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¡No más bichos!

Gestión integral de plagas

Los insecticidas no son el único camino para lograr un cogollo sano y libre de plagas.
Los insecticidas no son el único camino para lograr un cogollo sano y libre de plagas.

El control de plagas es un elemento esencial para lograr buenos resultados cultivando cannabis. Los bichos debilitan las plantas, les roban la energía e impiden que la puedan dedicar a la formación de flores y cannabinoides. Los hongos infectan los cogollos, los destruyen o hacen que sea peligroso consumirlos. La utilización de insecticidas, fungicidas y demás pesticidas debe ser la mínima posible, pues los restos de estos productos pueden resultar tóxicos para la salud. En este artículo te vamos a contar cuál es la mejor forma de afrontar el cultivo para tener plantas sanas y libres de plagas reduciendo al máximo el uso de plaguicidas.

Hace ya muchos años que los agricultores se convencieron de que aplicar insecticidas en dosis masivas no es la mejor forma de mantener las plantas sanas y libres de bichos. Un uso excesivo de venenos no solo deja restos tóxicos en las plantas, también desequilibra el ecosistema en el que viven, pues mata especies de insectos beneficiosas, que son las que normalmente mantienen a raya a las especies perjudiciales. Por ejemplo, antes de que se generalizara el uso de pesticidas, los ácaros apenas suponían un problema en la agricultura, pues muchas especies de pájaros e insectos se alimentaban de ellos y mantenían su población controlada. Tras décadas de uso indiscriminado de insecticidas, fungicidas y herbicidas en la agricultura, la población de pájaros y especies beneficiosas de insectos se ha reducido drásticamente y los ácaros se han convertido en un enorme problema para los agricultores, que sufren grandes pérdidas económicas por su culpa. Si hubiéramos comprendido antes la utilidad de todas estas especies que forman parte del ecosistema y las hubiéramos protegido, probablemente hoy en día no tendríamos tantos problemas de plagas descontroladas.

Los científicos y los agricultores han llegado a la conclusión de que la mejor forma de controlar las plagas es llevar a cabo un programa de gestión integral de plagas. En otras palabras, combinar distintas técnicas y labores que reducen el daño causado por los bichos y ayudan a prevenir su ataque de manera que no nos basemos solo en la aplicación de pesticidas. Se trata de combinar la elección de variedades, las técnicas de cultivo, las medidas higiénicas, el uso racional de los fertilizantes y la aplicación inteligente de pesticidas.

1. Selección de variedades resistentes y adecuadas al clima en el que se cultive

  • En climas lluviosos hay que escoger variedades de cogollos no excesivamente densos, con cierta proporción de genética sativa y, a ser posible, que maduren antes de que lleguen las lluvias más copiosas.
  • En alta montaña, donde el frío no se va hasta bien avanzada la primavera y aparece pronto a comienzos de otoño, se debe sembrar tarde para evitar las heladas tardías y se buscarán variedades de cosecha temprana que se puedan recoger a finales de septiembre o principios de agosto.
  • En climas secos y soleados, los hongos no suelen aparecer, por lo que las variedades de cogollos gruesos y densos no dan muchos problemas. En cambio, las arañas rojas tienden a atacar mucho más, por lo que van bien plantas de hojas duras y acostumbradas al clima árido, como las afganas.
  • En climas ventosos evitaremos las plantas muy altas: buscaremos índicas bajas, que no sufren tanto con el viento, o sativas de ramas flexibles, que no se quiebran con facilidad.
  • Las variedades autoflorecientes tienen un ciclo de cultivo especialmente rápido, ya que están listas en dos o tres meses desde la germinación hasta la cosecha y su desarrollo no depende del fotoperiodo. Estas características las convierten en ideales para zonas con climas problemáticos, muy frías o donde las lluvias son abundantes a finales del verano. Todo lo que tiene que hacer el cultivador es plantarlas en el momento adecuado para que estén maduras y listas para cosechar antes de que llegue el mal tiempo.
  • Hay que recordar siempre que una planta sana y vigorosa está mucho mejor preparada para combatir las plagas por sí misma que una planta débil o con deficiencias nutritivas. Evitaremos las genéticas débiles siempre que podamos; no compensa cultivarlas nunca.

2. Utilización de técnicas de cultivo adecuadas

"Se trata de combinar distintas técnicas y labores que reducen el daño causado por los bichos y ayudan a prevenir su ataque de manera que no nos basemos solo en la aplicación de pesticidas"

  • Mantendremos el suelo libre de malas hierbas que puedan servir de refugio a las plagas.
  • Sembraremos en macetas pequeñas o cubos de germinación y trasplantaremos las plántulas a su ubicación definitiva cuando tengan un cierto tamaño y se hayan fortalecido, así evitaremos que las plantas se debiliten en las primeras semanas o sufran el ataque de caracoles y babosas.
  • Plantaremos a la distancia correcta y evitaremos la alta densidad de siembra, que favorece la aparición de hongos por escasa ventilación y mucha sombra, así como el contagio de plagas de unas plantas a otras. Siempre que sea posible, las plantas adultas no se deben tocar entre sí: el aire debe poder pasar entre ellas y el sol iluminarlas completamente.
  • Podaremos las ramas bajas para evitar que toquen el suelo y las plagas puedan usarlas para subir a la planta. Las ramas bajas casi siempre reciben poco sol y poca ventilación, condiciones ideales para la proliferación de oídio y otros hongos. Lo mismo sucede con las hojas que se arrastran por el suelo y que suelen permanecer mojadas mucho tiempo.

