es lo más probable.
Los trips: son sensibles a la piretrina y al jabón potásico, pero hay que fumigar las plantas a conciencia, pues se esconden bajo las hojas y no es fácil llegar a mojarlos con el insecticida.
Las trampas pegajosas de color azul resultan muy atractivas para los trips y sirven para detectar su presencia fácilmente. Inspecciónalas cada pocos días con una lupa para ver si hay trips pegados.