Llegó el momento. La primavera está en plena explosión y los días son cálidos y agradables: es hora de germinar y empezar la plantación. Muchos cultivadores lo hicieron el mes pasado pero otros muchos germinarán en mayo. Un sobre de semillas, unas macetas y un saco de tierra es todo lo que hace falta para convertirse en cultivador y crear cogollos propios.
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El mes de mayo es, junto con junio, el mejor para el crecimiento del cannabis. Las temperaturas son cálidas pero no demasiado, no llueve mucho pero algo sí, y los largos días con muchas horas de sol proporcionan a las plantas toda la energía que necesitan para realizar la fotosíntesis. Como no hay días fríos ni de mal tiempo, las plantas crecen y crecen sin interrupciones, se desarrollan fuertes y vigorosas, que es justo lo que buscamos.
En mi opinión, mayo es el mejor mes para germinar las semillas, especialmente, si van a vivir en macetas y el cultivador no quiere que se hagan demasiado altas. En pequeños balcones es recomendable esperar incluso a junio para reducir aún más el tiempo de crecimiento y mantener las plantas pequeñas. La siembra tardía es muy recomendable y facilita el cultivo. Cuantos menos meses vive la planta, menos probabilidades hay de que tenga problemas o enfermedades. Por supuesto, quien tenga un huerto discreto donde plantar directamente en el suelo puede germinar antes y dejar que las plantas se hagan enormes, de ese modo puede llegar a cosechar un kilo o más de cogollos de una sola mata. Pero para la mayoría de los cultivadores que siembran unas pocas macetas en el balcón o la terraza, es mucho mejor sembrar en mayo o junio.
Durante las primeras semanas después de la germinación, el sistema de raíces todavía no está muy desarrollado y el crecimiento es algo más lento. No riegues demasiado y deja que la tierra pase por los períodos húmedos y secos, que favorecen el crecimiento radicular; este es el mejor consejo para lograr plantas fuertes y capaces de absorber muchos nutrientes.
Mayo es el mejor mes para germinar las semillas si las plantas van a vivir en macetas
Una vez que se acelera el crecimiento, las plantas se desarrollan a tal velocidad que dejan la maceta pequeña enseguida y hay que trasplantarlas a una mayor. La regla básica dice que por cada treinta centímetros de altura las plantas necesitan diez litros de tierra para desarrollarse perfectamente y sin problemas. En realidad, pueden vivir en algo menos de tierra, pero si eres un cultivador novato te aconsejo que busques la mayor maceta posible: el cultivo será mucho más sencillo, las plantas darán menos problemas y la producción será bastante mayor.
A la hora de trasplantar es importante hacerlo por la tarde para que tengan toda la noche para recuperarse antes de que les dé el sol. Trasplanta siempre usando el mismo tipo de tierra que tienen las plantas y hazlo con cuidado para que no se desmorone el pan de raíces. Procura que no queden huecos sin tierra, pero no aprietes demasiado el sustrato.
Es muy importante trasplantar de modo que el pan de raíces sufra lo menos posible. La tierra debe estar húmeda pero no encharcada, y es conveniente proteger las raíces de la luz directa del sol, que daña rápidamente los pelos radiculares, que son los encargados de absorber la mayor parte de agua y nutrientes. Para evitar que el pan de raíces sufra, no hay que tirar del tallo de la planta para sacarla de la maceta sino darle la vuelta a la maceta, mientras se sujeta la tierra con la mano y se deja que el pan de raíces se deslice fuera del tiesto.
Control del crecimiento
Por cada treinta centímetros de altura, las plantas necesitan diez litros de tierra para desarrollarse perfectamente
Puedes evitar que las plantas se hagan muy altas podando la punta principal cuando ya tengan varios pares de hojas y midan uno o dos palmos de altura. Cuando se corta la punta, el tallo se bifurca en dos y la planta pasa a crecer de un modo distinto, en lugar de con forma de abeto desarrolla una estructura más ancha y redondeada, como de arbusto. Otros cultivadores controlan la altura simplemente doblando el tallo hasta ponerlo casi en posición horizontal y atándolo para que no pueda volver a la posición vertical. Las ramas cambian de posición y giran hacia arriba, pero la altura total de la planta es menor. Se pueden ir atando y doblando todas las ramas que superen la altura deseada y darles la forma que queramos; esto no afecta ni a la salud de la planta ni a su producción de cogollos.
Autoflorecientes o automáticas
En los últimos años se han popularizado mucho las variedades automáticas, que se cosechan un determinado número de días después de la germinación independientemente del momento en que se siembren. Esto sucede porque son variedades que florecen independientemente del fotoperiodo que haya: les da igual que los días sean de doce horas de sol o de dieciséis, ellas empiezan a florecer aproximadamente a las tres semanas de nacer. La mayor ventaja es que no hay que esperar hasta octubre para cortarlas. Si se siembran a principios de mayo, las automáticas se cosechan entre sesenta y noventa días después, es decir, entre principios de julio y principios de agosto. De este modo las plantas se desarrollan en los meses más soleados del año y cuando menos lluvias hay, por lo que no hay riesgo de que aparezcan hongos en los cogollos. Ah, y podemos cortarlas antes de irnos de vacaciones, por lo que no tendremos que pedirle a nadie que las riegue en nuestra ausencia.
Si se siembran a principios de mayo, las automáticas se cosechan entre sesenta y noventa días después
Aunque las autoflorecientes se pueden sembrar en cualquier época, su producción es bastante mayor cuando se siembran en los meses con más horas de luz. Como el periodo de crecimiento es tan corto, si al menos los días son largos las plantas disponen de más horas de luz totales y esto repercute en un mayor crecimiento y producción. Por ejemplo, si se siembran en marzo también crecen y florecen, pero acaban con un tamaño mucho menor que cuando se plantan en mayo o junio.
Otra importante ventaja de las variedades automáticas es que permiten realizar dos o tres cosechas consecutivas en la misma temporada. De este modo, la producción total puede superar la conseguida con variedades normales de floración fotodeterminada, que producen más por planta pero solo da tiempo a hacer una cosecha por temporada.
