Cremas y pomadas cannábicas
Las cremas y pomadas cannábicas son productos que llevan tiempo haciéndose de forma casera y siendo utilizados no solo por varias generaciones, sino también por culturas muy distintas entre ellas.
Las cremas y pomadas cannábicas son productos que llevan tiempo haciéndose de forma casera y siendo utilizados no solo por varias generaciones, sino también por culturas muy distintas entre ellas. Sus aplicaciones terapéuticas son de muy variada índole: se utilizan tanto para pequeños eccemas y para ayudar a cicatrizar, como para paliar dolores musculares o de huesos, y un largo etcétera que llenan libros y páginas web de todos los rincones. Otro punto a su favor es que no tienen efecto psicoactivo, por lo que las pueden usar las personas no consumidoras sin miedo a efectos indeseables.
Para hacer las siguientes cremas o pomadas deberemos haber hecho un aceite de almendras cannábico previamente. Pero, no os asustéis, es un proceso muy sencillo para el que solo necesitamos un bote de cristal que llenaremos hasta arriba de materia vegetal seca (pueden ser cogollos o restos de la manicura), y le añadiremos aceite de almendras (del que se utiliza para masajes) hasta el borde. Lo dejamos macerar en un lugar oscuro y fresco durante 30 días. Si sacudimos ligeramente el bote de cristal una vez cada 2 o 3 días ayudaremos a que una mayor parte de cannabinoides pasen al aceite. Una vez trascurrido el tiempo de macerado, con la ayuda de un colador, separaremos la materia vegetal del aceite. Y ya está. Cuando tengamos listo este aceite de almendras cannábico podremos hacer cremas o pomadas con unos simples pasos que mostramos a continuación.
Materiales
- 12 g de lanolina
- 40 g de cera pura de abejas
- 20 g de aceite de germen de trigo
- 200 g de aceite de almendras
- Fuente de calor (hornillo eléctrico)
- Jarra de cristal de 1 l
- Paleta
- Termómetro
- Vaso medidor
- Envases
- Materia vegetal cannábica
- Bote de cristal
Proceso
- Con la ayuda de un hornillo eléctrico, disolveremos 40 gramos de cera pura de abejas. Para evitar, en la medida de lo posible, la degradación por exceso de calor, es recomendable que la temperatura no suba de los 45 ºC.
- Una vez la mezcla se ha disuelto, sin dejar de remover, añadiremos 12 gramos de lanolina y seguiremos removiendo hasta conseguir una textura uniforme.
- Repetiremos este último proceso añadiendo 20 g de aceite de germen de trigo, y posteriormente añadiremos los 200 g de aceite de almendras cannábico.
- Cuando la mezcla final tenga una textura uniforme, la apartaremos del fuego para que se enfríe y poder proceder al envasado.
El toque mágico
Si añadimos unas gotas de extracto de alguna otra planta medicinal podremos hacer un aceite más específico para nuestra dolencia. Incluir extractos de harpagofito, jengibre o romero, por ejemplo, ayudarán a mejorar los efectos antiinflamatorios, así como añadir rosa mosqueta o aloe vera, mejorará los efectos regenerativos.
¿Crema o pomada? La diferencia básica es que las cremas contienen más agua que las pomadas. Para pieles muy secas o delicadas es recomendable subir la proporción de lanolina para darle una textura más cremosa y así facilitar su aplicación. Si por el contrario la queremos con una textura más parecida a una pomada, subiremos la proporción de cera pura de abejas.
Si vivimos en un sitio muy cálido, guardar las cremas o pomadas en el frigorífico alargará considerablemente su vida útil. Es recomendable fechar las cremas y pomadas, porque aunque el germen de trigo actúe como antioxidante, hay que tener en cuenta que empezarán a perder eficacia a partir de los 12 o 15 meses.
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