3. Uso racional de los abonos y fertilizantes

  • No hay que abusar del abono de crecimiento. El nitrógeno produce un crecimiento muy rápido y frondoso, pero de tejido blando, jugoso y con muchos nutrientes libres que lo vuelven muy apetecible para los bichos. Con un uso racional de los fertilizantes el crecimiento es más fuerte y resistente y las plagas encuentran las plantas menos sabrosas.
  • Es mejor aplicar fertilizante con frecuencia y en dosis bajas que hacerlo esporádicamente en dosis altas. Las plantas responden mejor y los bichos se ven menos atraídos por ellas.

4. Cuidados higiénicos

  • Limpiaremos perfectamente las macetas de restos de tierra de la cosecha anterior. Conviene cepillarlas primero y luego sumergirlas en agua con lejía. De este modo nos aseguramos de que no queden huevos de plagas que puedan infectar las nuevas plantas.
  • También hay que frotar para quitar los restos de sales que se puedan haber depositado en las paredes de las macetas para que no alteren el pH y la salinidad del sustrato.
  • Desinfectaremos siempre las tijeras con alcohol antes de podar ramas u hojas de las plantas, las herramientas sucias pueden transmitir virus o esporas de hongos.
  • Eliminaremos todo el material infectado por plagas u hongos y lo sacaremos del espacio de cultivo. Lo mejor es quemarlo o meterlo en una bolsa de basura y tirarlo en el contenedor, pero nunca dejarlo en la terraza o el jardín. Los bichos no son tontos y caminarán en busca de nuevas plantas que infectar si les damos la oportunidad.

5. Aplicación inteligente de pesticidas ecológicos

  • Aplicando preventivamente plaguicidas de baja toxicidad y autorizados para agricultura ecológica, evitaremos que las plagas se asienten. Es mucho más fácil repeler los bichos haciendo que las plantas no les resulten atractivas que lograr eliminarlos una vez están viviendo en ellas.
  • No hay que usar siempre el mismo pesticida una vez tras otra. La rotación de moléculas es esencial para evitar que las plagas generen resistencia y se hagan inmunes a un producto. Lo mejor es ir rotando productos poco tóxicos y preventivos.
  • Algunos ejemplos de pesticidas recomendados son aceite de nim (repelente general e insecticida eficaz contra multitud de plagas), jabón potásico (insecticida y fungicida de amplio espectro), aceite esencial de canela y de limón (adecuados en la lucha contra los ácaros, pero también contra hongos y otros insectos), extracto de la flor de piretro (rico en piretrinas naturales, insecticida de amplio espectro).
  • Menos utilizados, pero también útiles, son el extracto o infusión de Equisetum arvense (una planta comúnmente conocida como cola de caballo que fortalece las pareces celulares y dificulta la infección por hongos y el ataque de los insectos chupadores) y el agua oxigenada (H2O2), que disuelta en agua en proporción 1:4 elimina el oídio por contacto y se puede usar hasta el final de la floración, aunque hay que repetir las aplicaciones día tras día, pues su efecto es muy poco duradero. El bicarbonato sódico y el bicarbonato potásico también tienen efecto antioídio y no dejan residuos tóxicos en los cogollos; hay que aplicarlos en fumigación y en dosis de 5 a 10 g por litro de agua.

6. La lucha biológica

  • La lucha biológica es una nueva aproximación al control de plagas que se lleva utilizando desde hace relativamente poco tiempo. Consiste en combatir las especies perjudiciales de insectos por medio de otras especies que se las comen o hacen que se enfermen.
  • El Bacillus thuringiensis es la especie más utilizada en lucha biológica por su facilidad de uso. Es un microorganismo que se vende en polvo, se disuelve en agua y se fumiga sobre las plantas que sufren ataques de orugas devoradoras de cogollos. En cuanto las orugas comen las hojas fumigadas con BT, se enferman, dejan de comer y mueren en pocos días. Es superútil cuando se utiliza a lo largo de toda la vida de las plantas, pues impide que las orugas se asienten en ellas y resulta muy efectivo.
  • Hay muchas otras especies que se emplean en lucha biológica, aunque la mayoría de ellas no son tan fáciles de usar, pues se deben comprar los bichos vivos y colocarnos en las plantas. El problema es que no es fácil encontrar dónde comprarlos, pueden resultar caros y deben transportarse rápidamente hasta las plantas. En cultivos de interior y en invernaderos dan mejor resultado, pero en exterior muchas veces se van en busca de plantas que les resulten más atractivas o se mueren porque las condiciones climáticas no son adecuadas.

7. Insecticidas de síntesis solo como último recurso

  • El uso de insecticidas y fungicidas de síntesis debe ser el último recurso, pues su toxicidad es mucho mayor, tienen grandes efectos perjudiciales sobre las especies beneficiosas y es necesario saber bien qué se aplica, en qué dosis y en qué momento.
  • En cualquier caso, si se usan siempre hay que respetar escrupulosamente los plazos de seguridad, que es el tiempo que debe pasar entre la aplicación y la cosecha para que el pesticida se haya degradado y desaparecido. El problema es que el plazo de seguridad depende de la especie de planta cultivada y ningún pesticida indica el plazo de seguridad en el cannabis, por eso la recomendación es no usarlos.
  • Nunca se deben usar pesticidas de síntesis en floración, especialmente si son de tipo sistémico, ya que son absorbidos por las plantas y permanecen en su interior por largos periodos de tiempo.

     

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #294

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