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Si nuestro objetivo es obtener cogollos grandes en un cultivo de cannabis, es esencial contar con tres elementos fundamentales: semillas de buena genética, plantas sanas y mucho sol. La genética ejerce un papel importante, ya que no todas las variedades son capaces de producir cogollos enormes. Las variedades sativas, por ejemplo, suelen tener cogollos finos y poco densos, mientras que las variedades índicas pueden presentar hojas en los cogollos, lo que evita que sean tan gruesos y densos. En cambio, las variedades híbridas son una buena opción, ya que combinan lo mejor de ambos mundos y pueden producir cogollos grandes y densos.
"Tres elementos fundamentales para lograr una buena productividad: semillas de buena genética, plantas sanas y mucho sol"
Además de la genética, la salud de la planta es otro factor clave. Una planta saludable es capaz de producir una gran cantidad de flores en poco tiempo. El estado de las raíces es una buena forma de medir la salud de la planta: para mantener unas raíces fuertes y saludables, es importante no abusar del agua ni de los fertilizantes, permitiendo que la tierra se seque entre riegos para oxigenar las raíces.
Por último, el sol es esencial para obtener cogollos grandes y densos. Las plantas de cannabis necesitan muchas horas de sol para crecer fuertes y saludables. Sin suficiente exposición al sol, los cogollos no podrán desarrollarse adecuadamente. Con estos tres elementos básicos nos aseguramos en buena medida la productividad del cultivo, pero también es importante fertilizar adecuadamente las plantas y protegerlas de factores externos, como insectos, hongos, viento, tormentas y robos, para asegurar una cosecha exitosa.
La técnica más fácil para aumentar la producción de cannabis es el despuntado, un procedimiento muy simple que consiste en podar la punta principal de la planta. Esta técnica logra que las auxinas, que son las hormonas de crecimiento que se acumulan en la punta principal y hacen que sea la que más crece, se repartan por el resto de las ramas, lo que estimula su desarrollo y logra que se conviertan también en ramas principales.
Después del despuntado, la planta pasa de tener una rama central rodeada de secundarias a que todas compartan la energía de la principal. Las plantas sin despuntar parecen un abeto de Navidad, mientras que las despuntadas se asemejan a un arbusto, más anchas y redondeadas. Además, en lugar de obtener un cogollo principal enorme y muchos secundarios pequeños, obtendremos muchos cogollos de tamaño medio. Si la planta es joven, se puede pellizcar el brote que nace por encima del par de hojas más alto o cortar un trozo de 10-15 cm para aprovecharlo como esqueje. En este caso, es necesario cortar el tallo con tijeras, un par de centímetros por debajo de un nudo.
La poda de hojas sanas no es una técnica que usen todos los cultivadores, pues las plantas ya tienen sus métodos naturales de ir eliminando las hojas que no utilizan o que les sobran porque les hacen transpirar en exceso. Cuando una planta decide desprenderse de una hoja, lo primero que hace es quitarle todos los nutrientes posibles para reciclarlos en otras partes: la hoja amarillea y se seca lentamente y solo cuando no queda nada de utilidad que extraer se cae. Este sistema es inmejorable, en general. Sin embargo, en ciertas circunstancias puede ser útil podar algunas hojas. La poda de hojas debe hacerse de forma selectiva, escogiendo solo aquellas que den mucha sombra a un cogollo inferior. Si eliminamos un diez por ciento de las hojas, la capacidad de la planta de realizar la fotosíntesis no se verá muy afectada, pero el sol podrá llegar sin obstáculos a los cogollos.
Las hojas y ramas más bajas no suelen producir mucho y, en cambio, le roban energía a la planta, que estaría mejor utilizada si se emplease en las ramas superiores. Nuestro consejo es eliminarlas directamente, dejando el tallo principal libre de ramas en su parte baja. Según el tamaño de la planta, hay que limpiar entre 20 y 50 cm de tallo.
"La poda de hojas debe hacerse de forma selectiva, escogiendo solo aquellas que den mucha sombra a un cogollo inferior"
Un problema que también ocasionan las ramas bajas es que tocan el suelo debido al peso de los cogollos. Al rozar la tierra se favorece que hongos y plagas puedan infectar los cogollos y extenderse por el resto de la planta. Además de eliminar las ramas bajas, también es recomendable quitar aquellas que sean muy débiles o estén poco desarrolladas. Por ejemplo, cuando una planta está sembrada junto a una pared, es habitual que algunas ramas que crecen en dirección a esa pared no lleguen a desarrollarse bien, y puede ser una buena idea quitarlas.
El cannabis es una planta muy versátil, la gran cantidad de variedades distintas que hay tienen características muy diferentes, por lo que no todas las plantas se deben cuidar empleando las mismas técnicas. Hay una gran diferencia entre una autofloreciente de 60 cm de altura, una afgana pura de cogollos gruesos y extremadamente resinosos y una alta sativa de hojas finas y cogollos alargados y poco densos. La resistencia a la humedad es muy distinta, al igual que las necesidades de nutrientes o la fecha de cosecha.
Hay que conocer bien la genética que usaremos: indagaremos por internet, preguntaremos al banco de semillas que nos la ha vendido y apuntaremos todas nuestras observaciones para el futuro. Los cannábicos no tenemos demasiada buena memoria y es muy habitual que de un año a otro no nos acordemos de los detalles del cultivo. Un diario detallado que indique fechas, abonados, dosis, etc. resulta muy útil para ajustar y afinar el proceso en años sucesivos.
Hay que tener en cuenta el clima en el que vivimos a la hora de escoger qué variedad plantar. Si tenemos dudas, preguntaremos a otros cultivadores de nuestra zona qué genéticas les han dado buen resultado en años anteriores y empezaremos por esas. La mayor calidad siempre la da una planta sana, nunca una enferma o que no se adapte bien al microclima en el que vive.
En cultivos de exterior, las hojas grandes sirven también de protección de los cogollos frente a la lluvia y el viento. En zonas de tormentas fuertes, esto puede ser muy útil. Además, las hojas transpiran agua y refrescan el ambiente. Más del noventa por ciento del agua que absorben las raíces se expulsa de nuevo a la atmósfera en forma de transpiración. La evaporación enfría mucho el ambiente y crea un microclima más fresco y húmedo alrededor de la planta.
Si eliminamos demasiadas hojas, la capacidad de transpiración se ve afectada y las plantas no pueden refrescarse bien, por lo que el crecimiento se resiente. Si vivimos en un clima húmedo, con frecuentes lluvias y poco viento, las plantas no requieren tanto refrescarse y, en cambio, pueden beneficiarse de la poda de hojas, que permitirá que los cogollo reciban más sol y estén más ventilados, lo que a su vez reducirá el riesgo de que aparezcan hongos.