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"Los días de junio duran unas quince horas, la temperatura durante el día no suele bajar de veinte grados y con frecuencia llega a treinta, las condiciones perfectas para el crecimiento"
El crecimiento de las plantas es un proceso que empieza lentamente con la germinación y se va acelerando poco a poco conforme van ganando tamaño. Cuanto más grande es una planta, mayor es su sistema de raíces y más hojas tiene, lo que le permite absorber más nutrientes y hacer más fotosíntesis. Si en la primera semana tras la germinación una planta apenas crece dos o tres centímetros, uno o dos meses después, en junio, puede llegar a aumentar su tamaño entre quince y veinte centímetros por semana. Los días de junio duran unas quince horas, la temperatura durante el día no suele bajar de veinte grados y con frecuencia llega a treinta, las condiciones perfectas para el crecimiento.
Siempre explicamos que junio es un mes especial para el cultivador de cannabis. Por un lado, si no hemos empezado a cultivar todavía porque se nos ha echado el tiempo encima, hemos sido vagos o cualquier otra razón, aún estamos a tiempo. Si hemos ido a casa de un colega y hemos visto sus plantas, no hay que dejar que la envidia nos corroa: encargaremos unas semillas y las germinaremos. Y no creáis que por sembrar tarde la cosecha será mala. Yo he cosechado plantas de más de dos metros en octubre que fueron sembradas en junio y que produjeron cerca de medio kilo de cogollos. De hecho, en julio también se pueden sembrar semillas, aunque el tiempo de crecimiento se acorta mucho y no suelen hacerse tan grandes. En junio, sin embargo, especialmente si crecen en el suelo o en macetas bastante grandes, el clima es tan favorable que las plantas se desarrollan a una velocidad enorme y devoran los abonos que les proporcionamos. Pero junio no es solo útil para los cultivadores que no habían sembrado antes. Las plantas sembradas en abril o mayo ya tienen un cierto tamaño, han creado buenas raíces y formado un buen arbusto. Si la maceta se les ha quedado pequeña, aún estamos a tiempo de trasplantarlas a una mayor. Debemos tener en cuenta que las plantas se estiran mucho durante la floración, normalmente aumentan su altura entre un cincuenta y un cien por cien, por lo que hay que contar con que tengan suficiente tierra disponible para engordar los cogollos. La regla clásica dice que hacen falta diez litros de tierra por cada treinta centímetros de altura. Una planta que mide un metro a principios de junio seguramente se acercará a los dos metros el día de la cosecha, ya que aún le queda un mes de crecimiento más todo lo que se estire durante la floración. Idealmente necesitaría una maceta de sesenta o setenta litros, en la práctica seguramente basta con cuarenta o cincuenta litros, siempre que se riegue a diario y se abone con frecuencia. Ya sé que son macetas muy grandes, pero es la forma de que las plantas puedan desarrollarse plenamente y alcanzar producciones altas, de varios cientos de gramos de cogollo. Al trasplantar, es importante llenar las nuevas macetas con el mismo tipo de tierra en el que están las plantas para que las raíces no noten el cambio y colonicen el nuevo espacio con rapidez. Durante los primeros días tras el trasplante, es necesario no abusar del riego, pues si la tierra está demasiado húmeda las raíces no se desarrollan igual.
El riego por goteo es un gran sistema para regar sin trabajar, especialmente en el suelo, donde el abonado frecuente no es tan necesario. lanta conforma el andamio sobre el que se construirán y sostendrán los cogollos. Si las ramas no son fuertes, los cogollos no serán pesados y no engordarán igual. El viento, siempre que no sea demasiado violento, mueve las ramas y crea microrroturas en los tejidos, que la planta cicatriza reforzándolos. Si las plantas crecen en entornos excesivamente protegidos del viento, los tallos no ganan fuerza y cuando llega la floración se doblan bajo el peso de los cogollos. En general, en invernaderos y otros espacios muy protegidos, es necesario entutorar las plantas para que puedan sostener cogollos grandes y pesados. En realidad, los tutores nunca están de más, pues cuando llegan las tormentas de final del verano incluso las plantas fuertes agradecen un extra de soporte.
"Un inconveniente del crecimiento acelerado es que las plantas se vuelven más visibles por vecinos o paseantes"
Un inconveniente del crecimiento acelerado es que las plantas se vuelven más visibles por vecinos o paseantes, algo poco recomendable en estos tiempos en que los ladrones de plantas cada vez abundan más. Se puede hacer frente a este problema aprendiendo a manipular las plantas para controlar su altura. La única poda recomendable, en mi opinión, es la de la punta del tallo principal para potenciar la ramificación lateral y la de las ramas bajas para concentrar la energía en los cogollos superiores. La otra técnica válida para controlar la altura consiste en doblar las plantas para colocarlas en posiciones más bajas: se puede atar una cuerda a la punta de una rama y tirar de ella con cuidado hasta que quede a la altura deseada, luego hay que fijar la cuerda a una piqueta clavada en el suelo o a la barandilla de la terraza. Veremos que los brotes secundarios que salen de la rama quedan en posiciones extrañas, pero si esperamos dos o tres días ellos solos se irán recolocando para dirigirse hacia la luz. La misma punta de la rama se redirigirá hacia arriba y puede ser necesario tensar y acortar la cuerda varias veces para ir bajando cada vez más la posición. Si se hace progresivamente, la rama no se partirá y podemos llegar a situarla casi horizontal al suelo.
La prevención de plagas es especialmente necesaria en los meses previos a la floración para mantener las plantas libres de bichos. Es infinitamente más sencillo evitar que las plagas lleguen que lograr eliminarlas una vez se han asentado en las plantas. Además, antes de que haya flores, se puede fumigar sin riesgo de que queden restos de insecticidas en los cogollos. Usaremos siempre pesticidas poco tóxicos y permitidos en agricultura ecológica, pues son los menos peligrosos. Los más recomendables para aplicar al cannabis son aceite de nim, jabón potásico, extracto de piretro, aceite esencial de canela y BT. También hay varios productos especialmente formulados por los fabricantes de productos para el cultivo de cannabis que mezclan varios de estos ingredientes y otros más y que tienen una buena eficacia.